No tenía necesidad de meterse en el fregao. El bolsillo ya estaba cubierto tras su salida de BBVA. El reconocimiento del sector ya existía. Tampoco José Ignacio Goirigolzarri es un banquero de elevado ego. El caso es que decidió hacerse cargo deBankia cuando aquello era Vietnam. Levantó alfombras y el diámetro del saqueo de los políticos a las antiguas Caja Madrid y Bancaja puso a España al borde del rescate. Levantó más alfombras y aparecieron las tarjetas ‘Black’. Sí, aquellas que pagaban flores, comilonas, noches de copas, algún mueble de cocina y lencería de encaje con el dinero de todos. Repugna recordar aquello que decían algunos antiguos presidentes de que “la Caja (de ahorros) no es de nadie”. ¡Comencemos el saqueo!, les faltaba pronunciar en alto. Levantó más alfombras y se encontró con las golfadas de Rodrigo Rato. Otro político prominente. Los contratos del exvicepresidente con su testaferro Alberto Portuondo, por ejemplo.
Pero Goiri no sólo sacudió alfombras. También carga con las mochilas de los políticos. La de las preferentes ya está prácticamente vacía. Otro muerto enterrado. En este ejercicio anda con la compensación a los miles de accionistas que invirtieron en la salida a Bolsa. Hasta la fecha, Bankia ha devuelto ya 1.627 millones a 190.000 accionistas minoritarios. Aún hay pendientes otras 33.000 reclamaciones en los juzgados por valor de 400 millones. Un pago que puede tener retorno en función del devenir del ‘caso Bankia’. La prórroga a la que se aferran en la entidad para recuperar este dinero por adelantado.
Goirigolzarri y su equipo han saneado Bankia con los 19.000 millones del rescate y el traspaso de la chatarra inmobiliaria a la Sareb
En paralelo, Goirigolzarri y todo su equipo han puesto orden en Bankia. La sanearon con los 19.000 millones del rescate y el traspaso de la chatarra inmobiliaria –fomentada por los políticos- a la Sareb. Reordenaron su red. Cambiaron conceptos, horarios y productos por las limitaciones de Bruselas. Han convertido a Bankia en una franquicia rentable. Su ROE, del 8,2%, es el segundo más alto del sector. Sólo superado por Bankinter. Un camino que sólo se consigue deshaciendo todas las malas prácticas de los políticos al frente de una entidad financiera: siendo estricto ante el riesgo, poniendo el foco en las recuperaciones, reestructurando operaciones con sentido financiero y financiando proyectos viables y no a golpe de llamada del amiguete de turno. La práctica común de los políticos con mando en plaza en una entidad financiera.
“Lo único que ha hecho mal Goiri es no cambiarle el nombre a Bankia porque aún faltan años para que desaparezca el estigma de su pasado”, decía estos días un reconocido banquero delante de un café. El cambio de marca llegó a plantearse, en el verano de 2012, por la mala reputación que tenía entre los clientes. Cuatro años después, tan solo falta culminar la privatización, la última injerencia del mundo político, para que el nuevo equipo haya dado la vuelta a Bankia como un calcetín. Y se hayan devuelto las ayudas públicas. Todas o en parte. Hasta la fecha, 1.304 millones.
Pero el proyecto de Goirigolzarri se topa de nuevo con los políticos este domingo. El famoso, y dichoso, 26J. Y el banquero vasco, que además de buen sentido del humor, es un tipo honesto reconoce que su presidencia en Bankia no es compatible con la llegada de Unidos Podemos a Moncloa. No es otro mensaje que pretenda meter miedo contra el partido morado. Ni tampoco una huida ante la banca pública. Es un acto de coherencia frente a su proyecto en Bankia y su libreto de hacer banca.
“No comparto el modelo de banca pública”, reconoció la pasada semana en Santander durante su intervención en el curso de la APIE. Y lo justificó por tres razones: la primera es que dijo no conocer “ningún ejemplo de banca comercial que sea pública y sea un modelo sostenible y no conozco ningún caso de banco sostenible que se utilice como instrumento de política económica”.
