El PSOE y el PP saben que tienen un idilio pendiente, un objetivo común, y se lo dijeron abiertamente en el debate de investidura frustrado de Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (i), y el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, durante sus intervenciónes en el debate de investidura. (EFE)
Volver a ser lo que fuimos. Se miraron a los ojos y se susurraron eso, como en el himno de Andalucía, volver a ser lo que fuimos, las dos grandes fuerzas políticas de España que, con normalidad democrática, sin estridencias a la izquierda y a la derecha, consiguen alternarse en el poder y garantizar la gobernabilidad del país. ¿Volver a ser lo que fuimos es volver al bipartidismo?
Exacto, el PSOE y el PP saben que tienen un idilio pendiente, un objetivo común, y se lo dijeron abiertamente en el debate de investidura frustrado de Pedro Sánchez (el único presidente que ha fracasado en dos investiduras y ha triunfado en una moción de censura; no habrá otro como él en la historia). El ruido de los platos rotos era tan fuerte, tanta intensidad tenían las filtraciones del PSOE y de Podemos para culparse mutuamente de la ruptura de las negociaciones, que nada más pudo trascender. Pero en las actas del Congreso quedó recogido el momento más desapercibido y más trascendente, una propuesta que trasciende del momento político porque lo que propugna es que España supere este quinquenio (2014-1019) y regrese al bipartidismo como modelo oficial.
La frase de Pablo Casado, en la tribuna del Congreso, es del siguiente tenor literal: “Usted y yo tenemos una tarea en común por delante, ensanchar el espacio central de la moderación y hacerlo tan grande que, de nuevo, los dos podamos ganar en él. Pero para ello es necesario que abandone la idea de ser Gobierno en un nuevo sistema y asumir que es mejor ser oposición en el sistema que juntos, ustedes y nosotros, construimos en 1978. Solo así podremos reencontrarnos el PSOE y el PP”.
Los protagonistas del bipartidismo parecen haber llegado a la conclusión de que es el momento de acabar con este modelo de bloques que se instauró
Nunca el bipartidismo se había hablado así, tan a las claras, en el Congreso, mientras contemplaban la escena, como invitados incómodos, advenedizos, los líderes de los dos partidos, Ciudadanos y Podemos, que rompieron el bipartidismo que había funcionado en España desde la Transición o, más exactamente, desde que implosionó la Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez y se hizo añicos. Tras casi 35 años de alternancia (dos gobiernos del PSOE, dos del PP; González y Zapatero; Aznar y Rajoy), vino la crisis económica, llegaron los recortes sociales y la tiesura, y se produjo la ‘tormenta perfecta’ cuando estallaron los grandes casos de corrupción de los dos grandes partidos. Las ‘tarjetas black’, en diciembre de 2013, fueron el detonante de todo, la gota que colmó la paciencia.
Cinco años después, los protagonistas del bipartidismo parecen haber llegado a la conclusión de que es el momento de acabar con este modelo de bloques que se instauró, acaso porque tampoco ha funcionado de forma distinta a como lo hacía el bipartidismo. El giro abrupto de Ciudadanos hacia el centro derecha, con su política de ‘líneas rojas’ hacia del PSOE, ha devuelto el panorama político a la incomunicación entre izquierda y derecha en que se encontraba antes, con el agravante de que el ‘bibloquismo’, si se puede llamar de esa forma, es más inestable que el bipartidismo porque la conformación de Gobierno, como se ha visto, es mucho más compleja por el fraccionamiento del Parlamento, de las instituciones.
Lo que nos queda por ver es si también el electorado español, de la misma forma que los líderes del PSOE y del PP, ha llegado a la conclusión de que lo mejor para el país es volver de nuevo al bipartidismo y cerrar este quinquenio de bloques.
De la frase de antes de Pablo Casado, conviene resaltar dos expresiones clave, “una tarea común” para que “de nuevo los dos podamos ganar”, porque nos sintetizan bien el propósito. Quizá todo comenzó unas semanas antes, en algunas de las rondas de contacto que han mantenido en la Moncloa los líderes del PSOE y del PP. De forma paralela, tanto Pablo Casado como Pedro Sánchez han lanzado ya propuestas para acabar con el ‘bibloquismo’ mediante reformas legales. Lo que propuso el presidente conservador fue una reforma de la Ley Electoral para que el ganador de las elecciones obtenga una ‘prima’ de hasta 50 escaños —la Constitución permite la ampliación del Congreso hasta los 400 diputados— para que el partido que gane las elecciones se garantice el Gobierno gracias a ese plus de escaños.
La propuesta posterior de Pedro Sánchez fue la de reformar el artículo 99 de la Constitución porque “es evidente que debemos encontrar un mecanismo que permita una investidura e impida coaliciones negativas que aboquen a una repetición electoral". Una y otra, como se apreciará, persiguen lo mismo. Si la política siempre hizo extraños compañeros de cama, socialistas y populares, desengañados de sus nuevos amantes, han decidido retomar el idilio que mantenían para volver al lecho del bipartidismo.
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