El maniqueísmo político y el estancamiento intelectual de una parte sustancial de la sociedad europea está retrasando y anulando todo intento de repensar la UE y especialmente el fallido proyecto del euro. Esta torpeza se enmarca, especialmente ahora, en una ridícula asociación de ideas que relaciona la extrema derecha, contraria al euro, con cualquier otro movimiento o corriente que pretenda parar, y tal vez resetear, este proyecto que no funciona. Es por ello, que cualquier aproximación a este grave problema se descalifica, calificando a sus autores de fascistas o populistas, en función de qué medio lo escriba.
El maniqueísmo político esconde el debate sobre el futuro del euro en una UE rota socialmente
Sin embargo, hay muchas voces en la academia, pero también en el mundo político sensato, que aboga por redefinir un proyecto político que camina a la deriva. La situación de la UE es insostenible por múltiples razones, lo que sin duda está abogando al viejo continente a una situación sin parangón: los fascismos supuestamente superados pueden tomar el poder, o por lo menos alcanzar minorías de bloqueo que hagan invivible la convivencia entre europeos.
Estos fascismos, que ya han tomado la Casa Blanca, pero también Rusia y otros satélites, encarnan crudamente la deriva del modelo de capitalismo global actual, en el que las elites y las grandes corporaciones extraen gran parte de la riqueza, abandonando a su suerte al lumpen. Es precisamente este lumpen, otrora fiel votante y seguidor de la izquierda moderada y de moqueta, al estilo de Valls en Francia, Gabriel en Alemania y Rubalcaba y Zapatero en España, el que se ha revelado y ha abandonado a la socialdemocracia liberal.
Los grupos fascistas europeos se han apropiado de la crítica al funcionamiento del euro
Esta corriente, ya en fase decrépita, se revuelve a ser absorbida por movimientos llamados populistas que prometen, al menos en el discurso, una ruptura con el statu quo impuesto en Europa los tratados redactados al dictado alemán, y que han empobrecido hasta la náusea a las sociedades deudoras que en el pasado engordaron las cuentas de un sistema financiero europea, y mundial, podrido, corrupto y tramposo. Pero el tsunami es imparable y los ideólogos del social liberalismo tienen los días contados en el poder en Europa, salvo para apuntalar a los conservadores, como pasa en Alemania o en España.
Lo que más sorprende es la mentalidad acrítica entre la supuesta izquierda y entre muchos académicos que se autodefinen como progresistas, si es que este término tiene ya algún significado. Esta falta de autocrítica para con la construcción europea y el euro solo se explica por la incapacidad de diseñar una alternativa o la pereza de tener que pensar de forma diferente al mainstream, algo para lo que muchos están incapacitados.
La socialdemocracia no cuestiona nada del funcionamiento de la UE para no ser confundido con los populismos
Pero no es muy difícil definir la última década como diez años perdidos a nivel global, como hace muy bien Adair Turner en una magnifica entrevista de Claudi Pérez en el País. Tenemos todos los ingredientes para pensar que estamos ante un punto cercano a la eclosión, por más que se nos venda que la recuperación ya ha empezado y que poco a poco recuperaremos los niveles de riqueza anterior. Este brillante experto financiero, que con la edad ha vuelto a sus orígenes keynesianos, ha superado la película de dibujos animados que abrazó con el liberalismo a ultranza, y por fin reconoce que todo lo estudiado en esta corte neoclásica es falso e inservible. Hace referencia a los que se muestran críticos, como Rogoff y el lastre de la deuda, Koo con la recesión de balances, el exceso de ahorro y los desequilibrios que plantea Bernanke y el estancamiento secular por el que aboga Larry Summers.
Esta mezcla nos ha llevado al estado estacionario en el que estamos, con un lastre impagable en forma de deuda, cuyo ejemplo meridiano es Grecia, con un trasvase de deuda privada al sector público, y en algunos casos a China, y con un exceso de ahorro inactivo que solo busca la especulación y que invalida la teoría que antepone el ahorro a la inversión, como fórmula para crecer.
El diagnóstico de muchos economistas brillantes es que el modelo actual está superado por obsoleto e ineficiente
Con estos antecedentes, Europa es quien representa mejor el fracaso de las políticas neoclásicas, miedo atávico a la inflación, obsesión enfermiza por el déficit público y una austeridad suicida que ha acabado por hundir el frágil equilibrio político y social que alumbró el euro en 2001. La negación sistemática de la política fiscal expansiva, algo que no hizo el Reino Unido, EEUU o Japón, ha dejado a la UE y al euro, al borde del colapso, solo salvado, de momento, por el cambio de mentalidad monetaria de Draghi, pero es insuficiente para salvar al euro de la explosión, fundamentalmente social.
La falta de confianza política y social hacia unas instituciones muy poco democráticas en muchos casos, la crisis de los refugiados y la ausencia de liderazgos no fascistas en la UE que ejerzan de contrapesos, empujan a Europa al abismo, por más que se nos quiera vender que no hay ningún problema y que Le Pen no ganará en Francia porque el resto del país se unirá contra ella. Tal vez esta medicina paliativa, que medio funcionó en el pasado, ya no sea suficiente y tengamos pronto varios gobiernos del corte del que han elegido en EEUU.
Europa representa muy bien el fracaso de los preceptos neoclásicos y el desprecio por la equidad
La crisis del euro se avecina a toda velocidad y probablemente sea Grecia la primera en abandonar de mala manera el euro, salvo que la cordura se imponga y se lleve a cabo una profunda reestructuración de la deuda helena, como defiende el BCE. Pero el siguiente ejemplo de bomba de relojería es Italia, como vaticina Turner, en 10 años puede eclosionar fruto de su Estado fallido, un nivel de deuda inmanejable y una sociedad profundamente dividida entre partidarios de la salida y el mantenimiento dentro del euro.
El ejemplo del Reino Unido, donde la política no ha sabido entender la situación de amplias capas de la sociedad y ha despreciado al lumpen como fuerza de cambio, en muchos casos a peor, va a empezar a calar si no se cumple el apocalipsis que vaticinaban los proeuropeos en UK. Siendo las razones poco edificantes desde un punto de visto democrático, el odio a la inmigración, hay que encajarlo también dentro de un hastío hacia un club que maltrata al diferente y penaliza la pobreza.
El euro podría colapsar en 10 años, empezando por Grecia e Italia
El culmen de todo este proceso vendrá, sin duda, por la explosión de un sistema financiero que lo ha absorbido todo y ha dejado a la producción clásica como una actividad residual y molesta. La pésima situación de la banca y el descubrimiento por parte de algunos, especialmente reguladores y supervisores, que los mercados no son eficientes, ni completos, es el síntoma de cómo hemos crecido en los años anteriores al estallido de la burbuja, Como no se puede crecer, ni crear empleo masivo sin burbujas, ya se están gestando las próximas, peo la ruptura de ellas puede ser el epitafio para muchas sociedades del Sur de Europa, salvo que se tomen medidas drásticas para encauzar un modelo de crecimiento y acumulación corrupto, obsoleto e ineficiente y caro. Lo malo es que este diagnóstico solo lo han entendido, por otras razones, los movimientos fascistas. ¿Y la izquierda dónde está?.
ALEJANDRO INURRIETA Vía VOZ PÓPULI
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