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domingo, 24 de marzo de 2019

UN 23-F DE POLÍTICOS

Se discute si fue «rebelión o sedición». Los testimonios orales y gráficos arrojan que hubo incluso más: traición y cobardía

José María Carrascal 

José María Carrascal

¿Qué fue más grave, el 23-F del teniente coronel Tejero o la DIU, Declaración Unilateral de Independencia de Cataluña, del 27-O del Parlamento catalán? A algunos españoles, catalanes la inmensa mayoría, la mera formulación de tal pregunta les ofende. ¿Cómo puede compararse la irrupción en el Parlamento, a tiros nada menos, con la declaración de una cámara regional, suspendida poco después?, dicen. Como se trata de la almendra del problema que nos trae de cabeza desde hace tiempo, voy a reducir la pregunta a otra mucho más simple: ¿en cuál de esas dos fechas estuvo más en peligro el Estado español? Y sabiendo lo que sabemos hoy, nos damos cuenta de que la intentona de Tejero duró unas horas, mientras la DIU sigue dando coletazos, con un juicio en marcha que durará meses y de consecuencias impredecibles. Podría añadirse que el 23-F se liquidó con una breve pero tajante alocución del Rey a los españoles, especialmente a los amotinados, que se rindieron, para ser luego juzgados y condenados a severas penas mientras el país reanudaba su andadura democrática. Y resulta sarcástico que las alocuciones de su hijo y sucesor despierten hoy en Cataluña furor. Cuando su padre tuvo que calmar al entonces president, que le llamaba asustado, con un «tranquilo, Jordi, tranquilo».
Pero no es esa la única diferencia. Tejero se lanzó a la aventura sin saber otra cosa que esperar en el Congreso la llegada del «Elefante blanco», que nunca llegó. Mientras la DIU fue producto de un cuidado y meticuloso plan para volar la unidad del Estado español, acordado el 30 de marzo de 2015 por la antigua Convergència y ERC con la asociaciones civiles Omnium, ANC y AMI, para lograr la secesión con pasos que, pretendiendo ser legales, rompían la legalidad vigente: el 6 y 7 de septiembre de 2017, el Parlament aprueba la ley de ruptura, la de un referéndum y la de Transitoriedad, que violaban la Constitución española y el Estatuto de Autonomía. Todas ellas derogadas por el Tribunal Constitucional. Lo que no impidió al Govern intentar aplicarlas. Lo que siguió está en nuestra memoria y el juicio de los cabecillas nos lo ha refrescado, con detalles que confirman el intento del golpe de Estado, desde la utilización de los Mossos al pago del mismo con dinero público y de empresas afines. Que uno de los implicado llevara cuenta de esa hoja de ruta, en una agenda que intentó esconder pero fue descubierta, lo avala. Aunque tal vez lo más comprometedor para ellos hayan sido los testimonios de aquellos subordinados, como el Major de los Mossos, que les advirtieron de su ilegalidad y riesgos de violencia. Mientras los documentos que describía los escenarios «En caso de guerra» y «En caso de guerrilla» les desnuda. Se discute si fue «rebelión o sedición». Los testimonios orales y gráficos arrojan que hubo incluso más: traición y cobardía. No sé si están incluidas en el Código Penal, pero en el de mal gobierno, seguro. Los catalanes saben lo que les espera bajo individuos así. Bueno, al mayor de los Pujol ya le han semiindultado.

                                                                           JOSÉ MARÍA CARRASCAL Vía ABC

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