Pedro Trevijano
Y es que la familia es la primera institución natural creada por Dios. Ya en el capítulo primero del Génesis leemos: “Y creó Dios el hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo Dios: creced, multiplicaos” (1, 27-28). Y en el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica leemos: “En el plan de Dios, un hombre y una mujer, unidos en matrimonio, forman, por sí mismos y con sus hijos, una familia. Dios ha instituido la familia y le ha dotado de su constitución fundamental” (nº 496). El matrimonio es una institución que viene de Dios y es algo necesario para el amor de la pareja.
Pero esto, que es del más elemental sentido común, se encuentra con la oposición de los partidarios de la ideología de género, como son muchos gobiernos y partidos occidentales y el lobby LGTBI. Como declaran varias de sus ideólogas, la destrucción de la familia es el objetivo fundamental a conseguir. Entre las idioteces propias de la ideología de género, está el que cualquier persona puede decidir libremente ser varón o mujer, otorgándose soberanía a la voluntad humana sobre cualquier otra consideración física, siendo la libre determinación del género de cada persona un derecho humano fundamental. Derecho que es tan fundamental que hasta una persona que haya dado a luz, si dice que es varón, pues lo es: con lo que lo único que se demuestra es que el número de idiotas es infinito. En la línea contraria, un senador australiano pro-vida al que una senadora pro-aborto le dijo que no podía hablar del asunto por ser varón, le contestó: “En este país, yo puedo decidir libremente mi sexo. Por tanto escojo ahora ser mujer. Continuemos la discusión”. Y es que la mejor manera de combatir la estupidez es dejarla en ridículo.
El problema lo tenemos ya en La Rioja, donde los miembros del Serise (Servicio Riojano de Sexología) se dedican a dar charlas sobre sexualidad en línea ideología de género y con el apoyo del gobierno regional. ¿Pero qué se enseña en estas charlas? Lo sabemos porque se grabó una dada a padres de un centro escolar. En las charlas, se habla como prácticas normales en menores de siete años, lamer los genitales de otros niños coetáneos e investigar el trasero de otros niños como hacen los perros con sus congéneres (es una manera fina de decirlo). En el caso de chicos de once años se recomienda a los padres no entrar por sorpresa en las habitaciones de sus hijos, no vayan a estar masturbándose y viendo pornografía, con lo que violamos su intimidad.
Nuestras autoridades pretenden además, en violación directa del artículo 26-3 de nuestra Constitución, que esas charlas sean obligatorias y razona así nuestro consejero de Educación, don Luis Cacho, sobre la no necesidad del consentimiento parental: “No puede aplicarse este consentimiento a que los hijos acudan a actividades complementarias de educación sexual. ‘amparándose a la referencia que hace la Constitución sobre la educación moral a los niños’, concepto que ‘tiene que ver con la moralidad, con el bien y el mal, y no con la educación sexual”.
Señor Cacho, ¿de verdad Vd. se cree que la educación sexual no tiene nada que ver con la moralidad y con el bien y el mal? Como católico creo en el Decálogo y en especial en este caso en el sexto y noveno mandamientos. El problema que tienen Vds. es que como son relativistas, no saben distinguir entre Verdad y Mentira, el Bien y el Mal, y como leí en cierta ocasión: “Desgraciados los pueblos donde se discute lo evidente”. Creo que ante un razonamiento así sobran comentarios. La asociación Los Niños son Intocables (a la que pertenezco) y Abogados Cristianos han iniciado ante la Fiscalía de Menores una querella contra los autores de la charla.
La ideología de género está condenada por la Iglesia y más concretamente por los tres últimos Papas. Y es que como afirmó el actual Papa, ya en sus tiempos de cardenal, detrás de ella está el demonio.
PEDRO TREVIJANO Vía RELIGIÓN en LIBERTAD
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