Podemos pretende convertir Bankia y BMN en máquinas de financiar su economía de Estado
Segundo, porque si se usa un banco público “como elemento contracíclico, para conceder más créditos, el resultado es que llegará la necesidad de realizar más provisiones en el futuro” por la morosidad, porque “siempre dar más crédito de esta forma lleva a problemas y a las crisis financieras”. Por último, aludió a la injerencia política y dijo sentirse “profundamente” sorprendido por “la poca memoria”, puesto que en España existía un modelo de banca pública “y me acuerdo a quién representaba: a partidos políticos, sindicatos y patronales y es evidente a dónde nos llevó ese modelo. Estamos comprometidos con un mandato de gestión sin injerencias políticas para así poder devolver las ayudas a los contribuyentes: Si el mandato se modifica, ya veremos”.
El mandato se modifica, sin duda, con la llegada de Podemos. La formación morada pretende convertir Bankia y BMN, la otra entidad nacionalizada, en máquinas de financiar su economía de Estado con independencia de cómo afecte a la salud (capital) de las entidades. “Los criterios de actuación de la banca pública deben ser diferentes a los de la privada”, esgrime el programa de Podemos.” Aunque la rentabilidad será uno de ellos (para que funcione de forma sostenible)”, prosigue, “no será el único y la banca pública estará más orientada a financiar infraestructuras, equipamientos públicos, además de proyectos empresariales de largo plazo dentro de una política industrial coherente que apueste por superar las actuales carencias tecnológicas y de capitalización que tienen importantes sectores económicos. Colectivos sociales con problemas de acceso al crédito (principalmente en relación con la vivienda) y pymes”.
Precisamente, este uso social de la banca, el de financiar operaciones de riesgo como propone Podemos, es inviable en un contexto en el que la regulación bancaria europea e internacional exige más provisiones a las entidades para cubrir sus riesgos de crédito. Ese manguerazo hipotecario y de créditos al consumo que nos trajo la burbuja es lo que generó el agujero de Bankia. Y es lo que lo volvería a generar si se vuelve a esa senda de café para todos, de aplauso fácil pero de efectos devastadores para el balance.
Ese manguerazo hipotecario y de créditos al consumo que nos trajo la burbuja es lo que generó el agujero de Bankia
La salud futura de Bankia (y BMN) tampoco parece ocuparle mucho a los podemitas con sus propuestas de reestructuración de deuda hipotecaria y dación en pago, incluso llegando a ser retroactiva. Perdonar estas deudas a cambio de la entrega del activo es volver a castigar los balances con nuevas provisiones que tendrán un efecto contractivo del crédito. Así lo dicta la lógica financiera. El populismo expandirá el balance, según el libreto que ha presentado en formato Ikea, para financiar todo lo financiable. Tenga o no justificación de rentabilidad. De algún sitio habrá que sacar los 60.000 millones de dinero público que pretenden inyectar a la economía.
Entonces, Bankia volvería a ser un problema. Y lo peor de todo es que se habría vuelto a necrosar con ingentes cantidades de dinero público. Dinero de todos. Todavía recuerdo aquella frase de Goirigolzarri, nada más tomar la sala de máquinas de Bankia: “Las ayudas son capital y no se devuelven”. Las críticas fueron feroces. La piel estaba muy sensible tras el rescate. Ahora, sin embargo, el libreto de Podemos no sólo no contempla devolver los más de 22.000 millones de dinero público (no se hace mención en todo el programa), sino que pretende utilizar el ‘juguetito’ con el dinero de todos, vía impuestos, a su antojo. Y se les aplaude.
No volvamos a convertir Bankia en un problema. Dudo que Goiri volviera a aparecer tras esa segunda tierra quemada.
MIGUEL ALBA Vía VOZ PÓPULI
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