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miércoles, 31 de julio de 2019

El Antiguo Testamento y el tema de la elección de Israel


Opinión 

Pedro Trevijano


 
Los cristianos no podemos prescindir del Antiguo Testamento, tanto más cuanto que cada vez se ve mejor la unidad fundamental entre ambas partes de la Escritura, y ya no es posible oponerlos, como se ha hecho alguna vez, como si el Antiguo fuese solamente un Testamento de Ley y Temor, y el Nuevo fuese un Testamento de Espíritu y Amor en contradicción con el Antiguo.

            El Antiguo Testamento es por supuesto auténtica Historia de la Salvación. Dios se nos revela allí y allí encontramos su Palabra inspirada. Dios va a ser conocido como el Dios Único gracias a su Revelación a los Patriarcas, a Moisés y a los Profetas, concentrándose en Él la totalidad de lo divino, que los cultos paganos dispersaban entre una multitud de poderes más o menos identificados con las potencias cósmicas.

           Además, Cristo nos propone en varias ocasiones su enseñanza moral en relación con el Antiguo Testamento, afirmándonos que no ha venido a abrogar la Ley (Mt 5,17), aunque también nos muestra los límites del Antiguo Testamento en relación con su enseñanza (Mt 5,20-48).

            Podríamos multiplicar los ejemplos y así lo que Pablo llama "ley del espíritu" nos hace pensar no sólo en la superación de la Ley Antigua, sino también en la realización de las promesas proféticas de Jer 31,31-34 y Ez 36,26-27. El Nuevo Testamento no es un aerolito, sino que hay en él mucho incomprensible, si no se tiene en cuenta el Antiguo Testamento al que asume y perfeccio­na. El encuentro entre Dios y el hombre se realiza en la Historia y la Revelación se formula muy a menudo en función de la Historia y de las situaciones históricas.

            La lectura de la Biblia supone grandes exigencias, incluso intelectuales, pues es la obra de la fides quaerens intellectum, de la fe buscando comprender en toda su profundidad la Realidad de la que nos habla la Escritura. En cuanto a la Moral bíblica será sobre todo continuar reconociendo la acción siempre presente de Dios en la Historia de Salvación que Él ha iniciado. Al descubrir a Dios y su misterio, al constatar la obra de salvación llevada a cabo por su Creador, el hombre se siente obligado en una respuesta de acción de gracias a una conversión moral que se traduce en conductas precisas.

            El tema central de la moral veterotestamentaria es la Alianza entre Dios y el pueblo de Israel, Alianza que tiene como requisito previo la Elección. Israel es, según ha demostrado la investigación histórica, el nombre de la confederación sagrada de tribus, que se constituyó por primera vez después del ingreso en Palestina.

            Ya desde el primer momento Dios llama a la Humanidad a una vida de amistad y de intimidad con Él, colmándonos de favores que superan nuestra condición natural. Nos crea a su imagen y semejanza (Gen 1,26), y como se trata de un Dios personal, también nosotros somos y tenemos la tarea de realizarnos como personas. Pero el pecado del primer hombre y los de sus descen­dientes arrastran la Humanidad hacia la catástrofe (Gen 3-7).

            Dios sin embargo se reserva un justo (Noé)  y concluye con Él un pacto de Alianza (Gen 9,1-17), pero nuevamente el pecado vuelve a prevalecer alcanzando el desorden moral su culmen en la construcción de la Torre de Babel (Gen 11,1-9). Sin embargo esta vez Dios, fiel a su promesa (Gen 8,21-22), no aniquilará a la Humanidad y ésta no estará irremisiblemente perdida, sino que, en la persona de Abrahán, Dios llama a una minoría, el pueblo escogido, para salvar al Resto de la humanidad. Éste es el punto de partida de la Elección.

            La elección divina de Israel se nos aparece como un acto fundado en el misterio del amor misericordioso de Dios, por el que Éste escoge libremente y entra en relación personal con un pueblo que será el portador de su relación salvífica al dar testimonio del verdadero Dios y ser instrumento de sus designios de salvación, hasta que llegue el momento de la Revelación definitiva con Jesucristo.


                                                                      PEDRO TREVIJANO  Vía RELIGIÓN en LIBERTAD

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