Me contaba una camarera esta semana que en su anterior trabajo echaba 14 horas al día, seis días a la semana, por 1.000 euros al mes. Y eso porque era la encargada. A las compañeras les tocaban 900. Los contratos, decía, eran de cuatro horas diarias. Mientras me tomo el café, leo—a raíz de las noticias sobre una paliza a una chica en un bar—que ya existe en Murcia algo llamado Asociación Lo Nuestro, que cuenta con otras delegaciones, según La Verdad, en Elche, Alicante y Valencia, y que está vinculado al Hogar Social Madrid. Banderas de España y paquetes de comida, sólo para españoles.
Cojo el móvil y consulto las noticas internacionales. Sale una de Bloomberg sobre Europa y Trump. Que su llegada a la Casa Blanca va a obligar a Europa a posicionarse, a decidir qué quiere ser de mayor. De momento hay declaraciones varias sobre los inmigrantes, lo económico y la necesidad de gastar más en Defensa, esta vez de verdad tras años sin cumplir la inmensa mayoría con el 2% del PIB para la OTAN. En Twitter, veo que a Vox le han sacado en Breitbart y, mirando los correos, encuentro una nota de prensa del día 21, con fotos de Abascal con Wilders o con Petry en la reunión de la extrema derecha europea en Coblenza. Aún no tengo muy claro qué hacía allí—el vasco no sale en ninguna de las fotos oficiales con Le Pen, Salvini, Petry y Wilders—pero allí están la nota y el reclamo.
Antes de la crisis económica, aún se hablaba en serio de la posibilidad de unos Estados Unidos de Europa, todo integrado, todo federal, todo compartido. Luego la crisis financiera, la crisis griega, los PIGS, España, el 11M, la expansión cuantitativa, Draghi, Syriza, Podemos…y ahora Brexit y Trump. La semana pasada en el Financial Times, Emmanuelle Macron, aspirante a Presidente de Francia, escribió que la respuesta a Trump debería ser más Defensa en común. Un fondo europeo de Defensa, con sede en Bruselas, entorno a un eje franco-alemán (como no): «lo suficientemente fuerte como para asegurar que Europa pueda actuar de manera creíble y eficaz en Oriento Medio y África». Los europeos, concluye, «estamos solos» y ha llegado la hora de que «seamos soberanos».
En Davos, el primer ministro holandés, Mark Rutte—que se enfrenta también a unas elecciones en Holanda en marzo—aseveró que esa Europa «cada vez más unida» ya está muerta, «enterrada». Debe demostrar «que suma y que es posible controlar la inmigración, crear más puestos de trabajo y controlar las fronteras». A este paso, dijo, «nos dirigimos hacia una especie de super estado europeo, esa es la manera más rápida de deshacer la Unión Europea».
Un tal Guntram Wolff, director del Bruegel Institute en Bruselas, contó a Bloomberg que «el impacto de Trump es que Europa tiene que decidir muy rápidamente qué tipo de Europa quiere ser». «Decisión» y «rápido» no son dos palabras que asocio a la Unión Europea o la eurozona. El que probablemente acabe como embajador de Trump ante la Unión Europea, Ted Malloch, contó a la BBC hace unos días que a los europeos ya no nos va «a salir gratis» el aparato militar estadounidense en el continente y vaticinó—prepárate—el colapso del euro en los próximos 18 meses y la disfunción comercial internacional de la Unión Europea: «la gente está hablando de la redefinición de la Unión Europea».
Brexit y Trump son, al menos, un plan, una visión, una apuesta de futuro. «A nosotros nos falta esa visión», dijo el Ministro de Finanzas italiano, Pier Carlo Padoan, en el artículo de Bloomberg. El ministro de finanzas. De Italia. En Davos. Que no él de Cultura de Letonia en un chiringuito de Riga. «Ese es el desafío que ofrece Trump y que ofrece el Brexit. Ellos tienen una visión, nosotros no».
Terminé la semana pasada preguntando qué sería de la identidad española moderna sin Europa, o con mucho menos Europa, pero Europa también tiene problemas de fondo, y no sólo ideológicos sino también muy prácticos. Europa tiene sus cosas buenas pero—volviendo al principio con la camarera, los ultras y los inmigrantes—no funciona para muchos europeos. España es de los países que menos contribuye a la OTAN en porcentaje de su PIB: el 0,9%, al nivel de Eslovenia y Bélgica. Sin entrar en los problemas políticos de los otros 27 países, ¿alguien se imagina que el nuevo Congreso cuatripartidista, con el Gobierno en minoría, apruebe miles de millones más para Defensa como parte de los nuevos presupuestos? Y no obstante las continuas discusiones sobre la bandera o la visión de España, ¿al guien estaría dispuesto a luchar en una guerra por Jean-Claude Juncker, a morir por la bandera europea, con sus doce estrellas doradas?.
MATTHEW BENNETT Vía VOZ PÓPULI
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