La patada a la escalera.
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La mala fama y la leyenda negra
–propiedad en exclusiva de España– que se originó inicialmente en
Italia, para luego trasladarse a los Países Bajos y pasar más tarde a
Inglaterra y Francia tuvo inicialmente un origen antiimperialista –todos
los imperios, EE.UU. ahora, la han padecido- para mas tarde adoptar un
sesgo despectivo: se comenzó criticando –con argumentos racistas- al
imperio para asumir luego, en su decadencia, argumentos despreciativos
también racistas.
El primigenio racismo nos acusaba –no importaba la contradicción- de ser o judíos o moros, luego católicos y más tarde degeneradosEl primigenio racismo nos acusaba –no importaba la contradicción- de ser o judíos o moros, luego católicos y más tarde degenerados. A la luz de la verdad histórica los originales los argumentos racistas se contestan –tristemente– solos, los anticatólicos se han visto ridiculizados por los hechos históricos –como ahora veremos- y la doctrina frenológica de la degeneración -tan del gusto de los liberales de la época– fue sepultada con el holocausto judío de la 2ª Guerra Mundial.
El mayor y definitivo impulso de la leyenda
negra –que ya solo se creen los españoles poco leídos- vino de la
Reforma protestante que usó magistralmente la naciente imprenta para
contar con imágenes –una soberbia y pionera lección de comunicación de
masas– las mas ridículas y exitosas mentiras que el mundo había conocido
hasta entonces; y que luego replicarían dos brillantes y totalitarios
epígonos: el comunista Willi Muzenberg y el nazi Joseph Goebbels.
El
éxito de la propaganda protestante contra España ha gozado de buena
salud hasta ahora, como demuestra el hecho de la muy acrítica
celebración –aquí y ahora– del 5º centenario del desafío de Lutero
contra la iglesia católica, que con la salvedad de algunos análisis
históricos como el recientemente publicado en El País* ha sido tratado hagiográficamente.
El pensamiento escolástico español defendía la limitación del poder real y la división de poderes
Viene al caso recordar que frente a la monarquía
absoluta concebida por las “sectas religiosas ” —al decir del
historiador del pensamiento Murray N. Rothbard— de Lutero y Calvino, que
prescindieron del derecho natural que permitía criticar las actuaciones
despóticas del Estado, el pensamiento escolástico español defendía la limitación del poder real y la división de poderes.
Sirva
esta cita del muy autorizado historiador norteamericano para dejar
claro que la supuesta superioridad institucional civilizadora del mundo
protestante frente a la decadente, retrasada y católica España carece de
fundamentos respetables como muy bien han demostrado recientemente Mª
Elvira Roca en su Imperiofobia y leyenda negra** y Ángel Fernández en La escuela española de economía***.
Aunque
todavía parezca increíble –lamentablemente- a muchos españoles, la
monarquía absoluta sometida al exclusivo dictado de un príncipe
investido de poder no sólo político, también religioso, fue un invento
institucional Luterano que jamás se llegó a a dar en España; sí en los
países protestantes.
España fue patria de las mas avanzadas, modernas y todavía vigentes teorías políticas y económicas
Pero además de esta irrefutable verdad histórica, España y mas concretamente su excepcional Universidad de
Salamanca y el pensamiento escolástico generado en torno a ella, fue
patria de las mas avanzadas, modernas y todavía vigentes teorías
políticas y económicas que sirvieron de axiomáticas raíces del
liberalismo y por tanto de las democracias contemporáneas.
Ya sabíamos que el escolástico y español Derecho de gentes, que
sentó –al hilo del descubrimiento de América– las bases de los derechos
humanos más de cuatro siglos antes de su proclamación internacional,
fue una institución crucial de nuestra civilización occidental y que los
fundamentos de la Teoría económica –glosados por
Shumpeter, Hayeck y Rothbard, entre muchos otros grandes economistas–
también nacieron y se desarrollaron en la España de la escolástica
tardía de principios del siglo XVII –dos siglos antes que Adam Smith–
para mantener su plena vigencia doctrinal.
Por
si no fuera suficiente con tales grandezas intelectuales vertebradoras
de nuestra civilización, la muy reciente publicación del citado Ángel
Fernández demuestra –con una minuciosa investigación empíricamente
soportada- la influencia directa e indiscutible del pensamiento político
español de mediados del siglo XVI liderada por el escolástico tardío
Juan de Mariana en las acciones políticas de Oliver Cromwell y las obras
de filosofía política de John Locke, John Adams y muchos otros
influyentes “padres del liberalismo”.
Es impresionante la cantidad de ideas –las mas importantes- del liberalismo político inglés y norteamericano que fueron importadas de España
Es impresionante la cantidad de ideas –las mas
importantes- del liberalismo político inglés y norteamericano que fueron
importadas de España, para que luego la ilustración francesa –en
particular Voltaire y Montesquieu– diera una patada a la escalera –frase copiada de Mª Elvira Roca**– de la historia del pensamiento occidental despreciando, por degenerados, a los españoles.
Es cierto que tras una historia única en el mundo:
- Con Italia el único país amplia y profundamente romanizado: económica, política y culturalmente.
- Puente cultural y tecnológico entre oriente y occidente durante la dominación árabe.
- La Reconquista –unánimemente asumida por toda España- que sentó las bases del humanismo cristiano y cimentó la civilización occidental.
- La conquista civilizadora de América –caso único en la historia- que ensanchó para siempre las fronteras de la civilización occidental.
Como
es natural –todo envejece, incluso los más grandes imperios– España
padeció una decadencia histórica a partir del siglo XVIII que alcanzó su
cénit con la desgraciada desconexión con la Ilustración a
principios del siglo XIX, a pesar –paradójicamente!– de nuestras
grandes contribuciones filosóficas a su concepción institucional y el
avanzado, efímero y vano intento modernizador que significó la
Constitución de Cádiz de 1812.
Muchos años
después y tras sufrir una dramática guerra civil, España fue capaz de
reconstruir su perdida dignidad democrática mediante una modélica Transición
–aunque unos pocos malintencionados la critiquen- y consolidar una era
de prosperidad económica y social –con sus altibajos– sin parangón en
Occidente.
Aunque haya gente en España –fuera
no– que duden que somos una nación y quieran tergiversar nuestra
historia –como si se pudiera reescribir-, es tiempo de defender y
sentirnos orgullosos de nuestros logros civilizadores que obras como las
citadas ponen tan incuestionablemente de relieve.
JESÚS BANEGAS Vía VOZ PÓPULI
* Martín Lutero: motos y realidades”. Mª Elvira Roca. El País 23 julio 2017.
**Imperiofobia y leyenda negra. Mª Elvira Roca. Editorial Siruela, 2016
***La escuela española de economía. Ángel Fernández. Unión editorial, 2017
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