El extesorero del PP Luis Bárcenas (i), a su salida ayer de la Audiencia Nacional. EFE
Si el 'caso Gürtel' fuera una explotación minera, la declaración de Francisco Correa ha sido una 'explosión controlada'. El cabecilla de la trama, que niega ahora que nadie le llamara 'Don Vito', había anunciado solemnemente esta mañana que iba a decir la "absoluta verdad" y que estaba dispuesto a "colaborar" con la Justicia. Sin embargo, esa hipotética 'tirada de la manta' se ha quedado en un pequeño destape en el que el principal damnificado ha sido Luis Bárcenas, con quien se ha ensañado. Con otros, procesados, entre ellos todos sus empleados, además del ex concejal de Estepona Ricardo Galeote y al PP "partícipe a título lucrativo" de Mariano Rajoy, ha hecho todo lo posible por exculparlos. Si se esperaba que con sus palabras se abriera una nueva veta en esta 'mina', al final los cascotes sólo han caído sobre los procesados que ya estaban más que amortizados por la rotundidad de las pruebas contra ellos.
Tras un arranque prometedor, en el que ha asegurado que entregó "dádivas" a todos los cargos públicos que se sientan con él en el banquillo salvo a Ricardo Galeote, la declaración de Correa ha ido de más a menos según avanzaba el interrogatorio de la fiscal y ésta le acorralaba con documentos, facturas y grabaciones. Ante el cúmulo de pruebas que ponían en aprieto sus palabras, el cabecilla de la trama se ha refugiado reiteradamente en las coletillas "desconozco el detalle" y "no lo recuerdo", seguido de la recurrente disculpa "no puedo ayudarle" para intentar seguir mostrando como un decidido colaborador con la Justicia.
El principal afectado por sus palabras ha sido, sin lugar a dudas, Luis Bárcenas, del que ha llegado a afirmar que fue él quien le propuso cobrar 'mordidas' por ayudar a empresarios a conseguir contratos en Castilla y León. Sin reparos en señalarle como el destinatario de las comisiones del "2 ó 3%" que recibían por esos trabajos, Correa ha llegado a afirmar que le llevaba el dinero en metálico a Génova. ¿Cuánto? "Grandes cantidades", ha asegurado. De hecho, ha afirmado que era el entonces gerente del PP quien repartía la comisión con los otros beneficiarios.
Dos gestos con Bárcenas
Eso sí, también ha tenido dos gestos con Bárcenas, con quien , por cierto, no ha cruzado ni una palabra desde que se inició la vista. El primero, sacar a su mujer, Rosalía Iglesias, de uno de los 'pelotazos' de la trama del que se encontraron documentos con su nombre. El segundo, desvincularle del célebre alias 'Luis el Cabrón', que según el cabecilla de la trama era la forma en la que se referían al empresario Luis Delso, ahora salpicado en otros escándalos como el 'caso Pujol' o el de los comisionista Pedro Gómez de la Serna y Gustavo de Arístegui.
Los otros grandes damnificados de este primer día de declaración han sidoJesús Sepúlveda y Alberto López Viejo, aunque con todos ha tenido algún gesto. Así, por ejemplo, del ex alcalde de Pozuelo de Alarcón y ex marido de Ana Mato ha reconocido que le regaló dos coches (uno de ellos el célebre Jaguar que la ex ministra de Sanidad nunca fue capaz de ver en su garaje) y le pagó fiestas y viajes, pero los ha calificado de "atenciones". De entrega de sobres con dinero en metálico, nada de nada e, incluso, ha identificado las iniciales J.S. que aparecían en algunos documentos con otra persona. Ya en la sesión de la tarde, sí ha admitido que en otros apuntes relacionados con supuestos amaños en Castilla y León estas dos mismas letras sí pertenecían a Sepúlveda. Una de cal y otra de arena para él.
En el caso de López Viejo, lo mismo. Ha asegurado que el que fuera 'delfín' de Esperanza Aguirre se llevó una 'mordida' de un millón de euros de un contrato municipal que le fue pagando "poco a poco". Sin embargo, luego lo ha exculpadodel cobro de ningún tipo de 'mordida' en los más de 300 actos que la trama organizó para el Gobierno de la Comunidad de Madrid con una compleja y poco creíble explicación de pagos 'en diferidos' para asegurarle la contratación de dichos eventos. La representante de la Fiscalía Anticorrupción ha dejado claro que no se creía la rocambolesca justificación ante la insistencia en mostrarle documentos sobre dichos actos para que aclarase el sospechoso contenido de los mismos.
Los bien parados
En el lado de los bien parados en esta 'explosión controlada' que ha sido el primer día de declaración de Correa se encuentra el ya comentado Ricardo Galeote con supuestos ahorros conseguidos por el Ayuntamiento de Estepona gracias a su habilidad para conseguir moqueta de fabricación belga prácticamente a precio de saldo. Incluso ha intentado explicar un préstamo de más de 30.000 euros a la compañera sentimental del entonces concejal de Estepona como "uno de tanto favores que he hecho a los largo de mi vida". No ha sido la única vez que Correa ha intentado salvar las incongruencias de parte de su relato arrogándose la imagen de buen samaritano.
También ha dado la cara por sus empleados, incluidos Pablo Crespo y Álvaro Pérez, 'El Bigotes', de los que dijo que simplemente se dedicaban a cumplir sus órdenes. A otro que ha intentado dejar en buen lugar ha sido al que fuera diputado Jesús Merino, aunque en este caso la estrategia exculpatoria ha hecho aguas rápidamente. Tras incluirle al comienzo de su declaración como uno de los que recibieron "dádivas", luego ha intentado excluirle de la relación de cargos públicos a los que él entregó dinero. Al final, ha admitido que en las hojas en las que se detallaban el reparto de comisiones por la adjudicación de obras en Castilla y León, ha terminado admitiendo que J.M. era Jesús Merino, aunque, eso sí, él no era el encargado de darle su parte en el 'negocio'. Ese papel le correspondía, como no podía ser de otra manera, a Luis Bárcenas, al que ya a esa altura de declaración lo tenía masacrado.
Entre los 'bien parados' de estas siete primeras horas de declaración de Correa se encuentra el PP... pero el de Mariano Rajoy. El jefe de la trama ha asegurado que cuando el político gallego se puso al frente de Génova 13, la que había sido "su casa" se convirtió en territorio hostil y tuvo que lanzar sus redes en otras direcciones. La culpa, aseguró, las malas relaciones que tenía su número 2, Pablo Crespo, quien había sido secretario de organización en el PP de Galicia, con el hoy presidente del Gobierno en funciones. Por eso miró hacia Valencia y Francisco Camps, al que regaló "una corbata o cinco", pero como simple detalle de Navidad. De hecho, Correa ha insistido en varias ocasiones que este tipo de "pequeñas tonterías" son habituales en la empresa privada y que si es irregular hacerlo con las Administraciones públicas, él no lo sabía. Al fin y al cabo, él se enteró qué eran un cohecho y una prevaricación cuando lo detuvieron. Quizá por ello, de la manta sólo ha tirado un poquito. Lo suficiente para dejar a Bárcenas a la intemperie pero mantener bajo su calor a muchos otros.
ÓSCAR LÓPEZ-FONSECA Vía VOZ PÓPULI
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