La catadura moral de una sociedad y de sus gobernantes se evalúa a partir de cómo se aproxima a problemas concretos, específicos. En nuestro país nos han acostumbrando a análisis vacuos, envueltos como dogmas, cuando en realidad ni siquiera llegan a la categoría de meras conjeturas. Y todo ello propagado por unos medios de comunicación que simplemente representan la voz de su amo. La inmensa mayoría de ellos están completamente desacreditados, son una caricatura. Ni los esperpentos de Ramón del Valle Inclán se atrevían a ofrecer rasgos tan grotescos y deformadores de la realidad como las aproximaciones vertidas en ciertos medios, a través de sus ejércitos de comentaristas y analistas.
Veamos dos ejemplos concretos. Por un lado las perspectivas económicas de fondo de nuestra economía. Por otro, y relacionado con lo anterior, el tema de las pensiones. Respecto al primero, la inmensa mayoría de las aproximaciones se quedan en la superficie, en una cifra agregada de crecimiento económico -que, por cierto, hay que poner en cuarentena- sin analizar los problemas de fondo, que simplemente se están cebando.
El gran fiasco
Semana tras semana se van “revelando” distintas fotos instantáneas sobre la realidad social y económica patria. Y las conclusiones no pueden ser más demoledoras. ¿Por qué si las horas trabajadas caen, se afirma que se está generando empleo? ¿Se puede permitir un país identificar como empleo contratos basura que no llegan a un mes y cuyas remuneraciones son miserables? ¿Por qué no se normalizan las cifras según estándares aceptados universalmente? ¿Por qué hay que aplicar austeridad a una economía cuya tasa de paro normalizada está alrededor del 30%? ¿Por qué no se toman medidas contra el aumento de la pobreza y la desigualdad? ¿Por qué para producir un incremento del uno por ciento del producto interior bruto, cada día necesitamos endeudarnos más? ¿Por qué no suben los salarios? ¿Por qué todo el peso fiscal recae en el factor trabajo y en las pequeñas y medianas empresas? ¿Por qué el tejido industrial patrio está siendo asaltado por capital extranjero, sin que nadie haga nada?
Muy sencillo, nos mienten constantemente y no se atreven a reconocer lo obvio, que bajo la actual súper-estructura, España es un país sin futuro. Nuestro modelo productivo es un gran fiasco, dominado por rentistas y especuladores que nos sorben la sangre. Pero estos rentistas son la superclase patria que vive de recalificaciones urbanísticas, de burbujas inmobiliarias, de contratos concedidos en reuniones en noches cualesquiera a la tenue luz de las velas. Y debemos empezar a decir la verdad. O se cambia radicalmente nuestro modelo productivo, lo cual requiere tiempo, o esto se va al garete. Para ello hay que modificar completamente nuestro sistema fiscal, profundamente injusto, atacando la especulación inmobiliaria y la recalificación de terrenos mediante el establecimiento de un impuesto sobre el valor de la tierra que nos permita rebajar el resto de impuestos. No les quepa ninguna duda que ello obligaría a mejorar el sistema productivo. En un país como España donde los buscadores de rentas campan a sus anchas, y se han apropiado de la práctica totalidad de las rentas que genera el suelo, sin ninguna actividad productiva de fondo, es una obligación moral.
Pero además, bajo este análisis, sin soberanía monetaria, somos rehenes de una deuda impagable. Los ciclos de aversión al riesgo existen, y estamos entrando en otro que hará inviable el pago de nuestra deuda bajo el actual paraguas del Euro. A lo largo de 2017 se va a desatar la siguiente fase de venta masiva de activos financieros globales sobrevalorados, la práctica totalidad de ellos.
La contradicción de los pensionistas
Bajo la actual estructura productiva y demográfica, sin soberanía monetaria, y en un contexto de aversión al riesgo, no se puede garantizar el pago de las pensiones futuras. Pero ello no quiere decir que debamos reducir las mismas, que será lo que acabarán haciendo aquí quienes nos desgobiernan. Ello añadiría más desazón a los ya de por sí frágiles hogares españoles. Ni tan siquiera que se daba fomentar planes de pensiones privados, ya que la mayor parte de las familias españolas no pueden ahorrar. Además, los sistemas de capitalización están siendo un fracaso estrepitoso.
Todo pasa por cambiar el sistema productivo, ya que los problemas asociados al actual sistema de pensiones público de reparto, y que se deberían atacar, se derivan del estancamiento del crecimiento de los salarios, la desigual distribución de la renta, y la caída de la productividad -con los efectos demográficos perversos que generan-. Remediar el estancamiento de los salarios y la desigualdad salarial, unido a un crecimiento de la productividad son, por lo tanto, partes intrínsecas que permitirían solucionar los problemas de las pensiones públicas bajo el sistema de reparto, sin necesidad de acudir a sistemas financiados y a sus efectos perversos.
Hay que cambiar radicalmente de política económica, utilizar activamente la política fiscal, en base a la Teoría Monetaria Moderna, con el objetivo de alcanzar el pleno empleo. Y cambiar por completo nuestro sistema fiscal. Pero los votantes, curiosamente los pensionistas, mantienen el actual entramado económico y político. Y ésta es la gran contradicción.
JUAN LABORDA Vía VOZ PÓPULI
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