Alguien ha puesto el ventilador en función turbo y los papeles de Montoro compiten con los de Panamá. La fosa rebosa.
El ejercicio de la política en Cataluña ha reverdecido la máxima de que hasta el último segundo no puede descartarse un gol en el último minuto, que hasta el rabo todo es toro, que la última hora es el Pleistoceno y que el partido de España está en la prórroga. Una canasta de tres y jaque mate. Cábalas, incertidumbres y el Rey pasmao mientras la crónica social es el registro de entradas y salidas de la trena. Alguien ha puesto el ventilador en función turbo y los papeles de Montoro compiten con los de Panamá. La fosa rebosa.
Dadas las circunstancias, hacer tabla rasa es el parecer general de los políticos. Se ejecuta el flashback de Cuerda en Amanece que no es poco y todos a votar el 26 de junio. Sin embargo, la consigna de echar a Rajoy cala incluso en el PP. La tentación es evidente y este es un país gamberro capaz de darse el gusto de quemar un bosque para admirar el incendio, por la cara, sin ánimo de lucro ni offshores en vinagre.
Ángela Merkel y Miguel Valls han tomado cartas en el asunto, pero sus gestiones son mensajes en una botella. Europa nos dirá cuánto podemos gastar, pero no con quién y si en vino. ¡Hasta ahí podíamos llegar! En la casa de apuestas brexit.uk, la Liga es razón de más, de modo que la timba está al cincuenta por ciento porque con los españoles nunca se sabe.
Una mitad cree que Rajoy conseguirá la repetición del penalti o de las elecciones y la otra suspira por una solución a lo grossen o a lo bonzo, tanto da.
Nadie daba un duro por Mas y Nadie tenía razón. Hace pocos meses mucha gente perdió dinero con lo de las nuevas elecciones en Cataluña. Y este miércoles, Dios mediante, el presidente en funciones y el president por la cara se las verán en Moncloa. Ninguno de los dos sabe a ciencia cierta qué será de ellos a un mes vista. En eso son exactamente igual que un camarero de chiringuito.
Por lo demás, la política está como el fútbol, un pañuelo entre dos equipos de Madrid y uno de Barcelona a falta de cinco jornadas. En el entreacto, el ministro de Justicia Catalá brinda con el imputado Mas por el futuro del planeta en Fonteta, idílico enclave del Ampurdán. Están en la comida de directivos de un clásico. Tres ministros más y dos cabecillas del procés son testigos. Aquí hay colillas y huele a tabaco.
Esto no ha hecho más que empezar y queda todo el tiempo del mundo, hasta finales de mes como mínimo. Pueden levantarse de sus asientos, en cinco minutos volvemos. Tic, tac, publicidad.
PABLO PLANAS Vía LIBERTAD DIGITAL
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