Las negociaciones del Brexit entran en una nueva fase con una discusión semántica en Bruselas: ¿se puede considerar a esto un "túnel negociador"?
Manifestantes pro-UE. (Reuters)
Nunca antes unas negociaciones tan técnicas como las del Brexit habían sido tan políticas y mediáticas. Tan llenas de focos, análisis y seguimiento segundo a segundo. Pero, durante este fin de semana, las luces se apagarán y cuando se enciendan a última hora del domingo sabremos si es posible, o no, una salida con acuerdo.
El túnel nace de otra particularidad del Brexit. No es una negociación uno contra uno. Es uno contra 27. Esa es la fuerza de la UE, pero que también exige un ejercicio de transparencia continua. Cada paso que da la Comisión Europea se comunica a los 27 embajadores de la Unión, que lo hablan con sus capitales, diplomáticos, técnicos, periodistas. Esto a veces hace que la conversación sea dolorosa para la parte que va perdiendo, especialmente si has prometido lo imposible.
Cuando en 2017, la entonces primera ministra Theresa May se comprometió con sacar al Reino Unido del mercado interior y la unión aduanera, Bruselas la dejó en evidencia públicamente ante sus votantes y su propio partido al recordarle que esas promesas hechas en el fragor de la campaña eran imposibles de llevar a la práctica en un acuerdo.
Ante la presión mediática y las complicaciones para lograr un acuerdo, la alemana Sabine Weyand y el funcionario británico Olly Robbins, los dos antiguos jefes técnicos de las negociaciones, idearon el "túnel" a finales de 2018.
Una negociación a la vieja usanza. Uno contra uno con comunicaciones
mínimas con las capitales y el resto de Estados miembros. Sin luz, sin taquígrafos, sin filtraciones.
Y, muy importante para Londres, sin humillaciones públicas. El equipo
europeo solo chequeaba con Irlanda que las propuestas encajaran con sus
líneas rojas.
Este viernes, casi un año después, las negociaciones han vuelto a entrar en el famoso "túnel". Michel Barnier, negociador jefe de la Comisión Europea, recibió luz verde por parte de los 27 para intensificar las conversaciones con Londres. Aunque las fuentes advierten que esta vez no será como el de 2018 y habrá más flujo de información para los Estados miembros y para el Parlamento Europeo.
¿Significa eso que estamos ante un avance significativo hacia un acuerdo? No. Pero sí implica que, por primera vez desde la llegada de Boris Johnson a Downing Street, Reino Unido y la Unión Europea están negociando en serio, aunque el espacio que separa a las propuestas de ambos todavía es enorme.
Durante todo el fin de semana, los negociadores técnicos se sentarán con comunicaciones mínimas, aunque sí que hablarán con Londres y Dublín para medir hasta qué punto es aceptable lo que se va discutiendo. Barnier ha señalado que mantendrá las reuniones con los embajadores de los 27 y con la Eurocámara, lo que podría arrojar más luz sobre las conversaciones.
La Comisión Europea ha insistido en que entra en esta nueva fase de la negociación, con conversaciones más intensas y algo más de cintura, con las mismas líneas rojas: Bruselas no va a rebajar sus exigencias respecto a la frontera de Irlanda y cualquier solución futura debe incluir las funciones del actual 'backstop' —un mecanismo para evitar que se levante una frontera física entre Irlanda e Irlanda del Norte—.
El tiempo se le agotaba al Reino Unido este mismo viernes, según reveló Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo. "Hace una semana le dije al primer ministro Johnson que si no había una propuesta para hoy (por viernes), anunciaría públicamente que no hay más oportunidades, por razones obvias, de llegar a un acuerdo durante el próximo Consejo Europeo", señaló.
"Sin embargo, ayer (por el jueves), cuando primer ministro irlandés y el del Reino Unido se reunieron, ambos vieron, por primera vez, un camino hacia un acuerdo. He recibido señales prometedoras del Taoiseach (primer ministro irlandés) de que todavía es posible llegar a un acuerdo", auguró Tusk el viernes.
