Tras el desconcierto que generaron 'El héroe discreto' y 'Cinco
Esquinas', el premio Nobel acomete un libro rotundo que ha presentado
ante la prensa este martes, en la Casa de América de Madrid, junto a su
editora Pilar Reyes
Al fin vuelve Mario Vargas Llosa con 'Tiempos recios', su mejor novela
EFE
Son las once y media de la mañana. Mario Vargas Llosa
se abre paso entre los fotógrafos. No le acompaña Isabel Preysler o
Albert Rivera. Tampoco le persigue la prensa rosa ni la política. A la
Casa de América de Madrid ha llegado el escritor, no el liberal o el
académico, sino el Vargas Llosa Premio Nobel de Literatura, último
representante vivo del Boom Latinoamericano y uno de los grandes renovadores de la novela durante el siglo XX. Hoy importan él y su obra.
El peruano ha venido a hablar de Tiempos recios (Alfaguara), su más reciente novela y una de las más brillantes que ha escrito. Tras El héroe discreto y Cinco esquinas, que simbolizaron el regreso al Perú del escritor aunque también una especie de bache en su obra, Vargas Llosa retoma el pulso con un libro que supera a La fiesta del chivo,
y se sitúa en el nervio más fibroso del músculo literario. Su
estructura sorprenderá al lector hasta envolverlo en la virtuosa caja
china de una novela dentro de otra, incluida la del propio escritor.
"Tiempos recios tiene los diálogos cruzados de Conversación en la catedral, la amargura de Historia de Mayta y la maestría de La fiesta del chivo"
Tiempos recios -que debe su título a una frase de Santa Teresa- tiene los diálogos cruzados de Conversación en la catedral, los planos y saltos temporales de sus mejores novelas, la amargura de Historia de Mayta y la maestría de La fiesta del chivo. Ambientada en la Guatemala de 1954, esta novela narra el golpe militar perpetrado por Carlos Castillo Armas
y auspiciado por Estados Unidos a través de la CIA para derrocar al
gobierno de Jacobo Árbenz, un personaje trágico y fugaz que intentó
poner en marcha la democracia liberal en Guatemala y que justo por eso
terminó acusado de comunista por la administración de Eisenhower.
Todo
aquí es atávico al mismo tiempo que concluyente, tan antiguo como
definitivo, porque supone una visión de conjunto tanto de la historia de
América Latina como de la obra del académico de la lengua y Premio
Nobel. En Tiempos recios, Mario Vargas Llosa regala al lector personajes como Marta Borrero,
la amante de Castillo Armas apodada como Miss Guatemala y que marca el
acertijo de la estructura (el diptico Antes y Después), o el oscuro Sam Zemurray, un publicista con el que contacta la United Fruit Company para esparcir propaganda contra Árbenz.
Zemurray no es un personaje anecdótico, y Vargas Llosa
se encarga de que el lector lo entienda muy claramente. “Aunque sus
esfuerzos por hacer de su país una democracia moderna me parecen
inútiles, todo avance que haga en ese campo, no nos engañemos, es muy
perjudicial para nosotros”, dice Zemurray sobre las leyes
antimonopólicas que Árbenz puso en marcha en los años cincuenta. “Ya
imaginan lo que significaría para la United Fruit la aplicación de
semejante medida para garantizar la libre competencia”, remata el
propagandista. La posteridad es tan antigua como los oligopolios.
Cuándo se jodió...
Si en La fiesta del chivo,Vargas Llosa retrató la dictadura del dominicano Rafael Leónidas Trujillo, en Tiempos recios amplía el punto de vista para contar el momento en que la historia de América Latina se torció por completo. Corren los años cincuenta del siglo XX y el mundo está a las puertas de la Guerra Fría,
un tiempo en el que el continente se convirtió en un territorio de
conspiraciones y conflictos, y en el que Estados Unidos alentó las
dictaduras para su propio beneficio.
