Rodríguez Zapatero es visto en los medios
católicos como el presidente del desastre, y no solo por su incapacidad
para afrontar a tiempo la gran recesión, sino porque con él España se
situó en el primer plano de la ruptura moral y antropológica. Pero, al
mismo tiempo, estos mismos medios olvidan que la presidencia de Rajoy ha resultado terriblemente dañina
porque ha consolidado sin mover ni una coma todas las leyes de
Zapatero. Todo lo que dijo como oposición lo ha incumplido, aunque esto
tampoco debe extrañar, a fin de cuentas también prometió que no subiría
los impuestos.
Una de las leyes de
Zapatero de las que existen menos precedentes y consecuentes
internacionales, es un producto esencialmente español, es la ley contra la violencia de género, la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, que consagra como cultura oficial del estado –en esta y en otras como la referida a la identidad sexual (Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas)- la perspectiva de género, y que asumió la tesis de que el hombre por el solo hecho de serlo debe ser castigado con más pena que la mujer a igual delito.
Así se consagró un principio insólito sobre el que se ha construido
toda una política y generado una mentalidad. El hombre, todo hombre,
como presunto culpable. La tragedia que todo esto ha comportado está por
escribir. La tragedia y los costes, porque el estado, las comunidades
autónomas, las diputaciones han gastado una enorme cantidad de dinero
contra esta violencia surgida de la ideología, para alumbrar un gran
fracaso. Porque ahora la constatación es evidente: la ley no ha servido para nada,
al menos para lo fundamental porque se siguen produciendo una media de
unos sesenta asesinatos al año, una cifra que fluctúa en la medida que
lo hacen unos factores muy concretos que la ley ni las políticas
públicas nunca han contemplado. Cuando se dice en los estudios que no
existe una etiología concreta del feminicidio, se está afirmando un
hecho a medias. Del sujeto no, pero de las condiciones que determinan el
homicidio sí. A mayor inmigración, sobre todo latinoamericana, más
víctimas, y lo mismo se puede decir de las parejas de hecho. ¿Significa
esto que la procedencia y/o quienes eligen aquella forma de relación son
peores? Claro que no, en ningún caso. Lo que significa es que la
inmigración conduce a la mujer a emparejamientos de hecho o de
cohabitación, y estos a su vez son mucho más proclives a la ruptura que
los matrimonios. Esto explica que, en términos relativos, las parejas de
hecho ocasionan más feminicidios con relación a los matrimonios en una
proporción de ocho a uno. Es la ruptura el factor explicativo por excelencia del feminicidio de pareja. Esto
es una obviedad matemática que nunca es considerada El luctuoso suceso
se produce básicamente en las previas, durante el proceso, o después de
la ruptura. Este solo factor lo explica todo, o casi. La
mediación, la gestión del conflicto, la atención psicológica, eso sí que
ahorraría muertes y violencia, pero ese tipo de medidas no castiga al
hombre solo ayudan, a él y a la mujer, y eso no es de interés público, porque la ideología de género tiene como una de sus enseñas la criminalización del hombre.
Rajoy
se comprometió electoralmente a remediar el fracaso de la lucha contra
la violencia de género, y puso al frente de la iniciativa a una persona,
la ministra Dolors Monserrat que, por su trayectoria
previa, hacía difícil pensar que revisara los fundamentos de la
legislación fracasada, como así ha sido. La comisión los estudios solo
se ha dirigido a ignorar las causas reales y a castigar a los mismos de
siempre, a los hombres. Algunas de las principales medidas no tienen parangón con ningún tipo de delitos, ni violadores, ni terroristas, han visto mermados sus derechos en los términos que ahora quiere hacerlo el gobierno del PP. Así la autoinculpación y el arrepentimiento no serán un atenuante,
con lo cual se vulnera el principio de la reinserción característico de
la legislación española, porque, de entrada, un sujeto se confiese
arrepentido por su ofuscación momentánea y mortal, ya no será tenido en
cuenta en la petición de pena, abundando de esta manera la penalización
sobre la condición masculina. Pero, hay más, se niega a los hijos el derecho a visita a su padre.
¿Cómo se puede ser tan maligno? ¿Qué culpa tiene el hijo, acaso el
delito por grave que sea puede borrar la paternidad? No se trata de
castigar para reinsertar sino de pura y simplemente venganza.
También se estimula la delación por parte de los vecinos,
que pueden denunciar, aunque la pareja no lo haya hecho, a quien le
parezca sospechoso. Se abre así la puerta a la moral de los delatores,
un estigma para cualquier sociedad libre, porque legaliza la
arbitrariedad y la venganza. ¿Quién podrá reclamar nada a un vecino que,
cumpliendo con lo que quiere el gobierno, diga que el vecino del 4º 3ª
es sospechoso de violencia contra su mujer, aunque después no haya nada
de nada? Para aplicar este engendro, el Gobierno pretende gastar nada menos que 1000 millones de euros
para afrontar 60 víctimas al año. Ninguna sería lo óptimo, pero ese
deseo también vale para los asesinatos que no son de pareja a los que no
se aplica la legislación sobre violencia de género. Vale para la
violencia con las mujeres traficadas para la prostitución en el país de
Europa con un mayor número de ellas, vale para la violencia entre
parejas homosexuales que un reciente estudio de Isabel González relacionada con la Cogam,
el colectivo LGTBI de Madrid señala que un 27% de los hombres y un 34%
de las mujeres LGTBI declaran haber sufrido maltrato, una cifra muy
superior a la de las mujeres heterosexuales, y a pesar de ello están
excluidos de la ley contra violencia de género. Solo hombres, por favor.
1000 millones de euros, venganza y delación es lo que receta Dolors Montserrat,
y Rajoy celebra encantado porque así cumple con su promesa electoral.
¿Y dentro de cinco años cuando estas nuevas medidas y todo este dinero
muestren su fracaso, que harán? Ya se lo decimos Si siguen gobernando
miraran hacia otra parte y Montserrat ya lucirá el título de ex.
Mientras, más sufrimiento, más
arbitrariedad, para no resolver nada. Mientras, sigue huérfana de toda
iniciativa legal y de toda consignación económica, la prevención y lucha
de la violencia contra los menores, de la pederastia que posee un
crecimiento extraordinario, de la violencia familiar contra los
ancianos.
Lo único que cuenta para
Rajoy es castigar al hombre, pero no por tontería ideológica como
Zapatero, sino por carencia de toda idea e ideal que no sea su propio
interés. Y ya se sabe que exigir una ley de este tipo siempre es un aval
de progresismo. Y para quien tiene fama de ayudar a los bancos, a las grandes constructoras de autopistas sin tránsito, y al desastre de la plataforma Castor, siempre es una ayudita.
EDITORIAL de FORUM LIBERTAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario