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miércoles, 9 de agosto de 2017

LA SOLUCIÓN PARA AUMENTAR LOS SALARIOS Y GARANTIZAR PENSIONES Y SERVICIOS SOCIALES

El qué no haya entendido que sólo un nivel bajo de desempleo, así como una actividad comercial e industrial autóctona pujante y competitiva son las únicas garantías para garantizar sanidad, educación y pensiones, tiene un grave problema.

La solución para aumentar los salarios y garantizar pensiones y servicios sociales. EFE

Las cargas que soporta el empleo en España son de las más altas de Europa. Una racionalización fiscal adecuada puede provocar un cambio profundo, con efecto inmediato y duradero, que se traduzca en generación de empleo y en subida salarial generalizada.
El aumento de los salarios depende fundamentalmente de la productividad, que, a su vez, depende de cuatro factores fundamentales:
  • El tipo de actividad (comercial o industrial).
  • La formación del trabajador.
  • El tamaño de la empresa.
  • El tipo de contrato (temporal o indefinido).
Crear un entorno de empresas que tengan como visión la creación de alto valor añadido, tener a los trabajadores más preparados, crecer de tamaño regularmente y que ofrezcan estabilidad laboral, provocará el aumento de la productividad, y como consecuencia, la subida salarial .
El gobierno puede y debe mejorar en aquellos factores que actualmente entorpecen una evolución a un modelo de mayor productividad y menor desempleo, aunque de momento no parece que se tenga intención de hacer tal cosa.
El sistema tributario actual tiene importantes efectos negativos sobre la asignación de los recursos, ya que incentiva la contratación temporal y desincentiva el ahorro. Una fiscalidad eficiente da suficientes recursos al Estado, permite un crecimiento equilibrado y evita que se produzcan efectos adversos en el desarrollo económico.
Un entramado impositivo complejo y cambiante, repleto de excepciones, genera distorsiones que afectan a todo el sistema económico
El objetivo de nuestra propuesta es que la tasa de desempleo se sitúe en cifras más próximas a la de los países de nuestro entorno, así como los salarios. Para ello, en España es imprescindible realizar cuanto antes una reforma fiscal para crear un ambiente favorable al crecimiento de las empresas, que fomente las actividades orientadas a productos y servicios con un alto valor añadido, que mantenga un personal permanentemente formado y cuyo modelo de relación laboral sea la contratación indefinida.
Parece lógico pensar que una alta fiscalidad a las rentas del trabajo y al capital desanimará el aumento de los factores productivos, así como una baja fiscalidad sobre el consumo lo incentiva. Por otro lado, un entramado impositivo complejo y cambiante, repleto de excepciones, genera distorsiones que afectan a todo el sistema económico.
El ciudadano español medio tiene serias dificultades para hacer su declaración de la renta, hasta el punto de depositar en Hacienda la confianza del “borrador”. La inmensa mayoría de los autónomos y pequeños empresarios recurre a asesores privados y los cambios normativos son muy frecuentes. Todo esto entorpece algo elemental en cualquier ambiente próspero. Nos referimos a la existencia de un marco impositivo sencillo, estable y previsible.
Conviene, para tener una idea general, hacer un análisis comparado de la estructura fiscal de los países de nuestro entorno y observar las diferencias, prestando atención a los casos de más éxito.
Se sabe que la recaudación indirecta genera efectos menos distorsionadores que los impuestos sobre la renta y el capital, es decir, no genera una cascada de efectos potencialmente perversos para el empleo y la inversión.
En el gráfico siguiente se muestra el tipo impositivo implícito, es decir, el tipo promedio que se aplica al monto total de los productos consumidos en el país, incluyendo IVA, impuestos especiales, impuestos de matriculación, hidrocarburos, etc. Se ha hecho un promedio de los últimos 10 años.

Gráfico 1.

Gráfico 1. J.C.B.

