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jueves, 27 de octubre de 2016

LA RAZÓN DE SER DE GIBRALTAR

DE la reciente visita que el ministro García-Margallo ha realizado al Campo de Gibraltar, como de la mayoría de sus declaraciones, se concluye que lo que parece preocuparle es el modo de proteger a Gibraltar de los malos efectos que pudiera producirle la política de desafección hacia Europa del Gobierno británico. Lo que debiera quitarle el sueño, sin embargo, es la repercusión que sobre la comarca tendrá la salida del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE). No es lo mismo lo uno que lo otro, por muy relacionadas que estén ambas cosas, y no ha habido ocasión en la que el ministro evidencie que está pendiente de lo que pueda suceder en la comarca, por más que el alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, que además de serlo es presidente de la Comisión de Exteriores del Senado, se refiera al ministro como si trajera el maná a los habitantes del Campo de Gibraltar.

Lo interesante sería saber qué proyectos tiene el Gobierno para una comarca en la que la economía sumergida y el trapicheo derivados de la existencia de la colonia, de su anacronismo y de sus peculiaridades, impiden un desarrollo sostenible y equilibrado que mantenga el nivel de ocupación en cifras cercanas, si no a la de otros países de la UE, al menos a la media española. Si bien no es fácil calcular la dimensión de esa economía que escapa del control fiscal, basta con considerar el elevadísimo paro en un ambiente social cuyo dinamismo y capacidad industrial inspiran supuestos muy diferentes. La valoración del lucro cesante en términos de fiscalidad que soporta España en la actual situación, podría darnos una idea de los beneficios que reportaría una Verja convertida en verdadera frontera.

No es posible que el ministro ignore que Gibraltar es una colonia militar sobre la que se asienta una población civil que se beneficia de su especialísimo estatus y en la que trabajan, con más opacidad que transparencia, unos cuantos miles de españoles de cuya dependencia se beneficia la colonia. No sólo a título de trabajadores externos que apenas demandan servicios públicos, sino también a modo de rehenes que utilizar para la perpetuación de ese estatus. Frente al paro de la comarca, insisto: en un territorio que alberga uno de los mayores complejos industriales de España, Gibraltar, sin paro de hecho (por debajo del 3%), presenta un PIB de los más elevados de Europa y aun así con un crecimiento del 10% y un excedente presupuestario que en 2014 superó los ochenta millones de euros. Añádase que eso se da en un asentamiento urbano donde la industria brilla por su ausencia. Gibraltar no produce absolutamente nada y no sobreviviría a una frontera impermeable.

Un estudioso de la verdadera razón de ser de la colonia, Ángel Liberal, autor de Gibraltar: Base Militar. El interés anglo-americano por el Peñón (Civitas, 2009), ha descrito la situación en un gráfico en cuya parte superior se destaca el carácter militar de la colonia, en donde además de una base naval y un aeródromo militar que no reúne las condiciones exigidas para su uso civil, se destaca la existencia de instalaciones de inteligencia militar; acústica submarina, electrónica y comunicaciones; y logísticas; talleres, diques, energía, combustible y munición, entre otras. Ese bloque se apoya en una columna asentada sobre la población que le sirve como excusa y que financia la base militar, discretamente compartida con la Marina norteamericana, con una economía basada en el bunkering, las apuestas, el tabaco, el turismo y la ingeniería financiera.

El sugerente esquema de Liberal descansa sobre un complejo paradójicamente dependiente de España. Sin fluidez en el tránsito por la Verja, tanto de personas como de bienes y servicios, la colonia no podría contribuir al sostenimiento de la base militar y el RU, como ya ocurriera en tiempos de Peter Caruana, tendría que plantearse la conveniencia de mantener su presencia en la Roca. Nada impide, por otra parte, el cierre de la Verja. Estaría en consonancia con lo pactado en Utrecht: "Quiere el Rey Católico, y supone que así se ha de entender, que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra".

Tal vez el ministro podría replantearse la estrategia y pensando en cómo adaptar a las circunstancias la economía de la comarca y de qué forma ofrecer condiciones laborales dignas a sus habitantes, dejar al gobierno de Su Graciosa Majestad la tarea de preservar los intereses de los yanitos.


                                                 
                                                          ALBERTO PÉREZ DE VARGAS  Vía DIARIO DE SEVILLA

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