Translate

jueves, 31 de octubre de 2019

Por qué es inexcusable un 155 en materia de educación

El especial protagonismo estudiantil en la barbarie desatada en Cataluña, confirma que es en el sistema educativo ideado por el ‘pujolismo’ donde se ubica la raíz del problema

Varios estudiantes de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) esperan este martes a las puertas de la facultad de Ciencias Sociales que ha despertado bloqueada con mesas y sillas

Varios estudiantes de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) esperan este martes a las puertas de la facultad de Ciencias Sociales que ha despertado bloqueada con mesas y sillas EFE


Además de un notable jurista y conocido notario, Juan-José López Burniol es un perspicaz observador de la realidad, en especial de la catalana. En Escucha, Cataluña; escucha, España, libro colectivo en el que también participaron Josep Borrell, Francesc de Carreras y Josep Piqué, López Burniol plantea las cinco medidas que, a su juicio, conformarían la base mínima aceptable por el nacionalismo para iniciar un proceso que condujera a un nuevo encaje de Cataluña en España.


Iglesia, cristianos, cristiandad y reino de Dios (5). Las rupturas de las crisis acumuladas

crisis acumuladas

El deshacerse de Dios de la sociedad Occidental, que significa la voluntad deliberada de asumir una concepción parcial de la realidad, es el cimiento de la cultura de la desvinculación, porque si existe, aunque sea como trasfondo imperfecto, el desarrollo de la sociedad desvinculada no es posible.

La desvinculación presentada como libertad en términos de liberación de los deseos es incompatible con toda sociedad, y todavía más con el modelo europeo, que tiene sus cimientos en el élan cristiano.

Desvinculación significa que la autorrealización solo es posible a través de la satisfacción del deseo individual. Esto ya no es un componente de las dimensiones humanas guiadas por la conciencia construida en el raciocinio, sino el hiperbien al que aspirar, y al que la sociedad debe servir. El resultado es que el bien radica en ser libre de todo vínculo permanente, de todo compromiso personal y colectivo, creencia, tradición e historia. Todo lo que lo contraríe tiene que ser transformado o eliminado sin tener en cuenta sus consecuencias. El deseo es visto como la manifestación de la autenticidad humana y por lo tanto debe ser estrictamente respetado, porque de lo contrario la libertad personal resulta limitada.

Pero ¿cómo construir una sociedad basada en el impulso del deseo llevado por el yo y la subjetividad? Es imposible. Y la guerra de identidades personales que vive nuestra sociedad es una de sus consecuencias.

Pero es que este era precisamente el fin de tal concepción cuando surgió. Lo que hoy los poderes establecidos y las élites asumen como cultura dominante fue pensado para su destrucción, aunque también cabe la posibilidad de que en sus manos sea transformado en atomización de la colectividad, y así desmochar su capacidad reivindicativa. Está por ver hacia donde se inclinará la balanza.

Hagamos memoria y para ello acudamos a uno de los padres que concibieron el deseo como herramienta política. Jean-François Lyotard, uno de los autores de más influencia en este campo. Su trabajo sobre la economía libidinal[1], tomada en buena parte de Freud es una referencia básica. Lo que planteaba esta teorización era que ninguna sociedad puede soportar una posición del deseo sin que sus estructuras de explotación, de servidumbre y de jerarquía no se vean comprometidas.

De este modo, la importancia de la pulsión sexual y su utilización política es vista en el marco de una interpretación marxista como una vía de lucha contra el sistema capitalista y sus estructuras de dominación. Se trataba de complementar la lucha de clases, o incluso de suplirla, destruyendo el ordenamiento burgués basado en la economía de mercado, la propiedad privada y su transmisión, y la transmisión del sistema de valores a través de las estructuras familiares y religiosas. El orden dominante quedaba desmenuzado en la medida que se introducía la pulsión del deseo, y más concretamente del deseo sexual en medio de aquellos instrumentos e instituciones. La bajada del sistema, su crisis, hacía posible su sustitución por el nuevo orden socialista.

Poco queda de esta concepción. La satisfacción del deseo mediante políticas específicas ya no es vista como un instrumento al servicio de la lucha contra el capitalismo, sino como un fin en sí misma, instalada perfectamente en el stablisment, hasta cierto punto podríamos decir que forma parte de él. La política oficial pasa precisamente por la afirmación rotunda de que se pueden alterar radicalmente los supuestos de las instituciones como el matrimonio o la paternidad y maternidad al servicio del deseo, situándose en un plano secundario lo que se consideraban sus exigencias básicas sin que las estructuras sociales y económicas se alteren.

Se afirma así todo lo contrario de lo que argumentaban los teóricos al inicio: el sexo como instrumento de modificación radical de la sociedad y el sistema económico. La cuestión es si la teorización inicial estaba tan radicalmente equivocada. Esta tenía a su favor una reflexión sistemática, mientras que el discurso actual que es tan evidente en la frase tópica “¿a quién perjudica que los homosexuales se casen?”, solo lo sustenta la trivialidad. No tiene a su favor ni una sola teorización sólida y mucho menos ninguna verificación empírica. Ambas precisamente señalan en sentido contrario.

Y esta cuestión ya fue puesta de relieve por uno de los padres históricos de la criatura, Freud en “El Malestar de la Cultura”[2], en la que defendía la enseñanza de unos estándares de moral altos a los niños, así como la exigencia de que la sociedad estuviera capacitada para hacerlos cumplir. La razón era garantizar su control, ya que de lo contrario, consideraba que la búsqueda de la satisfacción del placer acaba desembocando necesariamente en violencia incontrolada: es una buena prospectiva de la realidad.

La cuestión de fondo es si una vez desvelado el mecanismo del deseo y la cupiditas, este acabará destruyendo no ya el sistema económico, sino la sociedad en su conjunto.

La cultura de la desvinculación se desarrolla en un marco de referencia en el que destacan cuatro componentes:


Uno es la cultura de la transgresión que expresa la ausencia de límites a los deseos humanos y en su manifestación. En palabras de Leszek Kolakoswki, “Una de las más peligrosas ilusiones de nuestra civilización es la idea de que no hay límites a los cambios que podemos emprender, que la sociedad es algo infinitamente flexible. La cuestión moderna que daría al hombre libertad total de la tradición, lejos de abrir ante sí la perspectiva de la autocreación divina, lo sitúa en la oscuridad, donde todas las cosas se contemplan con la misma indiferencia. Ser totalmente libre de la herencia religiosa o de la tradición histórica es situarse en el vacío y por tanto desintegrarse”.

