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domingo, 9 de febrero de 2020

¿A qué está jugando el Gobierno con la dictadura venezolana?

En pleno escándalo por el encuentro de Ábalos con la número dos chavista, Zapatero ha corrido a verse en Caracas con ella y Maduro.


 

E. M.


 
Lo que están haciendo el Gobierno y el PSOE en relación con Venezuela es una indignidad y pura mofa al conjunto de los españoles. Porque el hecho de que, en pleno escándalo por el encuentro de Ábalos con la número dos del régimen chavista -asunto del que todavía queda casi todo por esclarecer-, Zapatero haya corrido a reunirse en Caracas con la misma Delcy Rodríguez y con Maduro, confirma que Moncloa mantiene algún juego peligroso con la dictadura bolivariana que mancha la imagen exterior de España. En política no existen las casualidades inocentes. Y tampoco cabe pensar que en un asunto tan sensible para nuestra diplomacia el ex presidente actúe por libre, aunque ayer Exteriores se desmarcara de él. Si está ejerciendo de nexo entre Sánchez y Maduro, sería de una gravedad extraordinaria que exige explicaciones inmediatas.
Hubo un tiempo en el que el ex presidente socialista realizó una labor de mediación real entre la tiranía chavista y la oposición para buscar una solución dialogada al conflicto político en Venezuela. Pero hace ya años que no cumple ese papel. Primero, porque Maduro no solo no tuvo voluntad de negociación, sino que se deslizó por la senda totalitaria y acabó con los últimos resortes democráticos que quedaban en el país, como demostró cuando dio un autogolpe para despojar de sus funciones a la Asamblea Nacional, con una mayoría opositora que venció en las urnas. Y, segundo, porque el escoramiento de Zapatero hacia las tesis chavistas le inhabilitaron como interlocutor válido para la oposición. Por ello, no se sabe qué finalidad tienen sus reiterados viajes a Caracas, en calidad de qué acude y con qué respaldos. En todo caso, sus acciones condicionan la capacidad de maniobra del Gobierno de España y marcan su política exterior con Latinoamérica.
No se olvide tampoco que desde Moncloa se sigue sin exigir a Zapatero qué explique la trama del que fuera su embajador en Venezuela, Raúl Morodo. Como ha desvelado EL MUNDO, el chavismo le dio 35 millones de euros con algún objetivo que sigue sin esclarecerse, que desde luego ni empieza ni acaba en su solo enriquecimiento personal por su cara bonita.
Es muy preocupante el giro en la política hacia Venezuela, comprometiendo seriamente los intereses de España, sin ninguna justificación a la opinión pública ni al Parlamento. Se ha pasado de que nuestro país estuviera alineado con sus socios de la UE y EEUU en el reconocimiento a Juan Guaidó como presidente encargado del país caribeño a hacerle un desplante en su reciente visita a Madrid a la vez que se agasaja a los prebostes bolivarianos. En la Casa Blanca, como ayer subrayó un portavoz, hay gran malestar por el episodio de Delcy Rodríguez, que evidencia que el Gobierno español no está cumpliendo las sanciones impuestas a Venezuela. Ábalos pudo incurrir en prevaricación; su negativa a asumir responsabilidades políticas empuja a que el asunto se judicialice.

                                                                   EDITORIAL de EL MUNDO

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