EDITORIAL de FORUM LIBERTAS
Sin pontificar, solo como reflexión, si nos preguntásemos que necesita la Iglesia para cumplir mejor con su misión ¿qué responderíamos?
Seguro que estaría en función de las condiciones de nuestro país y de
la Iglesia concreta que en él peregrina. Pero pensamos que al menos en
términos europeos, algunas de dichas necesidades podrían ser estas:
- Unidad en la fraternidad. Se decía que los protestantes cuando difieren, constituyen una nueva confesión y los católicos una nueva congregación. Más allá del dicho, la idea refleja algo muy importante: el carácter decisivo del mantenimiento de los acuerdos fundamentales en un ambiente guiado por la máxima del amor fraterno. Si no se da el signo de amor entre nosotros, no hay Iglesia, porque nos negamos a ser seguidores de Jesucristo.
- Cohesión, que se traduce en la fuerza del vínculo, expresión de un compromiso en torno a los acuerdos fundamentales propios de la Iglesia. Es la única forma de afrontar el desafío radical de nuestro tiempo, no solo a la Iglesia, sino a toda la sociedad, el subjetivismo radical de la satisfacción de mis deseos, también los religiosos, que conduce a una religión de supermercado; eso lo tomo, eso no, y la acción, el trabajo al servicio de la Iglesia, que es la principal expresión del compromiso
- La vida espiritual. La vocación de acceder al encuentro y mejorar la experiencia de Dios. La mística es el plano máximo de esta necesidad, y acercarse a ella es una necesidad, al tiempo que, como Pueblo de Dios, vivimos en su gracia: sacramentos y oración, en la que la Lectio Divina es un medio fundamental. Quienes omiten esta dimensión limitando su fe a la acción social, reducen su naturaleza humana; no sirven bien a lo que Dios nos ha dado para hacerlo fructificar. Quienes se encierran en un rutina ritualista y satisfecha no hacen crecer su espíritu cristiano, si sirven a los demás.
- La educación, práctica y reconocimiento en la comunidad eclesial de las virtudes cristianas. El cristianismo es la vía a la perfección, implica un actuar, pero esa acción necesita educarse en una práctica buena. Son las virtudes, y específicamente las virtudes cristianas. Tan necesarias y tan olvidadas, en la vida familiar, en la vida de la propia Iglesia, en el seminario. Hay un empacho de valores, también en muchas escuelas y entidades cristianas, y un déficit de virtudes. Es como construir un edificio sin puertas ni ventanas. ¿A quién sirve?
- La fuerza y la necesidad del testimonio y la palabra pública ¿Viven acomplejados los católicos? A veces lo parece. Y de este complejo surge, en ocasiones, la reacción intemperante. Un cristiano sin testimonio cotidiano es como un árbol sin hojas: está muerto o lo parece. Pero en un tiempo como el nuestro, donde incluso el mejor testimonio puede ser incomprendido o adulterado, es necesario acompañarlo de la palabra sobre la Con sentido de la oportunidad, con sensibilidad e inteligencia, claro. El silencio sirve para acoger, la palabra para acompañar.
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