La transgresión significa, en el ámbito de la creación artística, que el canon deja de existir para convertir toda manifestación en ruptura que compone una pretendida vanguardia. Pero esta solo es posible si parte de un modelo canónico que le sirva de referencia. Las vanguardias culturales hoy no señalan ningún camino, precisamente por esta razón, porque sin tener un canon al que superar, difícilmente pueden construir un sentido. En este caso la vanguardia surge como finalidad predeterminada y no como fruto de la experiencia artística, no funciona tanto por una voluntad de profundizar, sino simplemente de escandalizar, y siempre enmarcadas por la valoración del mercado. Es la supeditación del arte al poder mediático que necesita de la anomalía para cubrir sus necesidades de consumo cotidiano. La evolución última de la transgresión como consecuencia de su lógica interna es la llamada “cultura basura” que ocupa un papel tan importante en la TV, pero también está vinculada a la expansión de la pornografía en todas sus variantes.

Un segundo componente es el cientificismo que tiene la pretensión de que la ciencia ocupe el lugar de la religión, la moral y la filosofía, esto es, deje de ser ciencia. Este modo de operar transforma el pensar sobre los medios en un fin en sí misma. El cientificismo está muy relacionado a la desvinculación en el eje de renunciar al esfuerzo personal. No hay necesidad de discernimiento sobre lo que es bueno hacer, sino que es bueno todo lo que la ciencia puede hacer. En este camino, la valoración ética de los medios es secundaria. Ya no es generalizable el principio de que la bondad de los fines no justifica los medios y cada vez más el razonamiento se desplaza en sentido contrario. La biología es uno de los campos más marcados por esta dinámica. El cientificismo practica una metodología contraria a la concepción científica: extrapola concepciones globales a partir de conocimientos específicos sobre campos determinados con la pretensión de explicar el sentido -o el sin sentido- de la vida, del ser humano. La biología, la neurofisiología, la cosmología y paleontología, son ámbitos en los que con mayor frecuencia se da esta práctica. El cientificismo incorpora un poderoso germen totalitario: toda explicación humana, toda razón quedaría reducidas, atrapadas en versiones simplificadas irrefutables por su pretensión científica, que a partir de teorías sobre el cómo -esto es en último término la ciencia- serían aplicadas a los fines. Una preocupación especial del cientificismo es expulsar toda idea de Dios dado que su presencia es incompatible con la pretensión de explicarlo todo en un sistema autorreferenciado.

El cientificismo también inspira una determinada concepción cada vez más extendida de suprimir toda cultura del esfuerzo y su sustitución por la ingesta de una píldora. La ciencia al servicio del mercado actúa así como un catalizador del deseo. La persona ya no reconocerá ningún tipo de limitación natural, la edad por ejemplo, ni es necesario que se plantee superarlas por mecanismos basados ​​en el esfuerzo, sino que espera resolverlo con química: la del día después, por una noche loca, el prozak para encubrir las causas de nuestro estado depresivo, que no enfermedad, la viagra, para recuperar las condiciones sino de los 20 al menos del 40 años. Todo ello a la espera de los nuevos fármacos que nos permitan sentirnos buenos y justos, sin esfuerzo ni sacrificio. La ciencia, el científico, como toda otra actividad humana, se puede degradar cuando pierde conciencia de cuál es su sentido y de cuáles son sus límites. Esta es la razón última que cada vez más, la nuestra es una sociedad drogada.

En justa correspondencia el cientificismo encuentra una corriente popular favorable en el materialismo práctico que abjura de todo sentido de trascendencia, pero no por ningún proceso de la razón, sino por una actitud vital que considera que no hay necesidad de reflexión sobre los fines del hombre. Ambos conceptos conectan por una parte con una versión simplificada del utilitarismo y por otra con el hiperconsumismo, que constituye una característica de la sociedad desvinculada: la sustitución de vínculos por sucedáneos débiles. El consumo llevado a sus últimas consecuencias constituye para el sujeto un tipo de vínculo no comprometido. Como el ser humano necesita de la vinculación para vivir, construye sucedáneos, vínculos basados ​​en un compromiso escaso o nulo; el vínculo guiado por el impulso del placer, al menos inicialmente. El hiperconsumismo genera una derivada interesante como es la pasión por la marca, una forma de vínculo y significación, que precisamente encuentra en los jóvenes los más claros seguidores. También es una forma de vínculo sustitutivo el neotribalismo desde las bandas urbanas, los “tifossi” del fútbol. También la formación de un poderoso y a la vez etéreo neocorporativismo: las personas se reúnen para defender un interés muy concreto, con intensidad pero sin continuidad y generalmente de naturaleza negativa.

Todo ello conduce a grandes crisis que se acumulan y enlazan en un creciente enmarañamiento que va ahogando a la sociedad y a las instituciones políticas.


Se trata de las crisis generadas por la ruptura con la antropología moral, el aborto y su coste social literalmente ocultado y su conexión, también cultural, con el invierno demográfico, la eutanasia y sentimentalismo desvinculado, el instrumento que el sistema generaliza para reducir los costes del sistema público de bienestar entre la gente mayor. La abolición del hombre y de la paternidad, que se lleva la maternidad por delante, que propaga la ideología de género, en sus dos doctrinas contrapuestas, la del feminismo de género y la de las identidades GLBTI+. La biotecnología de la mano de la genética que, sin un sólido confinamiento moral va a destruir lo humano y consagrar la mayor desigualdad de todas, la biológica.

La destrucción de la familia en su modelo generador de funciones económicas y sociales socialmente valiosas e imprescindibles, ignorando que no es el nombre el que hace la cosa, sino las funciones que estas desempeñan. El impacto de este deterioro sobre la economía y el sistema de bienestar es perceptible, pero queda por ver en toda su magnitud.

La histórica ruptura de la solidaridad generacional, que tiene en la emergencia ambiental las elevadas tasas de endeudamiento público, y en la creciente porción de población que renuncia a tener hijos, tres manifestaciones de un poder destructivo histórico.

La destrucción del sentido del trabajo como realización humana, y su regresión a aquella condición que históricamente parecía superada, del valor y significado de esta dimensión humana no ya reducida a mercancía, sino en muchos casos a subproducto, los precarios. Creando así, como advierte el papa Francisco, una sociedad de descartados, en la que paupérrimas ayudas sociales y dependencias basadas en cosas como la pornografía gratuita, la droga fácil y la hiperconexión a tabletas y móviles, mantendría alienada.

La incapacidad creciente de educar, la formación de un ciberproletariado faltado de recursos expresivos, memoria y conocimientos para una masa de población que va más allá de los nini y los que han abandonado antes de tiempo la secundaria.

