Madres
de pacientes y médicos denuncian la situación del centro sanitario en
el que han muerto seis niños, cuatro esperando un trasplante.
La crisis sanitaria de
Venezuela le está arrebatando el futuro a sus niños. Con una economía
derrumbada durante dos décadas, un desabastecimiento de medicamentos que
supera el 80% y un déficit de 90% en los hospitales, los pacientes
crónicos no tienen más opción que pedir a Dios que los mantenga con
vida.
El Hospital de Niños José Manuel de los Ríos es un reflejo
despiadado de la realidad de Venezuela. Situado en el norte de Caracas,
fue, desde su fundación en 1937, uno de los centros públicos más
importantes del país y una referencia para el continente por su
especialización en el área de pediatría. Hoy solo se habla del hospital
por su deplorable condición.
Entrar al Hospital de Niños es
desnudar la crisis que sufre Venezuela desde hace más de diez años, pero
que en el último lustro se ha acentuado. La seguridad del recinto
médico es extrema. Solo ingresan los pacientes con sus familiares, el
personal médico y el administrativo, el resto debe aguardar en el patio o
en lugares adyacentes. Todo el acceso está milimétricamente controlado.
El centro está blindado. Al régimen no le interesaba testigos incómodos
de lo que está sucediendo en el J.M. de los Ríos. Sin embargo, ABC
logró acceder a sus instalaciones.
Durante tres horas recorrí el
centro y pude comprobar lo devastador de su situación, y hablar con
algunas de las familias que sufren el via crucis de las deficiencias y
carencias del hospital. En él han muerto en las últimas semanas seis
niños: cuatro de ellos esperaban trasplante de médula ósea, y otros dos
por falta de respuesta en urgencias para suministrar medicamentos.
Escucho
a doctores y enfermeras. Conversan entre ellos sobre la ayuda
humanitaria que apenas llega al hospital, de los medicamentos que faltan
y de lo que les han prometido que llegará. Entre susurros se quejan y
se lamentan. Tienen miedo de que los escuchen, pero sienten impotencia
por lo que sucede con los niños, «sus niños». Algunos de ellos han
recibido amenazas por manifestarse contra las muertes de los pequeños
pacientes.
Un hospital de 1940
Las causas de las muertes de
estos seis niños derivaron de los múltiples fallos que presenta el J.M
de los Ríos. «Fueron las continuas y habituales deficiencias que hay en
el hospital. Trabajar ahora es como hacerlo en 1940 o 1950, porque no
tenemos laboratorios, no hay Rayos X, no se pueden hacer tomografías, ni
resonancias. Mucho menos pensar que se encontrarán medicamentos»,
cuenta preocupado a ABC un médico del centro sanitario, que pide no ser
identificado por seguridad.
Giovany Figuera, de 6 años; Robert
Redondo, de 7 años; Yeidelberth Requena, de 8 años; y Erik Altuve, de 11
años, cerraron sus ojos para siempre a finales de mayo. Sus muertes
ocurrieron una tras otra y la noticia causó consternación en toda la
población y trascendió a nivel internacional. Médicos y familiares
aseguran que estas pérdidas pudieron evitarse y culpan al régimen
venezolano por la indiferencia y la negligencia en los casos. Todos
ellos eran parte de un grupo de 30 niños que esperaban trasplante de
médula ósea.
«Esos niños que murieron tenían grandes
posibilidades de recuperarse», comenta Ani Camacho, madre de Zabdiel
Amaya, un niño de cinco años que fue diagnosticado con leucemia
linfoblástica aguda cuando tenía dos años de edad. «Mi hijo es muy
pequeño para entender que ellos no estarán más con nosotros. Nosotros
los conocimos y compartimos porque iniciamos este proceso juntos. Me
pregunto si me tocará pronto pasar por lo mismo que esas madres», agrega
afligida.
V. S. de Abreu
Vía ABC
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