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sábado, 22 de octubre de 2016

VÉRTIGO


Por primera vez es plausible la pesadilla del «Mundo feliz».



En contra del gusto zurdo por el lamento, las condiciones de vida de la humanidad en su conjunto han mejorado mucho desde finales del siglo XX.


Los datos de la ONU y el Banco Mundial recogen un llamativo descenso de la pobreza extrema (en parte por obra del comercio mundial, la vilipendiada globalización, que entre otras cosas ha sacado del ostracismo al gigante chino, que aún hoy sigue siendo el país con más desnutridos). El hambre todavía castiga a 795 millones de seres humanos, según Naciones Unidas. Una vergüenza en una era en que Occidente tira comida al basurero. Pero también es cierto que son 216 millones de hambrientos menos que en 1990.


A pesar del optimismo de esos datos, hoy encaramos cuatro problemas de fondo que nos enfrentan a retos nunca vistos desde el gran acelerón de la primera mitad del siglo XX, cuando llegaron la aviación, la televisión, la píldora anticonceptiva, el hombre en la Luna y la bomba atómica. Los cuatro desafíos provocan vértigo:
  1. La biotecnología está a punto de hacer real el cultivo de seres humanos, la pesadilla futurista que describió Aldous Huxley en «Un mundo feliz», su novela de 1932. En palabras del admirado historiador israelí Yuval Noah Haraki, el gurú de este otoño, «en un futuro no muy distante puede resultar que los ricos sean más inteligentes que los pobres». Una brecha biológica inédita en la historia de la especie. La biotecnología permitirá a los más pudientes convertirse en seres humanos mejorados. Habrá una élite con nuevas destrezas y una casta de personas inferiores, cuyo ADN no ha sido tuneado. Esto ya ha empezado. El mes pasado nació el primer bebé con el ADN de tres personas diferentes, «tres padres». El niño se salvó así de una enfermedad hereditaria. Se celebró como una noticia buena y hermosa. Pero cuando la técnica vaya a más, «los ricos van a ser más listos y creativos, van a poder desarrollar sus cuerpos y cerebros para lograr nuevas destrezas». Aterrador.
  2. Internet ha supuesto en muchos aspectos una bendición. Pero desconocemos todavía las secuelas para nuestra psique del «siempre on». La información taquicárdica, en tiempo real y poco sustentada, afectará también a la forma en que tomamos nuestras decisiones democráticas (ya está pasando, y no para bien).
  3. La robotización está a punto de saltar masivamente a todos los ámbitos, incluido el doméstico. Hace dos semanas, un software automatizado del mercado de divisas tumbó a la libra. Los robots a gran escala provocarán una convulsión del mercado laboral.
  4. El estallido económico de 2008 se debió en gran medida a un endeudamiento alocado. Pues bien, hemos salido –malamente– de aquella crisis de la deuda procediendo a endeudarnos todavía más. Estamos curando la resaca con más brandy.
El ser humano trata de ser Dios (hasta intenta crear vida artificial). Einstein aseguraba que «Dios no juega a los dados». Pero el bicho que somos, genial, pero también falible y egoísta, es capaz de jugar a la ruleta rusa.




                                                                                LUÍS VENTOSO  Vía ABC  

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