Tipo impositivo indirecto implícito al consumo

Como puede apreciarse España está a la cola, es decir, pagamos pocos impuestos indirectos si nos comparamos con Europa, algo coherente con una recaudación menor en términos relativos al PIB. También hay otro factor importante, y es que en los últimos años se ha podido observar el efecto inmediato de un deterioro en la balanza comercial a poco que el crecimiento se anima.
En palabras sencillas, en cuanto el español medio tiene algo más de dinero en el bolsillo corre a gastarlo en productos de mayoritariamente de importación. Las políticas de demanda han servido para enriquecer a los exportadores como puedan ser Alemania o Corea del Sur, y no para favorecer el ahorro y la generación de industria autóctona. Un aumento del tipo implícito al consumo puede corregir en parte esta tendencia. A la vista del gráfico anterior hay margen para aumentar el tipo implícito.
Lo que tenemos hoy en España son impuestos asfixiantes a la inversión empresarial, unos seguros sociales poco visibles y alta presión fiscal al empleo, premiando simultáneamente el consumo. Las consecuencias son un paro estructural y un déficit comercial desbocados.
El sistema tributario español da un fuerte peso a las cotizaciones sociales, siendo seis puntos superior a la media europea. Por otro lado, el tipo es, en la práctica, un porcentaje fijo para todos los niveles salariales, de algo más de un 36%, con topes en la base de cotización. Es decir, porcentualmente los salarios muy altos pagan menos que los bajos.
El sistema se ha hecho a base parcheando al antiguo basado en categorías profesionales y que debería reformarse hacia un modelo con un tipo progresivo. Por otro lado se trata de un impuesto poco visible, al recaer en el empleador la inmensa mayoría del devengo. El tipo que se aplica a cargo de la empresa es de los más elevados de la OCDE. El trabajador tiene la percepción de que los costes laborales que genera son mucho menores de los que realmente son.
Un rápido vistazo a las grandes cifras es suficiente para ver como el tipo impositivo al consumo es bajo y los seguros sociales son altos, es decir, baja imposición al consumo y alta al empleo.
La imposición a la actividad empresarial es más elevada en España que en la media de la UE (7,5% del PIB y 6,7% del PIB, respectivamente)
Pero vayamos un poco más allá. La imposición a la actividad empresarial es más elevada en España que en la media de la UE (7,5% del PIB y 6,7% del PIB, respectivamente). La fiscalidad al capital es similar a nuestros homólogos europeos pero un estudio más detallado arroja cifras muy llamativas.
El documento “Estructura impositiva y capacidad recaudatoria en España: Un análisis comparado con la UE” del Banco de España hace referencia al tipo impositivo que calcula el ZEW (Zentrum für Europäische Wirtschaftsforschung). El estudio del ZEW de 2016 concluye un indicador sintético que sirve para comparar tipos efectivos impositivos que se aplican a las empresas entre países. No se analiza exclusivamente el impuesto de sociedades, sino que se tiene en cuenta el impuesto de actividades económicas, gastos administrativos y otros ocultos.
Como puede apreciarse en el gráfico la fiscalidad sobre la empresa es aplastante en comparación con los países escandinavos y con los relativamente recientes casos de éxito: los países bálticos y, sobre todo, Irlanda. Por otro lado, conviene tener en cuenta que el efecto de una rebaja en la fiscalidad de la empresa genera un efecto multiplicador alto en comparación con otras rebajas impositivas.

Gráfico 2.

Gráfico 2. J.C.B.

Tipo impositivo promedio absoluto a las empresas del informe ZEW 2016

La reforma fiscal que permitiría aumentar la productividad, el empleo y los salarios con efecto inmediato y prolongado, se basaría en las siguientes premisas:
  • Visibilizar las cotizaciones sociales a través de un régimen transitorio en el que se camine hacia una distribución equitativa de la carga entre empresarios y trabajadores sin que se altere el líquido percibido.
  • Sustituir el sistema de base tarifada por un sistema por tipos de gravamen con progresividad, eliminando el tope máximo.
  • Proceder a una bajada de las cotizaciones sociales, especialmente las correspondientes a salarios más bajos, en la medida que suba la recaudación por indirectos y hacer lo mismo con la imposición a la actividad empresarial para aproximarnos a tipos de países en fuerte crecimiento en los últimos años.
  • Subir los impuestos indirectos de los productos ordinarios para aproximarnos a la media europea y reducir la tributación de la energía y las comunicaciones, que suponen, de facto, una carga directa encubierta y una barrera a la generación de valor añadido.
  • Eliminar exenciones y deducciones en el impuesto de sociedades que sólo benefician a las empresas apalancadas y los oligopolios, reducir el gravamen y así dejar de fomentar el endeudamiento.
Otro aspecto fundamental para que esta reforma tenga éxito es reducir drásticamente la industria política, ya que supone un lastre económico que requiere ingentes cantidades de dinero tributario que asfixia al tejido productivo y disminuye drásticamente su capacidad de inversión.
Si todo lo anterior, tan estudiado, no se ha hecho ya, ha sido probablemente por la cobardía de los gobiernos de turno.
Las razones pueden ser varias, como son el complejo de ser acusados de aumentar los impuestos a los trabajadores y disminuirlos a las empresas, de provocar la insostenibilidad de las pensiones, o del hecho de que bajar los impuestos a las empresas pronto haría aflorar la cantinela del neoliberalismo. Barbaridades varias.
El qué no haya entendido que sólo un nivel bajo de desempleo, así como una actividad comercial e industrial autóctona pujante y competitiva son las únicas garantías para garantizar sanidad, educación y pensiones, tiene un grave problema, y mucho nos tememos que la clase política española adolece en su totalidad de esta patología.
PD: Este articulo ha sido redactado junto con mi compañero y colaborador en Ciudadanos D. Antonio Espín.
Hoy les dedicamos el tema “I Want To Break Free” de Queen en recuerdo del último concierto realizado por sus integrantes originales el 9 de agosto de 1986





                                                                         JUAN CARLOS BERMEJO  Vía VOZ PÓPULI

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