Un padre misionero que está en la frontera desde hace años, a miles de kilómetros de Roma, me escribe: “Ya no es posible tener dudas sobre dónde nos está llevando quien gobierna la Iglesia: a un punto en el que quién está vivo tiene, por fuerza, que reaccionar. ¿Cuánto más podemos permanecer en silencio?”.
Sin embargo, mientras tanto él ha roto su silencio. Y lo ha hecho con estas dieciséis fulminantes reflexiones.
Convertirse… ¿a qué?
1. Ya está claro. La Iglesia católica ya no es la que era antes de 2013. Y me gustaría ver si alguien consigue definir qué es la Iglesia católica hoy.
2. Y me planteo este problema porque me afecta personalmente. Si tengo que presentar la Iglesia a quien está fuera de ella, necesito saber, sobre todo, a qué tipo de Iglesia pertenezco. Y, en segundo lugar, ¿qué tengo que decir?
3. Nosotros que vivimos en países de misión, en los que hay tantas religiones que viven más o menos en armonia, nos distinguimos, más que por la doctrina y las teorías, por la vida práctica, el hábito, las leyes, las costumbres, las obligaciones.
Por ejemplo, los musulmanes no comen cerdo, se circuncidan, observar el ayuno durante el Ramadán, se pueden divorciar y casar varias veces, pueden tener dos o más esposas, rezan cinco veces al día, sobre todo el viernes, etc.
Los hindúes no comen carne bovina, ayunan antes de algunas fiestas, las mujeres se casan una sola vez incluso si muere su marido, honran a un gran número de divinidades, creman a sus muertos, etc.
¿Y los cristianos católicos? Hasta hace algún tiempo se podían casar una sola vez hasta la muerte de uno de los cónyuges, sus sacerdotes y religiosas debían de permanecer célibes, obedecían al Papa, eran devotos de la Virgen y de los santos, no creían en brujos y espíritus, no hacían sacrificios animales, en la iglesia los hombres y las mujeres rezaban juntos, comían cualquier tipo de carne o pescado, el domingo tenían la obligación de descansar e ir a misa, etc.
4. Jesús resucitado mandó a sus apóstoles a bautizar a todos los pueblos de la tierra en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así se ha difundido el cristianismo y ha plasmado las costumbres, las leyes y los hábitos de civilizaciones enteras. Todo esto ha tenido como fruto muchos mártires y santos, muchos de los cuales tuvieron experiencias místicas que nos hicieron partícipes de destellos del paraíso.
5. Para tener todos estos dones y gracias, estas personas se han convertido y han abandonado con muchas privaciones sus comunidades de origen y su modo de vivir.
6. Pero ahora yo, como misionero, ya no sé qué es la Iglesia católica. Y desde que observo que el Papa, los cardenales y los obispos gradual e inexorablemente toleran el adulterio, aprueban la sodomía, bendicen los matrimonios homosexuales, admiten la igualdad de la salvación con las otras religiones… ¿a qué tipo de conversión tengo que invitar a los demás?
7. Lo mismo vale también para cualquier persona en Occidente que tal vez sea atea o no creyente. ¿Por qué razón debería convertirse y aceptar nuestra fe si profesamos todas estas cosas? Entiendo ahora algunas frases del Papa en las que dice que no hay que hacer proselitismo. Se necesita mucho valor para intentar convencer a las personas a que crean en estas aberraciones.
8. Por suerte, nuestros obispos aquí, en misión, no hablan de todas las cosas extrañas que se discuten en Roma. La única novedad es que ahora hacen un poco más fáciles los procesos de nulidad de los matrimonios, a pesar de que la gente no lo acepte de buena gana, dado que han aprendido que el matrimonio no se debe anular en ningún caso.
9. El riesgo es que se llegue al escándalo que, en este como en otros países de misión, sólo los cristianos, protestantes y católicos, aprueben el adulterio y la sodomía. De hecho, entre los musulmanes y los hindúes el adulterio (es decir, una relación fuera del matrimonio) es un crimen que es castigado a nivel comunitario y civil. La sodomía está considerada un acto gravísimo y es motivo de reprobación. La poligamia de los musulmanes no tiene nada que ver con el adulterio porque es un contrato social ratificado por el rito matrimonial, con todas las obligaciones de mantenimiento de las esposas y de los hijos.
10. Lo tragicómico de todo esto es que en otras religiones, aun sin conocer el Evangelio, no faltan normas morales sólidas y basadas en el sentido común y la naturaleza, mientras que ahora el cristianismo, en sus líderes oficiales, fomenta y apoya el modo de vivir y la moral de los tiempos precristianos. ¡Jesús ha venido para nada, entonces!
11. En Alemania hay incluso quien se burla de los obispos de África tachándolos de retrógrados, porque en su continente está prohibida la homosexualidad. Falta sólo que se fomente un nueva “evangelización” en nombre de este nuevo evangelio al que se le ha dado la vuelta, es decir, en realidad, una nueva imposición de las falsas conquistas antropológicas de Occidentes a los pobres que tienen la mente sana.
12. Lo que no entiendo es la sumisión y el silencio de tantos obispos y sacerdotes. No veo ni siquiera una resistencia pasiva. Los mártires se enfrentaban a la muerte. Pero hoy, sólo algunos laicos que no están vinculados a estructuras eclesiásticas hablan en voz alta, mientras que sacerdotes y obispos – salvo raras excepciones – callan por miedo a chantajes y acusaciones infamantes.
13. Se sigue predicando que no hay que dividir, sino unir. Y por lo tanto, permanecer callados, porque una oposición abierta causaría demasiado daño a la Iglesia. Pero esta actitud respetuosa acaba favoreciendo precisamente estos desastres.
14. El Papa lo sabe y hace todo lo posible para tutelarse a sí mismo. Sus continuos viajes, los acuerdos con los luteranos, los acuerdos con los musulmanes, los acuerdos con China, etcétera, son todos ellos trincheras que lo defienden. ¿Cómo es posible criticarle cuando en todas partes es acogido con gran pompa y aplausos?
15. Una precaución que los vértices de la Iglesia adoptan cuando hablan y deciden y hacen sínodos es no ir mínimamente en contra de los esquemas y el credo LGBT. Ni una sola vez se han preguntado si Dios Padre piensa algo de esto y si Dios Padre piensa lo mismo. Dios Padre no se queja nunca, y al haber dado Jesús las llaves a Pedro piensan que pueden usarlas como les plazca, como si fueran los dueños.
16. Sin embargo, el Espíritu de Dios está siempre vivo. Y, por lo tanto, también hoy estamos seguros de que hay muchos santos que aún permiten que Dios viva en medio de nosotros. ¡Oh, Señor, quédate con nosotros!
Sandro Magister Vía Católicos ON LINE
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