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martes, 26 de abril de 2016

EL 26J Y EL PACTO DEL REPARTO

El 26J habrá que volver a las urnas. Las mismas bolas en el mismo bombo no auguran un resultado muy distinto, no en lo importante desde luego. Aunque alguno de los partidos con posibles sufriera un reajuste, incluso de cierta envergadura, seguiremos en la misma tesitura: la necesidad de pactos. Veremos entonces qué de cierto hay en toda esa rumorología que desde hace meses fluye entorno al Partido Popular, a propósito de la continuidad de Rajoy. Demasiadas cábalas sin fundamento. Pueden más los deseos que las realidades, y también el ansia de ajustar cuentas de algunos, para volver a lucir palmito o pluma, que las evidencias. En realidad, a Rajoy le basta mejorar los resultados del 20D en un escaño para enseñar el dedo anular a la tropa que le da por amortizado.
Rajoy como problema es, a lo sumo, un contratiempo que, a la vuelta del 26J, podría resolverse, pero quizá no como algunos esperan. Y es que, si los resultados en las urnas le son mínimamente favorables, podría suceder que sus adversarios terminaran tragando con carros y carretas. Porque habrían de elegir entre pactar con el PP de Mariano o volver a la parálisis. Y una vez desperdiciado un año entero y gastados 130 millones de euros adicionales en nuevas elecciones, lo segundo sería ya Impensable.
La idea de que si Rajoy hubiera desaparecido de la escena, y en el PP se hubieran avenido a razones, el gran pacto habría sido posible y se habría acometido un proceso de reformas, es en buena medida un engaño
La mentira
El gran error, intencionado, por supuesto, ha sido trasladar a la opinión pública inmediatamente después del 20D que el problema era un nombre propio o, si se prefiere, unas siglas. La idea de que si Rajoy hubiera desaparecido de la escena, y en el PP se hubieran avenido a razones, el gran pacto habría sido posible y se habría acometido un proceso de reformas que garantizarían la estabilidad política y económica otras cuatro décadas, es en buena medida un engaño. Los adversarios de Rajoy tampoco guardan en su maletín reformas profundas. Proponen, en el mejor de los casos, una versión corregida de lo que ya tenemos; y en el peor, aumentada.
Mientras que Ciudadanos ofrece sanear el modelo sin cambiarlo, Podemos pretende llevarlo al paroxismo. A medio camino entre ambos, balanceándose a un lado y a otro, está un PSOE en sus horas más bajas. La nota discordante la ponen las tribus políticas locales, que han aprendido a combinar el nacionalismo y el populismo para que sus franquiciados prosperen.  
Aquí lo que nadie dice es que no se vislumbra ninguna apertura, ni política ni económica. Más bien lo contrario. Suceda lo que suceda, después del 26J seguiremos en un régimen partidocrático sin separación de poderes y aferrados al clientelismo. La única salvedad es que si de Iglesias dependiera, terminaríamos como en China, con un partido único. Pero lo que importa son los dineros, esto es, la reforma fiscal y, en concreto, el sostenimiento a corto plazo del tinglado. Parafraseando a Groucho Marx: ¿Por qué dicen reformas cuando quieren decir impuestos? Por eso unos y otros se han vuelto, de puertas afuera, más calvinistas que Calvino. Y han hecho causa general de los llamados “Papeles de Panamá” para cargarse de razones en su nueva caza de brujas.
Alrededor de un esquema tan elemental, tan burdo, giran las estrategias de unos y otros, si es que se puede llamar así a la pulsión demoscópica que domina a todas las fuerzas políticas. Que las posiciones de los respectivos capos se fortalezcan o debiliten va a depender a lo sumo de ganar un puñado de escaños o perderlos. En este terreno de juego tan estrecho, que es el que corresponde a jugadores tan mediocres, es donde maniobran unos partidos que aspiran a tocar poder y entrar en el gobierno, sea con un Presidente o un ministro de Marina.
La ideología del gasto
La prueba de que el consenso por la pasta es un hecho es que conceptos como “políticas sociales” o, su derivada más estupenda, “gasto social” se han vuelto transversales. Una vez entendida la política como la mercadotecnia del voto, ningún político se arriesgará a ir en dirección contraria cuando lo fácil, lo cómodo para sumar apoyos, es dejarse llevar por la corriente. Si la masa enfila directa al precipicio, lejos de persuadirla para que gire en redondo, el candidato trotará a su lado alegremente recolectando votos. Hay antecedentes. Recuerden al ex ministro Solbes animando a la gente a gastar en 2009 mientras Zapatero se dedicaba a salvar el mundo. Después de aquel sabio consejo, y de años de buenismo con el Plan E de corolario, la masa terminó despeñándose. Luego vinieron los recortes, por llamarlo de alguna manera. Más tarde, con Rajoy, 53 subidas impositivas. Y el déficit ha seguido por donde solía. Ya se sabe que el común, además de irresponsable, es idiota. Lo afirman cada vez más analistas: “la sociedad española está infantilizada”. Y tienen razón, para qué negarlo. Hoy, además de infantilizada, tiende a irse a los extremos. Otro gran logro de esta clase política que gira cual veleta.
Quien siga en Las Batuecas sólo tiene que ver el nuevo spot de la Agencia Tributaria
Pero no hay que preocuparse, según el partido de Albert Rivera, si gastamos en educación el 5% del PIB nuestras taras se arreglan. Una vez desasnados, todo lo demás vendrá rodado. Hasta entonces, habrá que ver la manera de poder seguir gastando 470.000 millones de euros al año, a razón de 40.000 millones mensuales. Porque eso es lo que nos cuesta el tinglado tal cual está montado. No es de extrañar que en vez de desmontarlo, desde Rajoy a Iglesias, pasando por Sánchez y Rivera, todos hagan votos para que dure eternamente y estar en primera fila. Si hoy muchos se consideran afortunados por tener un trabajo y ganar 1.000 euros mensuales, imagínense la motivación de los grupos de interés que ven a tiro un pastel semejante.
Si a esto se reduce el problema de la gobernabilidad de España, y todo indica que así es, no es arriesgado aventurar que el final del culebrón fue siempre el pacto. Con Rajoy o sin Rajoy, el rajoyismo montoriano vino para quedarse. Quien siga en Las Batuecas, sólo tiene que ver el nuevo spot de la Agencia Tributaria. El cuento de la redistribución de la riqueza contado en 20 segundos; es decir, el régimen en una píldora.

                                                                     JAVIER BENEGAS  Vía VOZ PÓPULI

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