Febrero de 2017. Nos encontramos en una oficia de gestión de incidencias de la Consejería de Hacienda y Administración Pública de la Junta de Andalucía, donde se liquida el impuesto de sucesiones y donaciones.
Este impuesto confiscatorio, inmoral y destructivo, ha provocado que en 2016 haya habido unas 38.000 renuncias hereditarias en España, debido a que los herederos no tienen dinero para saldar el impuesto. El incremento de las renuncias desde el año 2007 ha sido del 344%. En consecuencia, las familias sufren como nunca esta terrible desgracia sumada a la ya dolorosa pérdida del ser querido.
Desde el 1 de enero, y gracias a las presiones del partido naranja sobre el rojo, se han introducido modificaciones en el impuesto de sucesiones y donaciones, que resultaba escandaloso. Sin embargo, las medidas son a todas luces insuficientes, siendo recomendable la eliminación del mismo, ya que solamente sirve para mantener una estructura elefantiásica a costa de los ahorros y patrimonios obtenidos de forma honesta por las familias.
Nos acercamos a un mostrador para escuchar la conversación entre Elena, funcionaria de la consejería, y Javier, heredero al que le reclaman el pago de 40.000€, que no tiene.
—Buenos días. He recibido esta “Puesta de Manifiesto”, donde me reclaman el pago de 40.011€ en concepto de impuesto de sucesiones tras la muerte de mi hermano.
—Buenos días. ¿Vivía usted con él?
—Si. Vivía en su casa desde hace un año y medio. Perdí mi trabajo y dos años después tuve que dejar mi casa al banco. No tenía más familia que él. Nuestros padres murieron y yo no tengo esposa ni hijos.
—¿Cuál es su problema?
—No tengo tanto dinero para saldar el impuesto. Mi hermano tenía 5.000€ en una cuenta bancaria, un piso de residencia habitual, otro piso en el pueblo originario de mis padres y un seguro de vida de 10.000 euros que no he podido aún rescatar.
—Pero, ¿usted no tiene ahorros?
—No. Ya le dije antes que estoy en paro, perdí mi casa, y solamente percibo un subsidio. Mi hermano me había acogido en su casa, ya que estaba soltero, y así ambos nos ayudábamos, ¿sabe usted? Pero tuvimos la desgracia de que sufrió un infarto de miocardio y se lo llevó para siempre. Ahora estoy solo y no tengo a nadie que me pueda ayudar.
—¿Puede usted pedir un crédito?
—Ya lo he intentado en el banco, pero al no tener ahorros ni patrimonio no me lo conceden. Tampoco en el caso de que los inmuebles pudieran avalar, ya que no dispongo formalmente de ellos y, aun así, las tasaciones no cubren el riesgo a corto plazo.
—Vaya. Don Javier. Lo lamento mucho. ¡Creo que a veces los políticos escriben las normas colocando el lápiz en el orificio trasero! Perdón. Disculpe la grosería.
—No se preocupe. No me molesta. La entiendo perfectamente. En este país no existe eso de “somos iguales”. Es evidente que hay ciudadanos de primera, de segunda... y hasta de quinta.
—¿Ha pensado en renunciar a la herencia? De ese modo el estado se hace más gordo a costa de los ciudadanos, pero no tendría obligación de abonar el impuesto.
—Si renuncio a la herencia no tengo a dónde ir. Tampoco es posible aceptar una parte. Esto es una desesperación absoluta. ¡Qué va a ser de mí!
En el mostrador contiguo, se encuentran el funcionario Pedro, y la ciudadana Susana, quién también ha recibido una “Puesta de Manifiesto” dónde la reclaman más de 80.000€.
Susana, llevaba viviendo con Andrés, el fallecido, más de diez años. Tenían una relación de pareja normal, pero nunca se habían casado, y tampoco habían registrado su relación como pareja de hecho en su comunidad autónoma. Era la eterna tarea que siempre tenían que hacer, pero que no encontraban tiempo para ello. Habían conseguido realizar una vida en común bastante estable, hasta que un accidente acabó con la vida de Andrés. La pareja, vivía de alquiler, pero había iniciado la construcción de una casa. Sólo tenían depósitos y valores en cuentas conjuntas y habían formalizado un crédito importante para ir sufragando los gastos de construcción. Susana heredó el 50% de los activos financieros, ya que Andrés no tenía herederos legítimos y dispuso en su testamento a Susana como única heredera.
—¿Cómo es posible que tenga que pagar de impuesto más de ochenta mil euros?
—El problema radica, especialmente, en que no se registraron como pareja de hecho.
—¡Llevamos juntos más de diez años! Si bien es cierto que todos los suministros y tributos del inmueble estaban a su nombre, éramos una pareja a todos los efectos.
—Entiendo perfectamente su indignación, pero la ley establece estas normas, y mi obligación es cumplirlas.
—No entiendo cómo tengo que pagar impuestos adicionales sobre una herencia de ahorros de los que yo misma he sido copartícipe durante tantos años.
—Efectivamente. El testamento establece que usted hereda el 50% de esos valores. Al estar en cuentas y valores de custodia comunes, no es posible dimensionar cuánto ha aportado usted en esa base. Puede ser más, o menos. Eso al recaudador no le interesa. Sólo le interesa cobrar.
—Pero, mi situación es muy complicada. Tengo un enorme crédito que pagar para una casa que no voy a poder disfrutar y para colmo me hacen desprenderme de parte de mis ahorros para pagar un impuesto cruel y discriminatorio. ¡En qué clase de país vivimos! ¿Dónde esos partidos que venían a cambiar las cosas para que los ciudadanos no acabáramos devorados por estos malvados que no paran de expoliarnos y tomarnos el pelo?
—Eso, mi querida ciudadana, por lo que vemos cada día, cada vez se parece más a una utopía. O quizás no. Veremos. El tiempo pondrá a cada uno en su sitio.
PD: A todos aquellos que están perdiendo la esperanza de que un día realmente vean cumplidos sus deseos de que este país se enmiende y tome el rumbo adecuado con sus ciudadanos, les pido que sean perseverantes, porque realmente hay personas que estamos trabajando en ese objetivo. A todos ellos, les dedico el tema de Queen “The Show Must Go On” https://youtu.be/uKLMYZlbIb8
JUAN CARLOS BERMEJO Vía VOZ PÓPULI
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