¿Está en la izquierda el sostén del catolicismo español?
Luis Ventoso
Es tan obvio que recordarlo resulta perugrollesco: España es uno de los grandes países católicos del mundo. Lo es hoy, con un 68,5% de su población que se declara como tal, y lo ha sido a lo largo de la historia, desangrándose incluso en los campos de batalla de medio mundo en defensa de la ortodoxia de Roma. La Iglesia católica es hoy universal porque hubo un imperio, el español, que la propagó por todo el planeta. Tal fue la importancia de la fe religiosa en la aventura de la conquista que esta se hizo siempre en nombre del catolicismo. Si a Isabel y Fernando los recordamos con el sobrenombre de los Reyes Católicos no fue porque defendiesen el credo budista o mahometano. Merced a su fe, la Corona española se negó a que los indios fuesen esclavizados y la Escuela de Salamanca definió a los indígenas como lo que son, personas con plenos derechos, convirtiéndose así nuestros teólogos en formidables precursores de los actuales derechos humanos. Tal es el extraordinario nudo entre España y el catolicismo.
Un pequeño -o gran- milagro español es la preservación de los lazos familiares. Durante lo más crudo de la crisis esa malla de afectos operó como un colchón de mutua ayuda, que palió las lesiones de ERES y despidos crueles. Quien viva un tiempo en el Reino Unido, o en los países nórdicos, observará con sorpresa la frialdad en las relaciones entre padres e hijos, o nietos y abuelos. A ojos españoles ese desapego resulta extraño y desolador, porque aquí la familia todavía constituye una realidad ancha y vibrante. Sin duda la preservación del catolicismo tiene mucho que ver con el fenómeno familiar, porque es en su seno donde se transmite. La fe católica nos ha moldeado como sociedad, está en la médula de nuestra cultura y mantiene una obra social discreta y constante, que no se pone medallas, pero que siempre está ahí: Cáritas.
Por supuesto los católicos españoles viven en el mundo y no se ponen vendas en los ojos. Saben que hay clérigos buenos, malos y regulares. Se abochornan y exigen reparaciones cuando surgen vergüenzas tan lacerantes como los abusos. Pero lo que no hacen los creyentes es confundir una parte con el todo y utilizar las páginas oscuras del clero, que las hay, para levantar un alegato acusador que en realidad aspira a la condena total de la Iglesia. Quien sí hace eso es la actual izquierda política y mediática española, que ridiculiza con falsa comicidad nuestras tradiciones religiosas (en contra de lo que se piensa, insultar a bocajarro nada tiene que ver con el humor); que arremete contra la enseñanza concertada por su matriz católica; que presenta el hecho cristiano como algo rancio, machista y retrógrado. La izquierda mediática y política nunca va a defender la causa de la vida, un principio irrenunciable del cristianismo. Las televisiones al rojo vivo se sitúan exactamente en las antípodas de la Iglesia y todo lo que predica y representa. Por eso muchos católicos piensan con tristeza, o pensamos, que alguien no está asesorando muy bien al Papa cuando elige a qué medios españoles concede entrevistas.
LUIS VENTOSO Vía ABC
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