La desigualdad social manifiesta y creciente, que tiene su extensión en la globalización, la financiación de la economía, la robotización y la IA en la empresa, sin una planificación que atenué su impacto negativo sobre las rentas del trabajo. Todo esto no encuentra otra respuesta que la de repartir las migajas de las rentas de supervivencia, una especie de respiración asistida social que sería una buena ayuda, si fuera la puerta a una vía de normalización laboral y social, y una trampa cuando se conciben como un fin en sí mismas.

La desvinculación de la política y los políticos, y de una buena parte de las élites sociales -no todas, por fortuna- de la gente, de sus necesidades y bienes comunes, conlleva una seria crisis de la democracia liberal.

Todo esto está asentado, se desarrolla y crea sinergias. Pero ¿cuál es la respuesta política?


                                                            JOSEP MIRÓ i ARDÈVOL   Vía FORUM LIBERTAS

[1] Lyotard, Jean François, ECONOMÍA LIBIDINAL. FCE. MÉXICO, 1990.
[2] Sigmund Freud, El Malestar de la Cultura y Otros ensayos. Alianza Editorial. Madrid, 1999.

LA INMINENTE CRISIS ECONÓMICA

Amando de Miguel
Amando de Miguel


Una nueva fase de crisis económica amenaza a Europa. Digo a Europa porque, aunque el mundo se crea interdependiente (ahora dicen "global"), las crisis económicas últimas afectan más al viejo continente que a los demás. Dentro de Europa, la economía española se ve particularmente afectada por el declive, pero con ciertos rasgos peculiares. Es fácil comprender que la corrupción política amenaza al mundo entero, pero repercute de modo especial en España. Aquí adopta formas muy características, como el nepotismo, el amiguismo, en definitiva, el desproporcionado beneficio personal en el uso del dinero público.

La corrupción española se beneficia del proceso de multiplicación de todo tipo de organismos en la Administración pública central y sobre todo en la regional (malamente llamada "autonómica"). Muchos de tales entes sirven de tapadera a los correspondientes intereses particulares que se benefician con ventaja de esa estructura.

Con cierta independencia de lo anterior, se observa un notable y creciente grado de ineficiencia de los servicios públicos. Lo de la automatización es una filfa. El trato que suelen recibir muchos administrados por parte de los funcionarios deja mucho que desear, por no decir que resulta inicuo. Como es natural, cabe la vía jurídica para protestar, pero en muchos casos se trata de una vía muerta o, en el mejor de los casos, lenta y cara.

Como es sabido, en la economía de mercado las crisis son de naturaleza cíclica. Pero en España el Gobierno suele ocultar esa constancia, al presumir que vienen a ser consecuencia de su mala gestión. Tal disimulo agrava los males que puedan llegar, precisamente por falta de previsión.

Aparte de las circunstancias corrientes que aceleran o agravan las crisis económicas, en España se produce un notable alejamiento de la población de lo que podríamos llamar interés productivo. Es lo que explica en España unas desmesuradas tasas de desempleo. Hace mucho tiempo que los españoles dejaron de cultivar la ética del trabajo, del esfuerzo, del mérito o de la innovación. Los centros del interés colectivo se mueven cada vez más en torno al ocio, el deporte (activo, pero sobre todo de espectáculo), las apuestas y juegos de azar, el alcohol y las drogas alucinógenas, la buena comida en exceso, las diversiones de toda índole hasta el agotamiento. Viene a ser una caricatura del ambiente de decadencia de las grandes civilizaciones, como la del Imperio Romano (panem et circenses).

Cunde la sensación de que se halla a punto de desbaratarse el mal llamado "Estado de Bienestar". Concretamente, ha llegado un momento cercano en el que el Estado no va a poder pagar las pensiones. Es decir, el Fisco se habrá comido bonitamente las cotizaciones (forzosas, claro) que hicieron en su día los ahora jubilados o los que empiezan a jubilarse. Lo único bueno es que los jubilados sobreviven cada vez más años, pero a veces a costa de una nueva pobreza. Es un misterio la alta sobrevivencia de la población española, a pesar de las inadecuaciones del sistema sanitario y de las prácticas contrarias a una buena salud.

El Gobierno argumenta que ya ha indicado repetidamente que los contribuyentes activos deben hacerse su plan privado de pensiones. Pero entonces la duplicidad con las pensiones públicas tiende a parecerse a una gigantesca estafa, una de tantas como imperan en la vida colectiva de los españoles. Como lo es que muchos contribuyentes mantengan un sistema doble de pertenencia a la Seguridad Social y a los seguros sanitarios privados. Es un ejemplo más de la general ineficiencia de la Administración pública, de la que se lucran muchos listos. Definitivamente, la picaresca es nuestro género nacional.


                                                                AMANDO DE MIGUEL   Vía LIBERTAD DIGITAL
 - Seguir leyendo: https://www.libremercado.com/2019-10-29/amando-de-miguel-la-inminente-crisis-economica-89126/

- Seguir leyendo: https://www.libremercado.com/2019-10-29/amando-de-miguel-la-inminente-crisis-economica-89126/

miércoles, 30 de octubre de 2019

Los retos de España tras el 10-N

Solo si se consolidan las instituciones y se actualizan las reglas del juego, el país podrá crecer y engancharse a la nueva revolución tecnológica y ponerla al servicio de un desarrollo sostenible


Los retos de España tras el 10-N

/ENRIQUE FLORES


España ha dejado de ser diferente. Hoy, al igual que Europa y gran parte del mundo, nos toca hacer frente a los mismos retos: la desigualdad, las migraciones, el cambio climático, y el nacionalpopulismo. Por eso, para la generación que creció de la mano de la Constitución de 1978 y el fin de la Transición, y que hoy se sitúa en puestos de responsabilidad, la lentitud de respuesta ante los cambios por parte de nuestras instituciones, unida al clima de confrontación generalizado, producen una enorme desazón. Resulta muy duro ver cómo retornan viejos fantasmas del pasado —eminentemente el debate identitario nacional y la pulsión separatista en ciertas regiones— al tiempo que el futuro se nos escapa y nos vernos desbordados por la velocidad de cambio en la era digital. El momento es de extrema gravedad. Si el Gobierno que se forme tras las elecciones del 10-N no eleva el foco, España corre el serio riesgo de no sobrevivir al embate de una nueva crisis. Nos referimos a la necesidad de abordar tres retos principales, derivados de nuestra propia idiosincrasia nacional, pero que se corresponden con matrices de cambio a escala global.

