La cama redonda separatista.
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En una reciente entrevista, realizada y
publicada, se supone, más en interés de ampliar los conocimientos del
lector sobre teratología política que su nivel de información sobre la
realidad catalana presente, Anna Gabriel, la cabeza visible de la CUP,
formación comunista asamblearia que actúa como punta de lanza violenta
del proceso separatista, expone sus ideas sobre la futura Cataluña
soberana. El núcleo central de su proyecto lo expresa con claridad al
definirse como “alguien dispuesta a que estemos en una sociedad sin
propiedad privada”. Más adelante precisa que su implicación en la
erección de un Estado catalán independiente desgajado de España es para
la formación que lidera una cuestión puramente instrumental en la medida
que considera que de esta forma conseguirá más rápidamente su objetivo,
que no es otro que la implantación de una dictadura totalitaria que
liquide a la burguesía e instaure un igualitarismo absoluto.
La experiencia histórica contemporánea ha demostrado que todos los intentos, desde la Revolución Francesa hasta hoy, de traer a la tierra el paraíso igualitario han creado infiernos insoportablesUn pronunciamiento público de esta naturaleza, sin intención de maquillaje u ocultación de un propósito tan aberrante, resulta llamativo por varias razones. La primera es el asombroso desprecio por la experiencia histórica contemporánea, que ha dejado demostrado sin paliativo que todos los intentos, desde la Revolución Francesa hasta hoy, de traer a la tierra el paraíso igualitario han creado infiernos insoportables. La extinta URSS, Camboya, Cuba, la China de Mao, Corea del Norte, ejemplos rotundos de los niveles de miseria, sufrimiento, crueldad y opresión a los que conduce el modelo social y político que Anna Gabriel quiere imponer en su tierra natal.
La
segunda es la cooperación parlamentaria y la coincidencia en la
voluntad implacable de destrucción de España como Nación con partidos,
como es el caso de la antigua Convergencia o incluso de Esquerra, que,
con diferentes matices, creen en la economía de mercado y en el papel
fundamental de las empresas como motor del crecimiento, la prosperidad y
el empleo. No hay que olvidar que la CUP incluye en su programa la
salida de la Unión Europea. ¿Cuál es la lógica, cabe preguntarse, de la
estrecha colaboración entre organizaciones cuya visión social y
económica no es que sea distinta, sino que es incompatible? De hecho, lo
que les está diciendo Gabriel a Puigdemont y a Junqueras -algo
parecido, por cierto, le anuncia Bildu todos los días al PNV- es que,
una vez culminado el proceso de separación de España, sus huestes de
desharrapados jaspeados de tatuajes y horadados de piercings se dedicarán
sin descanso a confiscarles sus bienes y, si se resisten, serán
confinados en gulags construidos al efecto o sometidos a la simple
aniquilación física.
Convergencia espera ser el poder hegemónico de la nueva Cataluña liberada de sus cadenas en detrimento de Esquerra, mientras que el viejo partido republicano abriga similares planes respecto a sus socios del PDCat
La tercera radica en el manifiesto desprecio que
cada uno de los participantes en esta heterogénea UTE de demolición
siente por los demás, lo que no les impide trabajar juntos en
persecución de su delirio compartido. Convergencia espera ser el poder
hegemónico de la nueva Cataluña liberada de sus cadenas en detrimento de
Esquerra, mientras que el viejo partido republicano abriga similares
planes respecto a sus socios del PDCat. Y no digamos qué clase de
sentimientos inspira la CUP a sus compañeros de viaje, que la tienen por
una pandilla de indocumentados irresponsables a los que hay que
aguantar mientras dura el combate con el centralismo, pero que habrá que
borrar del mapa inmediatamente después.
El carácter notoriamente absurdo de la aventura separatista, paradigma
de las operaciones que únicamente acometen gentes que son
simultáneamente malas y cortas de inteligencia, porque en ellas todo el
mundo pierde, resulta evidente en la disparidad conceptual, política y
estética de sus impulsores. La conjunción de esfuerzos en la búsqueda de
una situación en la que, si se materializa, los que la han propiciado
están condenados a destrozarse entre sí, es una nota más, y no menor, de
la magnitud de un disparate que avanza sin que por el momento nadie
parezca decidido a pararlo. Quizá Rajoy, consciente de la fragilidad de
una coalición entre partes tan incongruentes, espera que al final los
separatistas se neutralicen entre ellos evitándole el penoso esfuerzo de
llevar a cabo una acción efectiva en defensa de la legalidad. Es un
dicho común que la política hace peculiares compañeros de lecho, pero es
obvio que a Cataluña le cabe el honor de haber engendrado la cama
redonda más monstruosa e inaudita que el mundo occidental ha conocido en
los últimos dos siglos.
ALEJO VIDAL-QUADRAS Vía VOZ PÓPULI
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