El papel del Banco de España antes y durante la crisis financiera reciente es objeto de controversia, incluso 8 años después de su inicio. La situación de la banca tras el descalabro y posterior rescate de algunas entidades emblemáticas, sigue siendo un misterio, propio de un modelo de banca caduco, y sobre todo opaco. Esta constatación provoca cierta sensación de incredulidad entre expertos, pero sobre todo lo que revela es que las instituciones que, teóricamente, deberían defender a consumidores y usuarios, han estado más preocupados por esconder gran parte de la basura financiera que las entidades han ido incorporando a los balances.
El papel del Banco de España durante la crisis se está demostrando que fue manifiestamente mejorable
La primera muestra de cómo el Banco de España tuvo un comportamiento cuanto menos mejorable, lo demuestra el hecho de que prohibiese a sus titulados escribir sobre la burbuja inmobiliaria, término que fue desterrado del lenguaje hablado y escrito, para no alarmar a una población que participaba de una orgía consentida y favorecida por la máxima autoridad de supervisión. Este hecho, que es poco conocido por la población, denota un estado pseudo policial dentro de la institución que contrasta con la vehemencia con la que su gobernador, a la sazón Ordoñez, dictaba lecciones magistrales sobre la moderación salarial.
La prohibición de hablar de la burbuja inmobiliaria dio la primera señal de la dejadez de funciones para defender al eslabón más débil
La manga ancha con la que el supervisor permitió a las entidades el sobreendeudamiento, incluso con prácticas fraudulentas como los avales cruzados solo se puede explicar por una connivencia con el poder económico y un desprecio absoluto para con los máximos afectados a posteriori, precisamente los que han sufrido la moderación salarial, pero también las practicas fraudulentas que ahora están empezando a salir todas en bloque. No hay que olvidar que las preferentes, pero también todos los aspectos de la ley hipotecaria en discusión hoy día, pasaron el tamiz del supervisor, sin que alertaran en ningún caso de los elementos más negativos para con el eslabón más débil: los consumidores.
Se permitieron todo tipo de desmanes que adulteraron los resultados reales de la gran banca
Pero si esto ha sido un escándalo, bueno lo debería ser en cualquier país civilizado, lo peor de todo es que no se ha logrado dar estabilidad a un sector como el bancario que atraviesa otra fase aguda de pérdida de reputación y negocio, fruto, sin duda, de una cúpula muy preocupada por sus pensiones y cómo esquilmar los fondos de accionistas, en el caso de la banca privada, o los partícipes en el caso de las extintas Cajas de Ahorro. La banca ha seguido arrastrando la pesada carga de ser un oligopolio sin competencia hace menos de 10 años, pero hoy las nuevas formas de banca, caso Facebook u otras que están surgiendo, probablemente dejarán muy tocada la banca minorista. Frente a esto, el supervisor también está arrastrando los pies y no se aprecia un desarrollo normativo y supervisor que evite fraudes o estafas, similares a las que ejercieron los bancos con las preferentes o cláusulas suelo, por más que les duela a algún Presidente de gran banco.
Se nota una gran pesadez a la hora de entender la digitalización y las nuevas formas de banca, lo que redundará en laxitud en la supervisión
En este sentido, y tras quebrar Bankia, de nuevo salen a colación la actuación del supervisor en materia contable. Todo el mundo sabe que la contabilidad es un código de conveniencia que puede ser manipulado y maquillado para que incautos inviertan gran parte de sus ahorros en comprar acciones de una entidad como Bankia, cuyas cuentas se ha demostrado que estaban trucadas, sin el supervisor lo detectase, algo que tampoco hizo la CNMV. Lo más gordo fue que a la banca se le permitió, diferir la contabilización de la enorme morosidad que por aquel entonces se sufría en España. Ello contribuía a trufar un balance insano y convertirlo en uno insano, aprovechando el escaso conocimiento financiero que tiene la población, pero también para que muchos de los analistas del mercado, tan ciegos, como indocumentados en materia contable y financiera, y así engordar la cotización fraudulenta de Bankia. Esto da idea en qué manos estamos los consumidores, que tenemos que fiarnos de las instituciones y de los supuestos expertos en el mercado bancario, que son incapaces de leer un balance trufado.
El Banco de España permitió diferir la contabilización de la abultada morosidad, lo que alteró la situación real de muchas entidades y provocó malas decisiones de inversión
Esta flexibilidad para con la morosidad, pero también para la valoración de activos tóxicos como los suelos sin calificar que eran valorados a precio desorbitado, han creado una película falsa alrededor de la banca que ahora va a ser difícil de digerir. Los problemas del Banco Popular, pero también otros, son reflejo de esta relajación normativa y de un modelo de rescate bancario que anteponía los derechos dela cúpula, que la de los consumidores.
Esta práctica, de facto, pretendía defender el sector bancario frente a los consumidores y accionistas
Al Banco de España le vendría bien estudiar el modelo de resolución de crisis bancaria que llevó a cabo Suecia en los años 90. El supervisor fue implacable con la cúpula bancaria, varios acabaron en prisión, y se limpió el balance antes de inyectar dinero público. Aquí seguimos con los balances trucados llevándose pérdidas hacia el futuro, y encima con la inestimable ayuda fiscal de los créditos fiscales, calculados de forma que la banca siempre gana. El miedo a la caída de entidades grandes encoge el papel del supervisor y les hace ser muy comprensivo y laxo para que la pelota se pueda llevar siempre hacia adelante.
El Banco de España debería estudiar el modelo sueco de resolución bancaria, que permitió encarcelar a las cúpulas y limpiar el balance antes de inyectar dinero
Por estas razones, los consumidores no deberían confiar nunca en los números que presenta la banca, y ser muy cuidadosos con sus inversiones financieras. Tienen que saber que todas las instituciones que han de velar por la seguridad de sus inversiones siempre están al servicio de la banca, nunca velarán por nosotros. Por supuesto, tampoco se fíen de los mal llamados analistas independientes, en salvo excepciones, también juegan a caballo ganador y prefieren el glamour de los bonus anuales, a decir la verdad a sus clientes finales, especialmente los minoristas.
ALEJANDRO INURRIETA Vía VOZ PÓPULI
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