El primero es de tipo político-institucional. Sin instituciones robustas que marquen el camino a la ciudadanía y a los agentes sociales, no es posible avanzar. Pero desde 2016 el bloqueo político tiene mucho de estructural. Nuestro marco político-jurídico, diseñado para favorecer el bipartidismo —con apoyos puntuales de la periferia vasca o catalana—, se halla en un proceso de bruscos ajustes hacia un esquema multipartidos. Es evidente que, por el momento, ese sistema vive mayormente subordinado a los intereses particulares de las fuerzas políticas y no está siendo capaz de configurar y sostener el interés general del país. El coste de estos años de parálisis política se manifiesta en la dificultad de liderar más en Europa; en no poder legislar o ajustar las partidas presupuestarias a los retos del presente, o en el hecho de enfrentar la cuestión catalana con un Gobierno en funciones.

El coste de estos años de parálisis política se manifiesta en la dificultad de liderar más en Europa
Ahora bien, lo que algunos llaman malintencionadamente “la crisis del Estado español” es en realidad un proceso de ajuste similar al de otros países de nuestro entorno, producto de la combinación de varios factores. Uno es la baja credibilidad de las instituciones y de los partidos políticos tradicionales, muy tocada durante la crisis, y aún no recuperada del todo. De hecho, la incapacidad del multipartidismo a la hora de producir una gobernanza eficaz podría reavivar el sentimiento antiélites que alimenta, a su vez, el nacionalpopulismo. Otro factor es la emergencia de un espacio político virtual en las redes sociales, con su enorme riesgo de balcanización de la opinión pública, y que dificulta cualquier planteamiento sobre el interés general. Así las cosas, sería preciso que tras el 10-N el nuevo Gobierno configure un proyecto de país sugerente y que la generalidad de fuerzas políticas construya puentes entre sí, entre lo institucional y lo virtual, entre las élites y la mayoría, y entre el centro y las periferias.

El segundo reto es de tipo tecnológico. España, y de hecho la Unión Europea en su totalidad, están perdiendo la carrera tecnológica. De las veinte mayores empresas de tecnología del mundo, ninguna es europea; todas son norteamericanas o chinas. Algo similar sucede en el campo del emprendimiento tecnológico, donde las startups de mayor éxito del mundo están en EE UU o Asia. Allí donde se produzca innovación se van a concentrar los empleos de calidad así como la tracción fiscal necesaria para financiar servicios públicos y otros. Tras el 10-N, por tanto, España debe plantear una ambiciosa agenda económica a medio y largo plazo que la sitúe en la frontera de la innovación. Esto requerirá de inversiones en infraestructuras tecnológicas, en la formación, atracción y retención de capital humano, la creación de clústeres de conocimiento y de transfer tecnológico en torno a universidades y centros de investigación de alta calidad, así como garantizar el acceso a nuestras empresas a un Mercado Digital Único europeo completado.

Es la mayoría social quien deberá premiar a las formaciones políticas que ofrezcan un horizonte común


El avance de la economía digital deberá estar acompañado además de políticas que aseguren la equidad en el proceso de desarrollo económico. Esto requerirá medidas para aliviar la fractura territorial producida por la concentración de innovación y de rentas en lugares geográficos muy concretos. Requerirá asimismo una reinvención de los instrumentos fiscales y de competencia para abordar la evasión fiscal o el abuso de posición de mercado de las grandes plataformas y  empresas de datos. Todo lo cual requerirá un Gobierno estable y comprometido con esta agenda y una Administración pública ágil, con capacidad de anticipación estratégica y dispuesta a actuar como catalizador de la innovación a través de su propia compra de tecnología y la implantación de un verdadero gobierno digital.

El tercer reto es el energético-medioambiental. Como españoles, tenemos pendiente racionalizar nuestros recursos energéticos y protegernos de una especial vulnerabilidad al cambio climático. En este aspecto, el Gobierno saliente ha puesto la proa en la dirección correcta para la próxima década, implicando a todas las Administraciones en la descarbonización de la economía hasta 2050. Tras el 10-N, miserias partidistas no deberían bloquear lo que hay en marcha: una Ley de Cambio Climático, un Plan Nacional de Energía y Clima, o una Ley de Transición Justa coherentes con los objetivos internacionales de la Agenda 2030 y el Acuerdo de París. Tampoco puede decaer nuestra voluntad de liderazgo en la UE, por ejemplo, en materia de energías renovables. Ahora bien, habrá que mantener el rumbo en un entorno internacional complicado debido a la ralentización del crecimiento y las guerras comerciales. Un aspecto clave será cómo financiar una transición energética que no deje atrás a los perdedores. Y no se trata únicamente de cómo establecemos un nuevo impuesto al carbono. Significa asumir que ese proceso es inseparable de una reorganización del mundo del trabajo; de explorar nichos para cientos de miles de nuevos empleos; de proponer fórmulas innovadoras de solidaridad, y, en definitiva, de reinventar un capitalismo más inclusivo sobre el cual el propio establishment económico global ha empezado a reflexionar.

Al final, es la mayoría social quien deberá premiar a las formaciones políticas que ofrezcan un horizonte común. No partimos de cero: durante el último año, el fin de la tolerancia con la corrupción, el combate contra la desigualdad, o los movimientos por la igualdad de género y la sostenibilidad ambiental, han permeado nuestras instituciones y una parte significativa de los agentes sociales. Pero hace falta mucho más. Solo si España consolida sus instituciones y actualiza las reglas de juego podremos crecer como país, engancharnos a la nueva revolución tecnológica, ponerla al servicio de un desarrollo sostenible y tener un papel en la agenda digital y el Green New Deal europeos. ¿Prevalecerá la razón y el talento, o volveremos a perder el tren de la historia?


                                                           MANUEL MUÑIZ y VICENTE PALACIO*  Vía EL PAÍS

*Manuel Muñiz es decano de la Escuela de Asuntos Globales y Públicos de IE University y Vicente Palacio es profesor asociado de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid.

La católicofobia. Vuelven los ataques contra la Iglesia católica basados en falsedades


Iglesia católica

Como casi siempre que hay elecciones, o que el PSOE debe sacar pecho, vuelven en una extraña correlación los ataques contra la Iglesia Católica basados en falsedades, que la presentan como sujeto de presuntos privilegios.

