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viernes, 8 de marzo de 2019

NO NOS TOMEN POR ESTÚPIDAS




En lo que concierne a la defensa de España como una sociedad libre y abierta, las mujeres estamos frente a uno de los momentos más decisivos de nuestra historia. 

Uso la distinción entre hombres y mujeres por primera vez en mi vida porque a mí también me han convertido en el puñetero producto enlatado de la dictadura socialista que es el 8M. 

No va a haber “empoderamiento” progre para todas las que queráis sacaros de encima a los 200 sociatas que hay por metro cuadrado. A los del PSOE, a los de Podemos, a los de Ciudadanos, y a los del partido del ‘tampax vegano’.

Ante el pistoletazo de salida de la carrera electoral, los candidatos se disputan a codazos la foto con la prototípica cría gafapasta que siempre ha querido ser astronauta, pero que, por culpa del colonianismo, el capitalismo, cómo no, el patriarcado, se ha convertido en una Ofelia prolífica propiedad de un machirulodespiadado que le ha hecho seis chiquillos a los que ella amamanta mientras remueve los garbanzos del cocido. A ella se refería en Twitter la propia Inés Arrimadas como “las niñas que no pueden ser presidentas, ingenieras, o científicas luchando contra la brecha de los sueños”.

Pues la hidalga Inés debería haber aprovechado la oportunidad de romper la auténtica brecha. La brecha de la gilipollez y el seguidismo, así como la del plantel de los Comités Ejecutivos de su partido que salen de sus reuniones quincenales con el lema de “combatir la ideología de género no da votos”. Por su abandono y la falta de valentía política la pobre cría con vocación de Neil Armstrong está jodida.

Lo aclara el ‘XII informe INNOVACEF’ de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) y el Centro de Estudios Financieros (CEF), según el cual, el 73% de los científicos jóvenes de este país volvería si su futuro laboral y salarial fuera la mitad de sugerente que el de una experta en chochocarlas o la directiva del Instituto Andaluz de la Mujer que se ha estado fundiendo el 98% del presupuesto en un nuevo Hermès, en un par de buenas tetas, y en la cotidiana depilación láser.

Alguien debería recordar a las diputadas y concejales que siguen asegurando que existe la brecha salarial por motivaciones machistas, que el primer paso hacia del maltrato consiste en considerar a nuestras congéneres unas estúpidas.

El mayor agravio –no sólo retributivo, sino vital para poder desarrollar su vida en las mismas condiciones que sus conciudadanos,– ha derivado de la destrucción flagrante de la unidad de mercado que ha comportado el actual sistema autonómico: médicos del País Vasco, hombres y mujeres, cobrando hasta 14.000 euros más al año que otro con la misma especialidad y trienios en la región de Murcia. 

Policíos Nacionales y Policías Nacionalas de la misma escala y rango cobrando hasta 8.000 euros menos que un Mosso o que un Policía Local convertido en el sheriff del alcalde del pueblo, o las mujeres que cosen de Irene Montero que cobran tres veces menos que el salario mínimo interprofesional (SMI).

Sobre la consabida pregunta coñazo del empoderamiento, contestaré que por primera vez tendremos que empezar a hacerlo para negar nuestra representación al feminismo de niñatas del manspreading. 

Ese feminismo que sólo se cisca en el hijab y establece cuotas institucionales para las conversas que lo lleven travistiendo la patraña de diversidad cultural y mestizaje. Empoderarnos para acabar con la vida profesional del director de instituto que le reste cinco minutos de patio a los críos de cinco años para que solidaricen con la “desigualdad femenina”, y con el poder de la acomplejada totalitaria que incluya en eso en su agenda política. 


Empoderarnos para librar la batalla contra las aficionadas a acosar jueces en lugar de pagarse un psicoanalista. Empoderarnos, en definitiva, para luchar contra el feminismo dogmático que nos tacha de “machistas” a los que llamamos “asesina” a la asesina de Pilar Baeza y que, sin embargo, abandona a la madre del muerto convertido en violador sin denuncia.


                                                        CRISTINA SEGUÍ  Vía OK Diario

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