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viernes, 20 de diciembre de 2019

Una sentencia esperada y un Estado indefenso

Se veía venir la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de Luxemburgo. No ha hecho sino aplicar a un caso concreto un razonamiento de puro sentido común democrático



Foto: Oriol Junqueras, en el Congreso de los Diputados. (Reuters)

Oriol Junqueras, en el Congreso de los Diputados. (Reuters)


Al igual que los troskistas de la IV Internacional penetraban en las organizaciones de la izquierda tradicional para ocupar sus órganos de dirección y reventarlos, los enemigos del Estado democrático han decidido que la forma más eficaz de destruirlo no es derribarlo desde fuera, como los antiguos revolucionarios, sino ocupar sus instituciones para demolerlo desde dentro. La subversión institucional es la amenaza política más insidiosa de nuestro tiempo, porque usa los instrumentos y garantías que proporciona la democracia representativa para resquebrajarla y, a la postre, acabar con ella.

En Cataluña, asistimos desde hace una década al secuestro político de las instituciones del Estado (eso y no otra cosa es la Generalitat) con el declarado propósito de desmembrarlo, abusando de todos los resquicios de la legalidad formal para liquidar la legalidad como principio. La pregunta es si nuestro Estado está preparado para defenderse con eficacia de esa amenaza existencial. Si la primera línea de defensa del orden democrático es la ley, la respuesta es rotundamente negativa en lo que se refiere a España.


Rubén Amón

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