En esta ocasión es eldiario.es y nada menos que Microsoft news en mns noticias, en un artículo que reproduce un eterno refrito firmado por Jesús Bastante, los que encabezan la iniciativa a rebufo de la inhumación de los restos mortales de Franco. En concreto afirman que:
  • Los conciertos educativos, que en la práctica supusieron la puesta en marcha de una escuela “paralela” a la pública, con casi tres mil centros escolares con ideario propio y donde se educa en los principios regulados por la Iglesia católica. Esto es simplemente un engaño. Los centros concertados son consecuencia del artículo 27.3 que establece que los padres, todos, católicos y no católicos, tiene el derecho a que sus hijos reciban la educación moral y religiosa de acuerdo con sus creencias (un derecho ampliamente conculcado en la escuela pública). Las escuelas concertadas surgen de ahí, y las hay católicas y no católicas porque hay padres de todos estos perfiles. Presentar que toda la escuela concertada es católica y situarla como un privilegio es falsedad y demagogia de quienes confunde el periodismo con la agitprop
  • Exención del IBI Otro caso parecido al anterior. Tal exención la disfrutan los partidos políticos, los sindicatos, todas las fundaciones, y otros tipos de entidades más, y también los centros confesionales. ¿Por qué los católicos han de ser una excepción? Si se suprime el IBI que sea para todos si se trata de un privilegio y no de la contrapartida por una determinada función social.
  • Se paga el salario de los sacerdotes de las fuerzas armadas, prisiones, hospitales y otros servicios públicos parecidos. Claro, como contraprestación de un servicio concreto en servicios y centros públicos
  • La financiación a través de la renta. Cuando se marca la cruz en la casilla de la Iglesia, no es una aportación del estado, sino de los ciudadanos que libremente quieren marca la cruz, sino de los ciudadanos. El dinero recaudado de esta manera es el que la Iglesia recibe. ¿Cómo se puede presentar esto como financiación del estado, es decir, de sus presupuestos? Tales cifras no forman parte de este simplemente porque no le pertenecen.
A partir de simples mentiras y verdades a medias se plantea una suma de millones y se presenta como un privilegio, cuando si se entra en lo concreto con facilidad salta la evidencia que tal hecho  no se da.

En ForumLibertas nos hemos ocupado reiteradamente de estas falsedades en términos muy concretos.

            ⇒   La Iglesia católica y el IBI
            ⇒   Eliminar las ventajas fiscales sólo a la Iglesia: la propuesta más apoyada por Podemos
            ⇒   El diputado Joan Herrera y el dinero de la Iglesia
            ⇒   Lo que la Iglesia aporta

Pero ¿y los “funerales de estado”?  En España se realizan funerales en la Iglesia por parte de las autoridades cuando los sujetos concernidos son de esta confesión. No tiene nada de especial. Además, se ignora la ingente aportación de la Iglesia católica a la sociedad española.

Primero, porque España es un estado constitucionalmente laico (no laicista), es decir, neutral en materia religiosa, que reconoce explícitamente en su Constitución las confesiones y nominalmente a la Iglesia católica, en términos colaborativos (art 16.3).

Segundo porque es una práctica habitual. Lo hemos visto en un reciente caso en el único estado de la UE constitucionalmente laicista, Francia, (al igual que Turquía). No hace demasiados días hemos visto un solemne funeral con motivo de la muerte de Jacques Chirac (expresidente de la República Francesa), con 2.000 personas, dirigentes de todo el mundo, en la iglesia de Saint Sulpice (Notre Damme sigue en obras) y con la asistencia del actual presidente Macron y otros expresidentes como Nicolas Sarkozy y François Hollande. Y es que es una práctica común la realización de una ceremonia católica o de la confesión de la persona a quien se quiere honrar.

En realidad, lo que persigue esta ideología es proscribir la fe cristiana y a su Iglesia Católica. No es laicidad, no es solo laicismo a la francesa, es el laicismo de la exclusión religiosa que atenta contra el ejercicio de las libertades fundamentales.


                                                                         EDITORIAL de FORUM LIBERTAS

Los papeles que explican el 'narcotráfico de Estado' en la Venezuela chavista

Venezuela es país de procesamiento y de tránsito de la droga originaria de Colombia. Desde 2000, su justicia comenzó a investigar las conexiones del narcotráfico con el Ejército y el Gobierno


Foto: El narcortraficante venezolano Walid Makled fue extraditado desde Colombia a su país en 2011.(EFE)

El narcortraficante venezolano Walid Makled fue extraditado desde Colombia a su país en 2011.(EFE)


Entre 240.000 y 300.000 toneladas de droga transitan al año por territorio venezolano. Luego, esas cantidades originadas en Colombia, llegan principalmente a los mercados de Estados Unidos y Europa por vías intermedias como Honduras o México, donde los carteles tienen engrasada la logística para culminar el proceso y que la droga llegue al consumidor. Lo cuenta a El Confidencial una buena conocedora del asunto, Mildred Camero, durante años la principal magistrada venezolana de la Comisión Nacional Contra el Uso Ilícito de las Drogas de Venezuela (Conacuid). Camero ejerció hasta que sus investigaciones colisionaron con los intereses de dirigentes del Gobierno de Hugo Chávez. Fue apartada en 2005.

Este diario ha tenido acceso a documentos inéditos que ahondan en las informaciones ya publicadas. Esos archivos ayudan a mejorar el conocimiento sobre el narcotráfico al que están vinculados gobernantes e instituciones del chavismo. Publicamos aquí algunos de los más del centenar que hemos obtenido.

Uno de los protagonistas de la historia del narcotráfico durante el chavismo es Walid Makled, alias ‘El Turco’, quien fue condenado en 2015 en primera instancia a casi 15 años de prisión por narcotráfico y blanqueo de capitales. Tras un recurso de la Fiscalía General, la pena se incrementó hasta los 21 años de. Fue juzgado en Venezuela después de que fuera extraditado desde Colombia. La Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York y la DEA califican a este venezolano de origen sirio-libanés como uno de los más importantes narcotraficantes globales, “el rey entre los cerebros de la droga”.
Según relatan fuentes de la Inteligencia del chavismo, desde finales de los noventa, Makled montó la mayor estructura de transporte de cocaína desde Colombia. Y lo hizo con la colaboración de la Guardia Nacional Bolivariana, un cuerpo armado fundado a imagen y semejanza de la Guardia Civil española. Su mayor campo de operaciones lo ubicó en el estado norteño de Carabobo y usó la ciudad de Puerto Cabello, bañada por el Caribe, para hacerse fuerte en un negocio que movía cientos de millones de dólares cada año.


Un informe confidencial del Ministerio de Interior y Justicia en poder de este diario señala que su actividad delictiva se inició a mediados de los noventa como “pirata de carretera”. Interceptaba y robaba camiones que transportaban electrodomésticos.
“Makled empezó primero cuidando las rutas, la droga, haciendo tumbes [lo que significa quitarle la droga a otros grupos criminales] hasta que se fue apoderando del el negocio y comenzó a trabajar directamente con los carteles de la droga”, narra Mildred Camero. Llegó a ser propietario de la aerolínea Aeropostal.

Ese mismo informe de Interior citado señala que entre los años 2000 y 2001 Makled, de 50 años de edad hoy, obtuvo una licencia en exclusiva para comercializar 600 millones de toneladas anuales del fertilizante urea para uso agrícola, en principio. El contrato lo obtuvo de la empresa pública Paquiven, una filial de la estatal petrolera PDVSA. La urea es un fertilizante que se usa como precursor para fabricar cocaína y otras drogas. Según ese informe, desviaba la urea “hacia Colombia, donde era utilizada por los carteles de la droga para procesar la cocaína”.



Inversiones Makled CA es la empresa matriz de ‘El Turco’ y su familia desde 2000. Con ella firmó Paquiven el contrato de la urea. Conforme a las investigaciones de la justicia venezolana, en torno a esa sociedad se crearon otras que fueron blanqueando las enormes sumas de dinero que conseguía la familia a través de otras empresas registradas en  países como Panamá.

En 2004, las autoridades incautaron 500 toneladas de fertilizantes a la empresa de Makled. La incautación se produjo en Santa Elena de Uairén, una localidad al sur del país cercana a la frontera con Brasil. Un lugar de selva donde no se da mucha producción agrícola. El representante de Inversiones Makled que trató con las autoridades que decomisaron la mercancía fue Haisam al Aissami, primo de Tareck el Aissami, exministro del Interior con Chávez y actual vicepresidente para el Área Económica. Este último está en búsqueda y captura por una orden reciente del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos. Lo acusan de “narcotráfico internacional”.




Los Aissami, que tuvieron el favor de Hugo Chávez y lo tienen también ahora del actual presidente Nicolás Maduro, llevan desde entonces involucrados en el narcotráfico. Esta no es solo una afirmación de las autoridades estadounidenses, sino también de fuentes de la Inteligencia venezolana consultadas por El Confidencial.

Amor y desamor entre Chávez y Makled


Walid Makled compró la voluntad del gobernador del estado de Carabobo, Luis Felipe Acosta Carlez, una persona de confianza del propio Chávez y con la que el narcotraficante compartió negocios. “Nosotros lo investigamos en 2002-2003 porque teníamos un proyecto para reformar Puerto Cabello, pero fue muy difícil porque el propio gobernador se opuso a nuestras operaciones. Era necesario poner tecnología punta para detectar y parar la salida de la cocaína y de los químicos que sirven para procesar la cocaína y la heroína”, explica la magistrada antidroga Mildred Camero.

En uno de sus discursos durante una campaña electoral, Chávez nombró a Makled como un “ciudadano cívico” que le había aportado dinero para su campaña. Le dio las gracias y lo felicitó públicamente. En una entrevista que Univision le hizo en marzo de 2011 cuando estaba detenido en Bogotá antes de ser extraditado a Venezuela, ‘El Turco’ aseguró que había aportado dos millones de dólares al partido de Chávez. Además, señaló que tenía en nómina a cinco diputados, 40 generales y muchos más oficiales medios del Ejército. “Es que eran todos mis amigos, bueno... mis examigos, ¿entiendes? Eran, son generales, ministros, diputados, gobernadores, eso, eso eran”, contó Makled.
Pero hacia 2008 la buena relación del narcotraficante con el inquilino del palacio presidencial de Miraflores se truncó. Por dos razones fundamentales. En primer lugar, ciertos generales del Ejército venezolano se aliaron con las FARC y el Cartel del Golfo mexicano para disputar el monopolio del control del narcotráfico a la alianza estratégica entre civiles como Makled y la Guardia Nacional Bolivariana.

Como segunda causa, su hermano Abdala Makled se postuló en 2008 a la alcaldía de la ciudad de Valencia, en el estado de Carabobo. Pero el comandante tenía en mente a su propio candidato. Antes de las elecciones, en noviembre de 2008, miembros del Ejército irrumpieron en la Hacienda de Rosario de los Makled. La finca era enorme y tenía hasta una pista de aterrizaje para aeronaves. Encontraron 400 kilos de cocaína y detuvieron a los hermanos Abdala y Betsi Makled y a tres policías regionales de Carabobo que custodiaban la droga.



Tras la operación, ‘El Turco’ se vio obligado a huir y abandonar la estructura delictiva que le había costado 15 años en edificar. Fue detenido en Cúcuta (Colombia) en 2010 y finalmente extraditado en 2011 a Venezuela. Interpol se había hecho eco de una alerta roja emitida por Venezuela para capturarlo. Estados Unidos pujó también por conseguir la cabeza de Makled y que se enfrentara a su justicia por “haber construido un vasto imperio global de narcotráfico”, según se lee en un escrito del fiscal de Nueva York Preet Bharara fechado en noviembre de 2010.

Según señala la exjuez antidroga Mildred Camero, eliminado Makled del mapa, el Ejército venezolano y las FARC se hicieron con el control del narcotráfico.

El avión de los 5.600 kilos de cocaína


Al mando de la operación del Ejército que acabó con el imperio de los Makled estuvo Hugo Carvajal, entonces jefe de la Contrainteligencia Militar. Carvajal da fe de la aprehensión de los 400 kilos de cocaína en la hacienda de los Makled, además de dos avionetas para transportar droga. “Sabíamos que en esa finca había movimientos de transporte de mercancías sospechosas, así que montamos un dispositivo y conseguí una fuente que era vecino de los Makled”, cuenta Carvajal a El Confidencial. Esa fuente humana era el veterinario Francisco José Larrazábal. Sicarios a las órdenes de ‘El Turco’ lo asesinaron poco después.

Hugo ‘El Pollo’ Carvajal aguarda estos días en Madrid el devenir de su destino. Espera si es finalmente entregado o no a Estados Unidos por presuntos delitos de narcotráfico. La Audiencia Nacional denegó en septiembre su extradición, pero la Fiscalía ha recurrido la decisión.

Carvajal siente que la operación que él dirigió y que finalizó con el imperio de los Makled enojó a ‘El Turco’ hasta el punto de que cuando este fue visitado en una cárcel de Bogotá por agentes de la DEA para interrogarlo lo delató por venganza. Lo señaló como cerebro de una operación que en 2006 aspiraba a colocar en el mercado de Estados Unidos hasta 5.600 kilos de cocaína desde Venezuela. El avión DC-9 con esa enorme cantidad de droga se averió y tuvo que aterrizar en un aeropuerto mexicano distinto del previsto. Las autoridades mexicanas detectaron la cocaína y la incautaron. Es uno de momentos icónicos de la lucha histórica contra el narcotráfico en esa parte del mundo.


