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lunes, 20 de junio de 2016

PERSONAS Y PROYECTOS

Los medios han destacado en estos días la claridad con la que Albert Rivera ha afirmado que no apoyará un Gobierno presidido por Mariano Rajoy, ni por activa con los votos de los diputados de Ciudadanos, ni por pasiva con su abstención. En otras palabras, que no contempla que el actual jefe del Ejecutivo siga en su puesto a partir del 26 de Junio si puede impedirlo con la fuerza de la que disponga en el Congreso. Rápidamente, desde la cúpula del Partido Popular y desde los altavoces afines en la prensa se ha acusado a la formación naranja de poner vetos y de interferencia intolerable en los asuntos internos de otra opción electoral. Asimismo, se ha dejado entrever que, pese a la rotundidad con la que Rivera ha expresado sus intenciones, al final no cumplirá su amenaza y se tendrá que plegar a la necesidad de que España disponga de un Gobierno estable, habida cuenta del enorme daño que la presente incertidumbre está causando ya a la incipiente recuperación. La comparación con la CUP y su derribo de Artur Mas se ha esgrimido también como argumento descalificador, presentando a Ciudadanos como imitador del comportamiento intransigente y sectario de una horda antisistema.
No hay que contemplar la negativa de Ciudadanos a Rajoy como una obstrucción, sino como una pieza determinante de un proyecto para España
Con el fin de examinar esta cuestión en toda su amplitud hay que tomar en consideración varios factores, relevantes todos ellos. El primero es que a la hora de acordar un pacto de gobiernose debe abordar un programa y, asunto no menor, quién lo ha de llevar a cabo. Los equipos son un componente esencial de cualquier propósito común y, por consiguiente, no hay que contemplar la negativa de Ciudadanos a Rajoy como una obstrucción, sino como una pieza determinante de un proyecto para España. Hay nombres que por sí solos son garantía de triunfo o de fracaso a la luz de sus biografías conocidas. El segundo es que Ciudadanos concibe la próxima etapa política de nuestro país como un tiempo de renovación y reforma demuestra una actitud razonable y un respeto sin fisuras al interés general. Dentro de este marco de una lógica tan aplastante, sustentar desde fuera, y no digamos ocupar carteras, en un Gobierno presidido por Mariano Rajoy equivaldría a que Ciudadanos abandonase las premisas básicas de su propuesta y de su doctrina, lo que le conduciría irremisiblemente al descrédito y al fracaso. No hay, pues, veto a una persona concreta, sino coherencia absoluta con una visión de esperanza y de éxito para una Nación a la que la pasividad, el oportunismo, la cobardía y la indecencia de demasiados de sus dirigentes han situado en la angustia de la duda y en el páramo del desaliento.profundas, lo que implica que los que la dirijan han de estar capacitados para tal empresa. Y el tercero es que Albert Rivera ha establecido sin equívoco alguno, tal como sus posiciones a la hora de facilitar la formación de gobiernos municipales con socialistas y populares han demostrado, que no admite ninguna sombra de corrupción y que, tras el vendaval de estiércol que ha barrido a los viejos partidos a lo largo de las pasadas décadas, hay que proceder a una limpieza implacable de nuestras instituciones en las que nadie manchado por la venalidad puede ocupar cargos de representación o de gestión.
Analizado el asunto a través este prisma interpretativo, el rechazo a Rajoy cobra indudable solidez. Es difícil creer que un inmovilista conspicuo que ha desperdiciado cuatro años de mayoría absoluta sin emprender ninguna de las reformas estructurales que España demanda a gritos, se transforme de repente en un motor incansable de regeneración y mejora, en definitiva, el viejo dicho sobre el olmo y las peras. Tampoco resulta verosímil que una voluntad insobornable de saneamiento de un sistema político podrido tenga en su cúspide ejecutiva al emisor del famoso SMS “Luis, sé fuerte”, al encendido orador del “te quiero, Alfonso, c…, te quiero”, al clarividente profeta del “Yo quiero para España un Gobierno como el de Jaume Matas en Baleares” o al enfático tribuno parlamentario del “Nunca he manejado dinero negro, nunca he sabido que en el Partido Popular se manejase dinero negro, nunca he autorizado el uso de dinero negro, ni nunca he recibido dinero negro”. El hecho incontrovertible de que el PP está procesado por haber pagado las obras de remodelación de su sede central con fondos opacos procedentes de comisiones ilícitas contrasta llamativamente con esta detallada proclama.
Ciudadanos demuestra una actitud razonable y un respeto sin fisuras al interés general
El anuncio de Ciudadanos de que está dispuesto a hablar con todos los grupos políticos que respeten la Constitución, lo que excluye a los independentistas, y que se inclinen por el cambio sensato y no por la ruptura traumática, lo que elimina a Podemos de la ecuación, demuestra una actitud razonable y un respeto sin fisuras al interés general. Dentro de este marco de una lógica tan aplastante, sustentar desde fuera, y no digamos ocupar carteras, en un Gobierno presidido por Mariano Rajoy equivaldría a que Ciudadanos abandonase las premisas básicas de su propuesta y de su doctrina, lo que le conduciría irremisiblemente al descrédito y al fracaso. No hay, pues, veto a una persona concreta, sino coherencia absoluta con una visión de esperanza y de éxito para una Nación a la que la pasividad, el oportunismo, la cobardía y la indecencia de demasiados de sus dirigentes han situado en la angustia de la duda y en el páramo del desaliento.


                                                         ALEJO VIDAL-QUADRAS  Vía VOZ PÓPULI

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