Pero no todos los Estados miembros se sienten especialmente cómodos con este formato. Es la segunda vez que las negociaciones del Brexit entrarían en esa fase negociadora después de que en 2018 el primer "túnel" ayudara a cerrar el que sería el acuerdo del Brexit rechazado hasta tres veces por Westminster.
En la anterior ocasión España se llevó un buen susto: cuando las conversaciones salieron del túnel el Gobierno descubrió un nuevo artículo, el 184, que contravenía la postura española sobre Gibraltar y que obligó al Ejecutivo de Pedro Sánchez a plantear un pulso a las instituciones, amenazando con vetar el texto en el Consejo. En general, muchas capitales están en contra del término, y prefieren decir que se ha entrado en una fase profunda de las negociaciones.
Hasta ahora varias fuentes europeas han dejado caer que David Frost, el jefe del equipo técnico británico, tiene muy poca autonomía y es muy dependiente de las órdenes de Londres, en contraste con el mayor margen de maniobra que dio May a su jefe técnico. Para que las conversaciones sean fructíferas es necesario un alto nivel de confianza con la parte contraria. Barnier ha intentado echar un cable a Frost y ya señaló el pasado miércoles que el equipo europeo destaca la seriedad y profesionalidad del británico.
Si hay silencio informativo será buena señal. Significa que se está respetando el "túnel", que los negociadores técnicos están cooperando y el proceso avanza. Durante todo el fin de semana seguirán las conversaciones hasta el martes, cuando se reúne el consejo de asuntos generales en su formato para actualizar la situación del Brexit.
El túnel nace de otra particularidad del Brexit. No es una negociación uno contra uno. Es uno contra 27. Esa es la fuerza de la UE, pero que también exige un ejercicio de transparencia continua. Cada paso que da la Comisión Europea se comunica a los 27 embajadores de la Unión, que lo hablan con sus capitales, diplomáticos, técnicos, periodistas. Esto a veces hace que la conversación sea dolorosa para la parte que va perdiendo, especialmente si has prometido lo imposible.
Cuando en 2017, la entonces primera ministra Theresa May se comprometió con sacar al Reino Unido del mercado interior y la unión aduanera, Bruselas la dejó en evidencia públicamente ante sus votantes y su propio partido al recordarle que esas promesas hechas en el fragor de la campaña eran imposibles de llevar a la práctica en un acuerdo.
Una negociación a la vieja usanza. Sin luz, sin taquígrafos, sin filtraciones
Este viernes, casi un año después, las negociaciones han vuelto a entrar en el famoso "túnel". Michel Barnier, negociador jefe de la Comisión Europea, recibió luz verde por parte de los 27 para intensificar las conversaciones con Londres. Aunque las fuentes advierten que esta vez no será como el de 2018 y habrá más flujo de información para los Estados miembros y para el Parlamento Europeo.
Comienza el "estúpido juego de culpas" de Londres contra Bruselas por el Brexit
Negociar en serio
¿Significa eso que estamos ante un avance significativo hacia un acuerdo? No. Pero sí implica que, por primera vez desde la llegada de Boris Johnson a Downing Street, Reino Unido y la Unión Europea están negociando en serio, aunque el espacio que separa a las propuestas de ambos todavía es enorme.
Durante todo el fin de semana, los negociadores técnicos se sentarán con comunicaciones mínimas, aunque sí que hablarán con Londres y Dublín para medir hasta qué punto es aceptable lo que se va discutiendo. Barnier ha señalado que mantendrá las reuniones con los embajadores de los 27 y con la Eurocámara, lo que podría arrojar más luz sobre las conversaciones.
La Comisión Europea ha insistido en que entra en esta nueva fase de la negociación, con conversaciones más intensas y algo más de cintura, con las mismas líneas rojas: Bruselas no va a rebajar sus exigencias respecto a la frontera de Irlanda y cualquier solución futura debe incluir las funciones del actual 'backstop' —un mecanismo para evitar que se levante una frontera física entre Irlanda e Irlanda del Norte—.
