Downing Street está barajando una idea que desde hace tiempo le ronda a Boris Johnson por la cabeza: la construcción de un puente de 35 kilómetros
La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon. (Reuters)
Downing Street está barajando una idea que desde hace tiempo le ronda a Boris Johnson por la cabeza: la construcción de un puente de 35 kilómetros para unir Irlanda del Norte y Escocia. Los ingenieros advierten de las dificultades técnicas que entraña el proyecto. Aunque realmente la pregunta que cabe hacerse ahora es cuál de las dos naciones podría haberse independizado en primer lugar para el momento en el que la estructura estuviera finalizada.
En Dublín, el Sinn Féin ha hecho historia al convertirse en el partido más votado en unos comicios en los que se presentó con la promesa de un referéndum de reunificación de la isla para 2025. En Edimburgo, Nicola Sturgeon quiere celebrar la consulta de secesión tan pronto como finales de este año. Se antoja prácticamente imposible un calendario tan a corto plazo, pero la ministra principal escocesa cada vez está más decidida a convocar el plebiscito igualmente, incluso sin el consentimiento de Londres. Eso sí, solo si es considerado legalmente legítimo por los tribunales.
"Si la mayoría del Parlamento de Edimburgo apuesta por un nuevo referéndum y la mayoría de los escoceses son obligados además a salir de la UE en contra de su voluntad, no descarto acudir a los tribunales si el Gobierno central continúa con su negativa. No era mi prioridad, pero es un opción que ya no descarto. Hasta ahora no hay ningún precedente sobre este escenario. Pero si los jueces nos dieran la razón, desde luego que celebraríamos una consulta, porque en ese caso, ya no sería ilegal", ha matizado la líder del SNP este martes en la Foreign Press Association.
Tras su paso el lunes por Bruselas – donde aseguró que mantendrán la armonización en materia legal con la UE en la medida que se pueda por las competencias con las que cuentan el Gobierno y el Parlamento de Edimburgo- a la soberanista le tocaba hablar con los corresponsales congregados en la capital británica. Al fin y al cabo, trasladar su mensaje a comunidad internacional es parte vital de su estrategia.
Sin seguir los pasos de Cataluña
Por cierto, en la cita recordó la palabras pronunciadas recientemente por el expresidente del Consejo Europeo Donald Tusk, quien admitió que al otro lado del Canal de la Mancha hay una cierta "empatía" hacia la hipotética posibilidad de que una Escocia independiente se adhiriera en un futuro al bloque.
Por otra parte, la soberanista dejó muy claro que no quiere seguir los pasos de Cataluña. "Para lograr la independencia, el referéndum debe ser legal y legítimo. Esta legalidad debe estar más allá de toda duda. De otra manera, el resultado, aunque sea favorable, no sería reconocido por otros países", ha recalcado.
Hasta ahora, Sturgeon se había mostrado reacia a celebrar un plebiscito consultivo unilateral. Pero, poco a poco, va cediendo a las presiones de sus propias filas para trasladar la batalla política al escenario legal.
En lo que va de año, tres encuestas han dado la victoria a la secesión en caso de que se celebrara hoy en día una consulta. Se trata del primer impulso para los soberanistas desde el histórico referéndum -consensuado con el Gobierno central- celebrado en 2014, donde el 55 % de los escoceses votó en contra de la secesión. Entonces, tanto Londres como Edimburgo acordaron que se trataba de un plebiscito único en una generación. Sin embargo, ahora Sturgeon considera que el Brexit ha cambiado por completo las reglas de juego.
Y tras ganar 47 de los 59 escaños reservados a Escocia en la Cámara de los Comunes en las últimas elecciones generales de diciembre, Sturgeon cree que tiene un mandato claro para llevar su órdago secesionista adelante.
En cualquier caso, el SNP no está exento de problemas. Tras más de 12 años al frente del Gobierno escocés, las filas están dividas y diferentes episodios ante ratios académicos rezagados respecto a los ingleses o aperturas tardías de hospitales dan la munición perfecta a Johnson para argumentar que lo que llama "obsesión" con la independencia está llevando a la formación a ignorar sus primeros deberes con el pueblo escocés.
Por otra parte, los escándalos sexuales no ayudan. El responsable de Finanzas del gobierno autónomo, Derek Mackay, se vio obligado a dimitir la semana pasada -justo el día en el que tenía que presentar el presupuesto- tras salir a la luz que había acosado con cientos de mensajes en las redes a un adolescente de 16 años. El episodio tiene lugar cuando apenas quedan días para que se conozca la sentencia sobre el juicio del que fuera ministro principal escocés, Alex Salmond, el "Braveheart del siglo XXI", por 14 delitos sexuales, incluyendo dos intentos de violación.
Control del Parlamento
Con todo, el SNP tiene muchas posibilidades de conseguir mayoría absoluta en los próximos comicios al Parlamento de Edimburgo el próximo año. Y esto sí que incrementaría la presión contra Johnson de manera considerable.
En su día, Escocia fue considerado uno de los principales bastiones de los laboristas. Pero estos llevan tiempo desaparecidos del mapa y, a nivel nacional, no cuenta ahora si quiera con un líder para sustituir a Jeremy Corbyn.
Por lo que está claro que los independentistas plantearán los comicios de 2021 en Edimburgo como una batalla entre el SNP y los 'tories'. Hay rumores de que la carismática Ruth Davidson -la que fuera líder de los conservadores escoceses y que dimitió ante la insistencia de Johnson de un Brexit aun sin acuerdo- podría volver a escena convertida en baronesa. Aunque, de momento, tan sólo son rumores porque las desavenencias entre Davidson y Johnson han quedado más que claras.
De momento, el inquilino del Número 10 se ha autoproclamado el primer ministro de la "unión" y de cara a las negociaciones sobre un acuerdo comercial post Brexit con la UE ha otorgado especial protagonismo a los pescadores escoceses y el control de las aguas, aun cuando la pesca en general tan solo representar en torno al 0,1 % de la economía británica.
Por otra parte, el líder 'tory' también estudia renovar la llamada fórmula Barnett –utilizada por el Tesoro para calcular las cantidades que se tienen que otorgar a Irlanda del Norte, Gales y Escocia para su propia gestión-.
En cualquier caso, Johnson es el primero que sabe que los argumentos económicos pueden ser ignorados cuando hay un buen mensaje emocional. Y el emblema de "recuperar el control" que tanto repitió durante la campaña del Brexit, quizá sirva ahora de fuente de inspiración en Edimburgo.
CELIA MAZA Vía EL CONFIDENCIAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario