Se ha perdido toda capacidad de negociación colectiva, salvo en grandes empresas y sectores regulados
La
falta de memoria histórica, y la progresiva individualización de las
relaciones laborales, un sueño de los liberales hecho casi realidad,
está generando una nueva categoría de trabajadores, aquellos
desprovistos de derechos laborales que tendrán una vida laboral plagada
de contratos temporales y/o indefinidos, pero sin capacidad de negociar
absolutamente nada, sabiendo que el único suelo legal es el salario
mínimo interprofesional. Es precisamente la abolición de éste, la
siguiente batalla de los liberales, ya que consideren que frena la
creación de empleo y distorsiona las relaciones laborales, al obligar a
pagar una cantidad fija, independientemente de las ganancias de
productividad.
Se ha impuesto el sueño de los liberales: la individualización de las relaciones laborales
Los
trabajadores poco a poco han ido entrando en el juego perverso de
creerse que los derechos laborales son una rémora para el sistema. Las
vacaciones pagadas o las bajas laborales, netas del fraude que existe,
les perjudican porque si no existiesen estas medidas, sus salarios netos
serían superiores y las empresas se lanzarían a contratar de forma
desaforada, colmando el deseo de la gran parte de las empresas que es
tener plena jurisprudencia sobre las salarios y condiciones laborales,
sin que existan interferencias administrativas, ni por supuesto
judiciales. Es decir, que cada empresa en cada momento pueda decidir el
número de horas de trabajo, sin que existan mínimos o máximos, el
salario que paga, si paga o no las vacaciones o si remunera la baja
laboral o maternal. Este es el edén que buscan los empleadores, alentado
por los resultados empíricos de gran parte de la literatura clásica
sobre el mercado laboral que siguen ganando la batalla poco a poco,
conquistando y eliminando derechos con la aquiescencia de partidos de
derechas, pero también de la izquierda moderada y templada.
Las empresas buscan ahora eliminar cualquier vestigio de jurisdicción administrativa o judicial en las relaciones laborales
A
favor de esta corriente juega la progresiva globalización económica,
que facilita la producción en diferentes partes del planeta, con el
único objetivo de la competitividad precio, blanqueando el dumping
social. La entrada masiva de trabajadores inmigrantes también facilita
la deflación salarial y la propensión a la explotación laboral, como se
manifiesta todos los veranos en las diferentes campañas agrícolas. La
debilidad de las clases trabajadoras se observa en la devaluación
salarial perpetrada por las instituciones comunitarias y los gobiernos
nacionales, la deformación sostenida de la distribución de la renta a
favor de las rentas del capital y una desregulación del mercado laboral
que impulsa la subcontratación, obstaculiza la acción sindical, elimina
la protección a los contratos indefinidos, abarata los despidos, impulsa
múltiples variedades de contratación que precarizan aún más los nuevos
empleos y que encubren con la simpática etiqueta de economía
colaborativa, y/o de demanda, etc.
La globalización, precarización y la ausencia de inflación factores que facilitan la perdida de cobertura sindical
Todo
ello en un mundo prácticamente sin inflación, otro de los miedos
irracionales del mundo clásico a la negociación colectiva y sus triunfos
en materia de incremento salarial. Desde el año 2013, pero ya desde
antes, la tónica de crecimiento de precios se ha ralentizado
sustancialmente. La recesión de la UE,el desplome de los precios del
crudo, o la política de bajos tipos de interés que impulsó Draghi, no
bastan para explicar las muy bajas expectativas de crecimiento de los
precios. Hay que añadir otros factores explicativos: la debilidad de las
clases trabajadoras para defender sus intereses o la dificultad que
encuentran las empresas para trasladar el aumento de los costes a los
precios.
La capacidad de presión sindical
para conseguir mejoras salariales y laborales ha ayudado en los dos
últimos siglos a impulsar la actividad económica, la democracia y el
bienestar social. La utilización del conflicto como forma de presión de
las clases trabajadoras ha sido una herramienta tan útil como la
negociación para consolidar una economía y una sociedad prósperas y
sanas, pero eso ya forma parte del pasado.
La presión sindical y el conflicto, junto a la negociación, han permitido avanzar a la sociedad capitalista
Los
trabajadores, aunque pobres, han decidido que prefieren callar y
aguantar que luchar, y así engordar los beneficios de sus empleadores,
por si éstos deciden repartir alguna limosna tras las duras jornadas de
más de 12 horas, en el campo, por ejemplo, y después de pagar 2 euros
por limpiar una habitación de hotel o 40 céntimos por recoger una lechuga. Para esto hemos quedado.
ALEJANDRO INURRIETA Vía VOZ PÓPULI
No hay comentarios:
Publicar un comentario