Le dije a Johnson que si no había una propuesta para hoy, anunciaría públicamente que no hay más oportunidades
El tiempo se le agotaba al Reino Unido este mismo viernes, según reveló Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo. "Hace una semana le dije al primer ministro Johnson que si no había una propuesta para hoy (por viernes), anunciaría públicamente que no hay más oportunidades, por razones obvias, de llegar a un acuerdo durante el próximo Consejo Europeo", señaló.
"Sin embargo, ayer (por el jueves), cuando primer ministro irlandés y el del Reino Unido se reunieron, ambos vieron, por primera vez, un camino hacia un acuerdo. He recibido señales prometedoras del Taoiseach (primer ministro irlandés) de que todavía es posible llegar a un acuerdo", auguró Tusk el viernes.
¿Pero es un "túnel"?
Pero no todos los Estados miembros se sienten especialmente cómodos con este formato. Es la segunda vez que las negociaciones del Brexit entrarían en esa fase negociadora después de que en 2018 el primer "túnel" ayudara a cerrar el que sería el acuerdo del Brexit rechazado hasta tres veces por Westminster.
En la anterior ocasión España se llevó un buen susto: cuando las conversaciones salieron del túnel el Gobierno descubrió un nuevo artículo, el 184, que contravenía la postura española sobre Gibraltar y que obligó al Ejecutivo de Pedro Sánchez a plantear un pulso a las instituciones, amenazando con vetar el texto en el Consejo. En general, muchas capitales están en contra del término, y prefieren decir que se ha entrado en una fase profunda de las negociaciones.
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Hasta ahora varias fuentes europeas han dejado caer que David Frost, el jefe del equipo técnico británico, tiene muy poca autonomía y es muy dependiente de las órdenes de Londres, en contraste con el mayor margen de maniobra que dio May a su jefe técnico. Para que las conversaciones sean fructíferas es necesario un alto nivel de confianza con la parte contraria. Barnier ha intentado echar un cable a Frost y ya señaló el pasado miércoles que el equipo europeo destaca la seriedad y profesionalidad del británico.
Si hay silencio informativo será buena señal. Significa que se está respetando el "túnel", que los negociadores técnicos están cooperando y el proceso avanza. Durante todo el fin de semana seguirán las conversaciones hasta el martes, cuando se reúne el consejo de asuntos generales en su formato para actualizar la situación del Brexit.
¿Qué hay que acordar?
Todavía queda mucho por negociar, pero el encuentro entre el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, y Johnson, parece indicar que la UE ha encontrado un camino que estaría dispuesta a transitar. El equipo británico parece aceptar que no puede haber ni frontera ni controles de ningún tipo en la isla de Irlanda. Pero, en su reunión con los embajadores, Barnier no ha dado detalles sobre en qué propuestas se está trabajando para solucionar el problema aduanero, uno de los principales escollos para una solución irlandesa.
Será, en todo caso, una operación muy complicada. El Reino Unido quiere que Irlanda del Norte quede en una especie de terreno intermedio entre la UE y Londres, un espacio que permita una frontera abierta en el Ulster pero que no separe en exceso a Belfast del resto de Gran Bretaña a nivel regulatorio. Para eso hay propuestas de sistemas aduaneros duales y otro tipo de soluciones que se llevan estudiando desde hace tiempo y que ya se transitaron con May.
La UE también parece haber convencido a Londres de que no debe seguir empujando en la petición de eliminar los compromisos al mantenimiento de los estándares medioambientales y laborales de la declaración política de relaciones futuras. Para Bruselas es clave que el nuevo Gobierno se mantenga fiel a este compromiso de May para evitar una competencia desleal a las puertas de Europa.
NACHO ALARCÓN Vía EL CONFIDENCIAL
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