Varios autos de acusación de la Justicia estadounidense, firmados por el fiscal Preet Bharara del juzgado del Distrito Sur de Nueva York, imputaron a Walid Makled y a Hugo Carvajal por coordinar el transporte de esa droga con destino final el mercado norteamericano.

‘El Turco’ aseguró antes de ser condenado a 15 daños de cárcel que pagaba al jefe de la Dirección de Inteligencia Militar a través de sus oficiales colaboradores. Carvajal lo niega en rotundo. “Si Makled me pagaba para protegerlo, ¿por qué dirigí yo la operación que allanó su finca? ¿Por qué no acusaron a ninguna autoridad responsable en materia antidrogas de Venezuela? ¿Por qué no acusan a Fernando Blengio preso desde 2009 en EE UU?”, se pregunta Carvajal en conversación con este diario.

El mexicano Fernando Blengio era el propietario del DC-9 decomisado que transportaba los 5,6 toneladas de cocaína distribuidas en 128 maletas. En un audio grabado recientemente desde la prisión de Carolina del Norte donde cumple condena por tráfico de drogas y al que ha tenido acceso este medio, Blengio cuenta que Hugo Carvajal no tuvo nada que ver con el caso del DC-9. “Me reuní con un tal general Carvajal, pero no luego pude comprobar que no era él, sino un farsante que me quitó un millón de dólares”, dice Blengio en el audio. El mexicano no pena cárcel por el caso que salpica a Carvajal, sino por otros.

Entretanto, la droga continúa transitando por Venezuela. “Todo el país es una ruta para el narcotráfico. Ahora sucede más que nunca debido a las dificultades económicas que sufre la gente, mucho peores de lo que puedas imaginar. Y los radares militares se siguen desactivando cuando pasa un avión con droga”, concluye el exjefe de la Inteligencia militar del chavismo.


                                                                 MARCOS GARCÍA REY   Vía EL CONFIDENCIAL


martes, 29 de octubre de 2019

CATALUÑA: LA INDEPENDENCIA IMPOSIBLE

La alternativa a la quimera fantaseada es un acto de honestidad pública que nadie quiere asumir. En el secesionismo no hay un estadista que diga: “Me he equivocado y os he equivocado a vosotros”


Cataluña: la independencia imposible
/QUINTATINTA


En la balsa a la deriva del procés están ya devorándose entre sí. No es extraño. La independencia de Cataluña es un imposible. Y las alternativas a la quimera fantaseada pasan por actos de honestidad pública ante la gente que nadie quiere o puede asumir. Así las cosas, las expectativas empiezan a hacerse más improbables y escasas, y con la escasez afloran siempre los peores instintos.


Levantarse ante todos para decir: me he equivocado yo y os he equivocado a vosotros. Eso es algo que le está reservado solo a los grandes estadistas. Y en el movimiento independentista no los hay. Pujol pudo haberlo sido, pero cedió a trapicheos que le costaron la estima de todos. Construir la confianza puede llevar años pero se pierde en un día. En cuanto se hace público que la vista puesta en el ideal cohabita con la mano en el cajón del pan. Hay quien afirma que para tapar esto se fabuló todo el relato de la independencia. Pero ¿quién va a ser capaz ahora de decirles a tantos y tantos que la independencia fue entonces, es hoy y será mañana pura y simplemente imposible? Sí, imposible. Jurídica, sociológica y económicamente imposible. No hace falta mucho talento para llegar a esa conclusión. Y los que lo han negado desde la intelligentsia catalana no han protagonizado sino una nueva y nuevamente deplorable trahison del clercs.


Aquello que se habló del “Estado propio” era el núcleo del engaño. Los Estados no pueden ser tan propios. Son casi exclusivamente de los demás. Timothy Endicott, de la Universidad de Oxford, lo definió muy sucintamente: el Estado es aquello que emite pasaportes. Pero, claro, los pasaportes solo sirven si son reconocidos por los demás Estados. Si no lo son, valen para poco. Y ese reconocimiento no depende de nuestra mera voluntad, sino de la aceptación de los demás en la comunidad internacional. Pues bien, la independencia de Cataluña no puede pasar ese filtro. Ni el Consejo de Seguridad ni la Asamblea de las Naciones Unidas reconocerían a un Estado nuevo con esos atributos. Ni sería posible apelar para conseguirlo a ninguna Corte internacional. Cualquier pretensión de este tipo iría en contra del principio que rechaza la ruptura parcial o total de la unidad nacional y la integridad territorial de un país plenamente democrático y la haría incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.

La Cataluña independiente sería el primer Estado de la historia con más de la mitad de sus habitantes “extranjeros”

Tampoco en la Unión Europea sería posible perseguirlo. Por razones en parte similares, pero que incluyen también, por supuesto, las normas jurídicas que la rigen. Si Cataluña se independiza, Cataluña se va de la Unión. Aquella ocurrencia de Artur Mas de que seguiría dentro porque los catalanes conservarían la nacionalidad española, no resiste ni una mirada somera. Ser español no es un halo o un carnet; es simplemente ser el destinatario de las normas del orden jurídico español, tener sus derechos y sus obligaciones. Y siendo esto es así, si uno es español no es independiente del orden jurídico español: está sometido a sus leyes. Y si uno, por algún hechizo inesperado, resulta ser independiente y no estar sometido a ellas, entonces no es español y, por lo tanto, deja de ser ciudadano europeo. Y ahí se acabó la historia.

Por lo que respecta al derecho español, un proceso de autodeterminación de tal naturaleza no está contemplado, naturalmente. Ni directa ni indirectamente. La apelación a criterios interpretativos de las normas de derechos humanos para traérselo a casa hace agua por ambos lados: porque no es un derecho individual protegido por la Constitución, y porque Cataluña no es un pueblo en las circunstancias exigibles para demandarlo. Esto está ya tan asentado en la cultura jurídica internacionalista que da vergüenza recordarlo.

Y luego está, claro, la imposibilidad jurídica subjetiva. La que resultaría de la negativa de una buena mitad de los habitantes de Cataluña a renunciar a su nacionalidad española y asumir la nueva. Comoquiera que la nacionalidad no es un estatus que se pueda imponer a nadie, la Cataluña independiente sería el primer Estado de la historia con más de la mitad de sus habitantes “extranjeros”, lo que daría muchos quebraderos de cabeza hasta al jurista más entregado, pero no dejaría de alimentar cotidianamente el ingenio de los cómicos.

