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domingo, 6 de agosto de 2017

LA CAMA REDONDA SEPARATISTA

El carácter notoriamente absurdo de la aventura separatista, paradigma de las operaciones que únicamente acometen gentes que son simultáneamente malas y cortas de inteligencia, porque en ellas todo el mundo pierde, resulta evidente en la disparidad conceptual, política y estética de sus impulsores.


La cama redonda separatista. flickr.com/convergenciademocratica


En una reciente entrevista, realizada y publicada, se supone, más en interés de ampliar los conocimientos del lector sobre teratología política que su nivel de información sobre la realidad catalana presente, Anna Gabriel, la cabeza visible de la CUP, formación comunista asamblearia que actúa como punta de lanza violenta del proceso separatista, expone sus ideas sobre la futura Cataluña soberana. El núcleo central de su proyecto lo expresa con claridad al definirse como “alguien dispuesta a que estemos en una sociedad sin propiedad privada”. Más adelante precisa que su implicación en la erección de un Estado catalán independiente desgajado de España es para la formación que lidera una cuestión puramente instrumental en la medida que considera que de esta forma conseguirá más rápidamente su objetivo, que no es otro que la implantación de una dictadura totalitaria que liquide a la burguesía e instaure un igualitarismo absoluto.
La experiencia histórica contemporánea ha demostrado que todos los intentos, desde la Revolución Francesa hasta hoy, de traer a la tierra el paraíso igualitario han creado infiernos insoportables
 Un pronunciamiento público de esta naturaleza, sin intención de maquillaje u ocultación de un propósito tan aberrante, resulta llamativo por varias razones. La primera es el asombroso desprecio por la experiencia histórica contemporánea, que ha dejado demostrado sin paliativo que todos los intentos, desde la Revolución Francesa hasta hoy, de traer a la tierra el paraíso igualitario han creado infiernos insoportables. La extinta URSS, Camboya, Cuba, la China de Mao, Corea del Norte, ejemplos rotundos de los niveles de miseria, sufrimiento, crueldad y opresión a los que conduce el modelo social y político que Anna Gabriel quiere imponer en su tierra natal.

La segunda es la cooperación parlamentaria y la coincidencia en la voluntad implacable de destrucción de España como Nación con partidos, como es el caso de la antigua Convergencia o incluso de Esquerra, que, con diferentes matices, creen en la economía de mercado y en el papel fundamental de las empresas como motor del crecimiento, la prosperidad y el empleo. No hay que olvidar que la CUP incluye en su programa la salida de la Unión Europea. ¿Cuál es la lógica, cabe preguntarse, de la estrecha colaboración entre organizaciones cuya visión social y económica no es que sea distinta, sino que es incompatible? De hecho, lo que les está diciendo Gabriel a Puigdemont y a Junqueras -algo parecido, por cierto, le anuncia Bildu todos los días al PNV- es que, una vez culminado el proceso de separación de España, sus huestes de desharrapados jaspeados de tatuajes y horadados de piercings se dedicarán sin descanso a confiscarles sus bienes y, si se resisten, serán confinados en gulags construidos al efecto o sometidos a la simple aniquilación física.
Convergencia espera ser el poder hegemónico de la nueva Cataluña liberada de sus cadenas en detrimento de Esquerra, mientras que el viejo partido republicano abriga similares planes respecto a sus socios del PDCat
La tercera radica en el manifiesto desprecio que cada uno de los participantes en esta heterogénea UTE de demolición siente por los demás, lo que no les impide trabajar juntos en persecución de su delirio compartido. Convergencia espera ser el poder hegemónico de la nueva Cataluña liberada de sus cadenas en detrimento de Esquerra, mientras que el viejo partido republicano abriga similares planes respecto a sus socios del PDCat. Y no digamos qué clase de sentimientos inspira la CUP a sus compañeros de viaje, que la tienen por una pandilla de indocumentados irresponsables a los que hay que aguantar mientras dura el combate con el centralismo, pero que habrá que borrar del mapa inmediatamente después. 

El carácter notoriamente absurdo de la aventura separatista, paradigma de las operaciones que únicamente acometen gentes que son simultáneamente malas y cortas de inteligencia, porque en ellas todo el mundo pierde, resulta evidente en la disparidad conceptual, política y estética de sus impulsores. La conjunción de esfuerzos en la búsqueda de una situación en la que, si se materializa, los que la han propiciado están condenados a destrozarse entre sí, es una nota más, y no menor, de la magnitud de un disparate que avanza sin que por el momento nadie parezca decidido a pararlo. Quizá Rajoy, consciente de la fragilidad de una coalición entre partes tan incongruentes, espera que al final los separatistas se neutralicen entre ellos evitándole el penoso esfuerzo de llevar a cabo una acción efectiva en defensa de la legalidad. Es un dicho común que la política hace peculiares compañeros de lecho, pero es obvio que a Cataluña le cabe el honor de haber engendrado la cama redonda más monstruosa e inaudita que el mundo occidental ha conocido en los últimos dos siglos.


                                                                             ALEJO VIDAL-QUADRAS  Vía VOZ PÓPULI


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