En una estructura
de tres tiempos que intercambia el pasado, un presente histórico y otro
indeterminado -desde donde se narra la historia-, Vargas Llosa cuenta
en Tiempos recios cómo desde República Dominicana, Trujillo urdió y planificó el asesinato de Carlos Castillo Armas,
Caca, un oscuro tirano que llegó al poder apoyado por la CIA y que
moriría a manos de otro aún peor que él.
El lector se encontrará con Johnny Abbes, el asesino predilecto de Trujillo que ya aparecía en La fiesta del chivo, y que vuelve convertido en el centro de una oscura componenda. Él será el encargado de asesinar a Castillo Armas.
“La derrota de Árbenz en Guatemala tiene unos efectos en todo el continente. Son efectos absolutamente dramáticos”
“Tres cosas le pidió Trujillo a Castillo Armas cuando subió al poder: una invitación oficial a Guatemala, ser condecorado con la orden del Quetzal
en el máximo grado, que hasta entonces sólo había recibido Somoza, y
que le entregara al general dominicano Ramírez Alcántara, refugiado
entonces en Guatemala. Castillo Armas no hizo ninguna de las tres”,
asegura Vargas Llosa. Y es ahí donde carbura la gasolina que pone en
marcha la novela: en la venganza de Trujillo contra el oscuro militar guatemalteco.
Si en Conversación en la catedral Vargas Llosa intentaba contestar a la pregunta sobre cuándo se jodió el Perú, en Tiempos recios
barrunta cuándo ocurrió lo mismo con América Latina. “Un país no se
jode en un día, es un proceso, y América Latina ha vivido uno largo, en
el que se han perdido muchas oportunidades. La independencia
estuvo mal hecha. Probablemente, el sueño de Bolívar de unir América
Latina y formar un solo país fracasa en vida de Bolívar, que descubre
que sus generales lo que en verdad desean es convertirse en los
dictadores de los países que han libertado. Ahí comenzó todo”, dice Vargas Llosa ante su nutrido auditorio de periodistas.
La aparición del Ché Guevara en esta novela no es casual. El que se convertiría uno de los mayores jerarcas de la Revolución Cubana se encontraba en Ciudad de Guatemala
cuando Castillo Armas atravesó la frontera de Honduras con un ejército
de mercenarios que le procuró la CIA para ir contra Árbenz. “La derrota
de Árbenz en Guatemala tiene unos efectos en todo el continente. Son
efectos absolutamente dramáticos, uno de los peores fue empujar al 26 de
julio de Fidel Castro a la extrema izquierda y crear un clima favorable hacia la revolución socialista
entre los jóvenes latinoamericanos de esa época, entre los que me
incluyo, porque entonces lo creí. La responsabilidad nuestra en el gran
fracaso de América Latina es gigantesca y tener conciencia de eso abre
una nueva oportunidad”, apostilla el escritor.
"Vargas Llosa devuelve a sus lectores una gran novela, la mejor y más nervosa del árbol genealógico de la tragedia latinoamericana"
Mario Vargas Llosa rehúye la
pregunta sobre si este esta novela cierra su ciclo sobre dictadores
para ceder el testigo a una nueva generación que pueda contar los suyos.
“En América Latina ya no hay dictaduras litares, sino ideológicas”,
zanja, reacio a cualquier titular de prensa que desvíe la atención de la
novela con la que regresa ya casi cuatro años después.
Después
de sus intentos por narrar el Perú moderno, Vargas Llosa devuelve a sus
lectores una gran novela, la mejor y más nervosa del árbol genealógico
de la tragedia latinoamericana. Se trata de una novela que no gustará a
liberales ni a demagogos y en la que Vargas Llosa culmina con su mayor
virtuosismo la arquitectura novelística con la que renovó el género en
el siglo XX. Tiempos recios es una novela histórica
anclada en la urgencia. En ella los hechos y la ficción se compactan en
una novela rotunda, acaso la mejor del Nobel peruano.
KARINA SAINZ BORGO Vía VOZ PÓPULI
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