Ni el Consejo de Seguridad ni la Asamblea de la ONU reconocerían a un nuevo país con esos atributos

De esa realidad evidente de que la mitad de los ciudadanos de Cataluña no acompañan al proceso irremediablemente paralizado de independencia, surge la imposibilidad sociológica. Hace años que venimos siendo testigos de la fragmentación social que se está produciendo en Cataluña. De un lado están los fieles al mensaje; de otro, los contrarios a él. Y mucha gente amedrentada por el espeso caldo de cultivo que se ha generado autoritariamente. No dicen nada; prefieren mirar a otro lado antes que “significarse”, aquel término que definía tan bien los miedos ante la posibilidad del ostracismo político o social. Si imaginamos una situación en que cualquiera de ambos bandos consigue la hegemonía política, tendremos delante el panorama de una convivencia atormentada, y por ello imposible. Probablemente con choques físicos cotidianos, y más seguramente con desacuerdos tan hondos que harán imposible suturar las grietas para imaginar soluciones idóneas de cooperación. Una sociedad, en fin, incapaz de tomar esas decisiones colectivas tácitas que configuran cualquier convivencia. Es esa imposibilidad de cooperación que se ha manifestado en los últimos años lo que hace del futuro de la sociedad catalana una incógnita sombría. Lo que determina que pueda acabar por ser una sociedad desconfiada, recelosa de sí misma, aposentada siempre en la sospecha, una sociedad enferma, imposible.

Y luego está, claro, la imposibilidad económica. Solo si se inventa un panorama idílico en el que todo su entorno internacional y nacional acoge con una sonrisa benevolente la singladura de la nueva nación catalana, y los agentes económicos y sociales se abandonan confiados a la aventura, puede suponerse que su peripecia económica va a ser sostenible. Pero eso, como es obvio, no va a suceder. En el ambiente de incertidumbre que ese seísmo normativo puede producir, la economía de Cataluña entrará inmediatamente en recesión. El efecto frontera, las desastrosas cuentas públicas que la transición dejará abiertas, la desconfianza financiera internacional, las obligaciones que la nueva situación hará gravitar sobre el nuevo Estado (defensa, pensiones, deuda pública, etcétera), la pérdida del respaldo europeo, y la oportunidad de otros destinos más seguros y cálidos para emprendedores y ciudadanos (también turistas), determinarán que algunos de los indicadores más importantes de su economía se alteren aceleradamente.

Y entonces, como ahora, se pretenderá trasladar la responsabilidad a los demás, en lugar de levantarse ante el pueblo catalán para repetirle: me he equivocado yo y os he equivocado a vosotros. El único paso singular que se necesita para empezar a caminar hacia la solución de nuestro común problema.


                                                                         FRANCISCO J. LAPORTA*  Vía EL PAÍS

*Francisco J. Laporta es catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.

DECADENCIA Y CAÍDA


Opinión

Enrique García-Máiquez


En la presentación sevillana de su libro La fragilidad de la libertad, Francisco José Contreras llamó la atención sobre los modos de la ideología de lo políticamente correcto o del marxismo cultural. Tras remontarse a sus orígenes históricos y filosóficos, el catedrático de Filosofía del Derecho nos hizo ver los peligros del masivo etiquetado social a las personas que no pasan por el aro y que convierten en xenófobos, homófobos, misóginos, fachas, etc. Ese sufijo -fobo imputa al que piensa distinto dos cosas: un mensaje de odio y un diagnóstico de enfermedad mental. Resulta doblemente inquietante. Porque socava la libertad de expresión y porque ya sabemos que mandar al disidente al psiquiátrico es una práctica que usó mucho la izquierda con mando en plaza.

Mi temblor, sin embargo, ocultaba una risita por lo bajo. No podía ser una carcajada porque yo era el presentador y estaba subido a la mesa y, de verme mondado ante tan negros augurios, habría sido el público o el mismo Contreras quienes me hubiesen llevado al psiquiátrico.

Aquí, con ustedes, sí puedo reírme. Recordaba una historia recogida por Edward Gibbon en Decadencia y caída del Imperio Romano. Por lo visto, los esclavos andaban díscolos y levantiscos por las calles de Roma, creando graves problemas de orden público. En el Senado discutían la situación y un joven patricio pidió la palabra. Propuso uniformar o señalar o etiquetar a los esclavos de modo que se les pudiese identificar en todo momento. Sus compañeros se le echaron encima. ¡Era un disparate! Señalados, los esclavos verían cuántos eran y que eran más que los soldados.

Los líderes sociales no leen a Gibbon y, por tanto, están siguiendo al pie de la letra la idea del iluminado senador romano de Decadencia y caída. Si nos marcan a todos los que no comulgamos con sus ruedas de molino, terminaremos dándonos cuenta de que no estamos solos. Incluso de que somos más. Así ganó Trump. Hillary Clinton etiquetó como «deplorables» a todos los que no la iban a votar y luego pasó lo que pasó.

Los partidos de derechas que han estado huyendo de las etiquetas como almas que lleva el diablo han hecho el mayor favor posible a los etiquetadores. Ahora, éstos han entrado en un frenesí etiquetante y, por otro lado, cada vez más personas no tenemos problemas con que nos etiqueten como les parezca, mientras podamos pensar libremente y cada vez más y entre más amigos.


                                                                                   ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ
                                                                                   Publicado en Diario de Cádiz.

Bienvenidos a la nueva lucha de clases

La nueva lucha de clases es el combate contra la desigualdad. El creciente descontento social nace de la debilidad del Estado para compatibilizar más libertad y mayor protección


Foto: Protestas en Chile por la subida del precio del viaje en metro. (EFE)

Protestas en Chile por la subida del precio del viaje en metro. (EFE)


En octubre de 2017, hace apenas dos años, el Fondo Monetario Internacional (FMI) puso en circulación un ‘paper’ en el que advertía de que los niveles excesivos de desigualdad podían erosionar la cohesión social, conducir a la polarización política y, en última instancia, reducir el crecimiento económico”.

El documento pasó sin pena ni gloria. Probablemente, porque en aquel momento la economía mundial crecía un 3,7% (la tasa más elevada desde 2011), y nada hacía prever una intensificación de la guerra comercial iniciada por Trump, y que, por entonces, despuntaba. Hoy, no hay que decirlo, la desigualdad está en el centro del debate, aflorada por los sucesos en Latinoamérica (Chile, Argentina, Ecuador…), pero también en Europa, donde la ultraderecha y otros populismos están socavando el sistema de clases medias heredado del pacto social surgido después de 1945.


El Confidencial