En el lenguaje y pensamiento social,
ideología y utopía son dos términos que expresan constructos
sociopolíticos frecuentemente contrapuestos, y muy presentes en el
debate político desde la ambigüedad que les caracteriza. Sin entrar en
valoraciones y prescindiendo de las múltiples patologías derivadas de su
aplicación práctica, hoy se puede afirmar, que las dos son necesarias y
muchas veces complementarias. La ideología, como producto social capaz
de crear identidad, y fundamental para la convivencia desde la triple
función que se le asigna, integrar, legitimar y estabilizar. Y la utopía
como impulsora de la ideología cuando esta se anquilosa y momifica
haciendo enfermar el tejido social.
Desde estas perspectivas podemos asegurar
que la Europa actual vive en una situación de encrucijada. Aquel
proyecto europeo de “solidaridad de hecho” con el que soñaron sus padres
(Declaración Schuman 1950) ha desaparecido de su memoria histórica. La
peor muestra de su ideología (la Europa de los mercaderes) se ha
significado con toda su crudeza en el asunto de los refugiados. Y es
desde esta encrucijada desde donde el Papa Francisco, en su discurso al
recibir el Premio Carlomagno, se ha permitido soñar: “Sueño una Europa
de la cual no se pueda decir que su compromiso por los derechos humanos
ha sido su última utopía”.
Europa, en su recorrido histórico de los
últimos tiempos, ha ido soltando por el camino importantes dimensiones
de su proyecto originario: sus raíces cristianas, su cultura humanista;
el equilibrio entre el norte rico y el sur que languidece, entre zonas
rurales subdesarrolladas y zonas superpobladas e industrializadas, entre
lo que desean acoger la inmigración y entre los que la rechazan…
Ante esta “Europa anciana” que ha vendido
su alma a la ideología del dinero y de la eficacia, y delante de sus
gobernantes, el Papa ha planteado sus sueños. Sueños con la mirada
puesta en los que vienen en busca de acogida, para que el ser emigrante
no sea un delito; en los enfermos y ancianos para que no sean objetos de
descarte; en los jóvenes para que puedan respirar el aire limpio de la
honestidad;a favor de políticas familiares centradas más en los rostros
que en los números, en el nacimiento de hijos más que en el aumento de
los bienes…En fin, sueños cargados de esperanza para “ayudar al renacer
de una Europa cansada, pero todavía rica de energías y de
potencialidades”.
GRUPO AREÓPAGO Via FORUM LIBERTAS
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