OLIVIER HOSLET / EFE
Es muy posible que la crisis del Covid-19 vaya a ser el experimento social más grande que afecte a nuestras vidas. No sabemos cuándo ni cómo acabará la pandemia ni cuán radicalmente nos cambiará, pero resulta evidente que ya ha cambiado la forma en que los europeos ven el mundo fuera de Europa y, como resultado, el papel de la UE en sus vidas.
La opinión pública no fue un factor político trascendental en las primeras etapas de la crisis del Covid-19. Pero en esta nueva etapa de la crisis, a medida que los gobiernos van asumiendo nuevas responsabilidades y se preocupan por la recuperación económica, no va a bastar con que Bruselas y las capitales nacionales acuerden las medidas adecuadas. Necesitarán también hallar el lenguaje para justificar sus políticas. Para poder hacerlo, será importante comprender cómo el coronavirus ha cambiado -o no- los temores y expectativas de la ciudadanía.
Los datos de las encuestas muestran un enorme apoyo hacia la cooperación europea, y una desilusión igual de grande con las instituciones existentes. Por una parte, la gran mayoría de los encuestados -desde el 51%/ 52% en Suecia y Francia, hasta el 80% en España y el 91% en Portugal- expresan que la crisis los ha dejado aún más convencidos de la necesidad de una mayor cooperación en la UE. Por otra parte, la mayoría de los encuestados se quejan de que los Veintisiete no estuvieron a la altura de la situación al comienzo de la crisis. Esto incluye a un 63% en Italia y un 61% en Francia. Pero tal vez más preocupante que las grandes cantidades de personas que critican la reacción inicial de la UE sean las grandes cantidades de personas que piensan que ha sido irrelevante (más de la mitad de los encuestados en Francia).
Enfrentados a una amenaza de carácter existencial, una gran mayoría consideró que no hubo quien les ayudase. Muy pocos percibieron apoyo por parte de la UE, las instituciones multilaterales o los mayores socios comerciales de Europa. La crisis ha perjudicado la reputación de los dos mayores socios económicos de Europa: Estados Unidos y China. En el caso del gigante asiático, las percepciones que de ella tienen los europeos han empeorado, posiblemente debido a la manera en que la crisis dejó al desnudo el lado más agresivo de su política internacional. Mientras tanto, el colapso de la imagen de EEUU ante los ojos de muchos europeos no solo es un simple indicador más de cuánto se oponen al estilo de política exterior de Trump. También indica que la crisis del Covid-19 hizo que muchos europeos viesen a EEUU como un titán averiado al que no puede confiársele la defensa de Occidente.
El Covid-19 parece haber cambiado drásticamente cómo los europeos ven al mundo más allá de su continente, lo que a su vez los ha llevado a reconsiderar el papel de la UE. Si analizamos los datos en más profundidad, podremos crear tres categoría que los ciudadanos europeos utilizan para comprender al mundo después de la crisis.
En primer lugar, tenemos la categoría de los Nueva Guerra Fría, que incluye a un 15% de los encuestados. Estos europeos consideran que el futuro será un mundo bipolar en el que EEUU liderará el mundo libre y China se convertirá en líder de un eje autocrático que incluye a países como Rusia o Irán.
En segundo lugar, estarían los Hágalo Usted Mismo, que suman un 29% de los encuestados. Estos consideran que vamos hacia un mundo en el que todos los estados tendrán que ser independientes entre sí, forjando alianzas de conveniencia con otros actores para defender sus intereses.
Por último, el grupo más numeroso y relevante sería el de los Soberanos Estratégicos de la UE, que constituyen un 42% de los encuestados. Estos ciudadanos, que ayer eran cosmopolitas pero que ahora creen en la soberanía europea, piensan que el Covid-19 ha creado un mundo de bloques y regiones en el que la relevancia de Europa dependerá de su capacidad de actuar concertadamente. Para ellos, Europa ya no es un proyecto motivado por ideas y valores, sino una comunidad predestinada a integrarse para retomar el control sobre su futuro. La visión del mundo de este grupo podría describirse como la de un "proteccionismo progresista". Cuando se trata de evaluar si repatriar la producción industrial a gran escala desde China a Europa, el apoyo más significativo aparece en los países más grandes: Francia y Alemania. Por el contrario, los ciudadanos de los países más pequeños parecen considerar el proteccionismo como una alternativa menos viable.
Estas tres visiones del mundo están presentes en todos los países encuestados. No obstante, los datos contradicen algunos de nuestros prejuicios. Si bien los europeos centrales y orientales suelen ser descritos como Nueva Guerra Fría -dado el fiero atlantismo que caracteriza a buena parte de la región-, es en Italia y en Francia donde hay mayores cantidades de partidarios de esta visión. De forma parecida, aunque los alemanes se consideran muy proeuropeos, el 59% de ellos piensa que los países que se cuidan solos son los que definirán el mundo de mañana.
Los Gobiernos de Europa y las instituciones en Bruselas se han dado cuenta de que la crisis del coronavirus ha vuelto más relevante a Europa. El plan de recuperación europeo lanzado por Francia y Alemania podría representar el comienzo de una nueva y vigorosa etapa en la historia europea que algunos analistas han descrito acuerdo como un "Momento Hamilton" para la UE, sugiriendo que el plan constituía una primera etapa en el camino a unos Estados Unidos de Europa.
Sin embargo, nuestras encuestas sugieren que el sentir de los ciudadanos europeos de hoy en día está más cerca de lo descrito por el historiador británico Alan Milward. En su obra, The European Rescue of the Nation State (El Rescate Europeo del Estado-Nación), Milward alegaba que la fuerza motriz del proyecto europeo era una recuperación -más que una sublimación- de la soberanía nacional. Si bien es cierto que la narrativa de Milward versaba sobre naciones que en la década de los 50 intentaban rescatar a sus Estados de los problemas heredados de la posguerra, en la década de 2020 la demanda de más Europa está enfocada a rescatar al Estado-nación de las presiones de terceros estados externos. Por eso, nuestros datos sugieren que estamos ante un momento Milward más que un momento Hamilton; es decir, menos ante un paso radical hacia la federalización y más ante un pujante consenso acerca de la necesidad de empoderar a Bruselas para ayudar a rescatar a los Estados-nación europeos.
IVAN KRASTEV Y MARK LEONARD Vía EL MUNDO
Ivan Krastev es director del Centro de Estrategias Liberales y Mark Leonard, director del European Council on Foreign Relations (ECFR)
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