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sábado, 8 de junio de 2019

EL HOSPITAL DE LA MUERTE EN CARACAS


Madres de pacientes y médicos denuncian la situación del centro sanitario en el que han muerto seis niños, cuatro esperando un trasplante.





















La crisis sanitaria de Venezuela le está arrebatando el futuro a sus niños. Con una economía derrumbada durante dos décadas, un desabastecimiento de medicamentos que supera el 80% y un déficit de 90% en los hospitales, los pacientes crónicos no tienen más opción que pedir a Dios que los mantenga con vida.

El Hospital de Niños José Manuel de los Ríos es un reflejo despiadado de la realidad de Venezuela. Situado en el norte de Caracas, fue, desde su fundación en 1937, uno de los centros públicos más importantes del país y una referencia para el continente por su especialización en el área de pediatría. Hoy solo se habla del hospital por su deplorable condición.

Entrar al Hospital de Niños es desnudar la crisis que sufre Venezuela desde hace más de diez años, pero que en el último lustro se ha acentuado. La seguridad del recinto médico es extrema. Solo ingresan los pacientes con sus familiares, el personal médico y el administrativo, el resto debe aguardar en el patio o en lugares adyacentes. Todo el acceso está milimétricamente controlado. El centro está blindado. Al régimen no le interesaba testigos incómodos de lo que está sucediendo en el J.M. de los Ríos. Sin embargo, ABC logró acceder a sus instalaciones.

Durante tres horas recorrí el centro y pude comprobar lo devastador de su situación, y hablar con algunas de las familias que sufren el via crucis de las deficiencias y carencias del hospital. En él han muerto en las últimas semanas seis niños: cuatro de ellos esperaban trasplante de médula ósea, y otros dos por falta de respuesta en urgencias para suministrar medicamentos.

Escucho a doctores y enfermeras. Conversan entre ellos sobre la ayuda humanitaria que apenas llega al hospital, de los medicamentos que faltan y de lo que les han prometido que llegará. Entre susurros se quejan y se lamentan. Tienen miedo de que los escuchen, pero sienten impotencia por lo que sucede con los niños, «sus niños». Algunos de ellos han recibido amenazas por manifestarse contra las muertes de los pequeños pacientes.
Un hospital de 1940

Las causas de las muertes de estos seis niños derivaron de los múltiples fallos que presenta el J.M de los Ríos. «Fueron las continuas y habituales deficiencias que hay en el hospital. Trabajar ahora es como hacerlo en 1940 o 1950, porque no tenemos laboratorios, no hay Rayos X, no se pueden hacer tomografías, ni resonancias. Mucho menos pensar que se encontrarán medicamentos», cuenta preocupado a ABC un médico del centro sanitario, que pide no ser identificado por seguridad.

Giovany Figuera, de 6 años; Robert Redondo, de 7 años; Yeidelberth Requena, de 8 años; y Erik Altuve, de 11 años, cerraron sus ojos para siempre a finales de mayo. Sus muertes ocurrieron una tras otra y la noticia causó consternación en toda la población y trascendió a nivel internacional. Médicos y familiares aseguran que estas pérdidas pudieron evitarse y culpan al régimen venezolano por la indiferencia y la negligencia en los casos. Todos ellos eran parte de un grupo de 30 niños que esperaban trasplante de médula ósea.

«Esos niños que murieron tenían grandes posibilidades de recuperarse», comenta Ani Camacho, madre de Zabdiel Amaya, un niño de cinco años que fue diagnosticado con leucemia linfoblástica aguda cuando tenía dos años de edad. «Mi hijo es muy pequeño para entender que ellos no estarán más con nosotros. Nosotros los conocimos y compartimos porque iniciamos este proceso juntos. Me pregunto si me tocará pronto pasar por lo mismo que esas madres», agrega afligida.





                                                              V. S. de Abreu
                                                             Vía ABC

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