Pablo Casado recupera poder en el PP y en el centroderecha y Teodoro
García Egea se consagra como el rey de los pactos. Tiempos de cambios y
reformas
Teodoro García Egea
Hace tan sólo un mes, caminaba
por el tablón sobre un mar de tiburones. Las manos atadas y vendados los
ojos, rumbo al sacrificio. Los barones olisqueaban sus pies, amagando
dentelladas. Teodoro García Egea, apenas nueve meses como 'número dos' del PP, parecía sentenciado. Núñez Feijóo y un estrepitoso coro periférico reclamaban su cabeza.
Ahora, tras el alivio del 26-M y, en especial, luego de
la hábil gestión de los pactos, es Egea quien dice cómo están las cosas y
quien, bajo la dirección del también resucitado Casado, aplicará las medidas necesarias para 'reconstruir el PP ladrillo a ladrillo'.
Algunos de sus más feroces críticos ya se han colocado el casco. Si no
los días, muchos tienen los meses contados. Habrá cambios en el vértice
del partido y en las estructuras regionales. Atentos Alonso, Bonig
y otros perdedores... Como ocurrió en la polémica elaboración de las
listas electorales, será Teo de nuevo, con el alfanje bien afilado,
quien ejecute la estrategia. Para eso están los secretarios generales.
"Como
no sabían que era imposible, lo consiguieron". El tuit que celebraba la
victoria en las primarias del PP, frente a la invencible candidatura de
Soraya Sáenz de Santamaría, iba ilustrado con una fotografía expresiva: García Egea,el emisor del mensaje, aparece cogiendo efusivamente por el cuello a Pablo Casado frente a una esfinge con rostro de Adolfo Suárez Illana.
Era el primer triunfo de un ignoto personaje al que todos llamaban Teo y
que debutó con gloria como artífice de la campaña que llevó a Casado,
inopinadamente, al vértice de Génova.
Algunos de los que más ferozmente criticaron a García Egea ya se han colocado el casco. Si no los días, muchos tienen los meses contados
En
aquellas frenéticas semanas del último verano, nadie daba un duro por
el jovencito Casado. Tenía 37 años. "Está crudito, le faltan diez
hervores y cinco años", susurraban los asesores del sorayismo. Teo, de
33, convertido ya en responsable máximo de la campaña por la sucesión de
Rajoy, había ingeniado un curioso sistema de rombos y triángulos de colorines que mostraba,
al minuto, la intención del voto de los tres mil compromisarios
llamados a las urnas. Incluso sus compañeros de equipo se reían de los
'quesitos' con los que computaba las altas y bajas de las adhesiones a
la plataforma de Casado. Y lo clavó. Casado se impuso a la 'vicetodo'
con el 57,2 por ciento de los votos. Teo había predicho un 60 por
ciento. El joven ingeniero murciano hizo un pleno al cien. Algunos
escépticos empezaron a tomarlo en serio.
El acierto andaluz
La consagración le llegó sobre el tapete negociador de Andalucía. Ciudadanos no quería sentarse con Vox y Abascal
quería la foto a tres. Casado lo remitió a Sevilla, a ordenar los
pactos, entre las reticencias de un PP andaluz fiel a la bandera del
sorayismo. García Egea, como "no sabía que era imposible", lo consiguió.
La cuadratura del 'ménage à trois' sin ruidos ni desconchones. Susana Díaz, a su casa, y el PP, por primera vez en democracia, al frente de la Junta.
El cataclismo de las elecciones generales estuvo a punto
de derribarle. El PP ardía por los cuatro costados. Los barones ladraban
furibundos. Cuatro millones de votos y 70 diputados menos, el
hundimiento, el horror. Casado protegió a su secretario general. Le
envió a la segunda fila, junto a Javier Maroto.
"Siempre que llueve, escampa", solía repetir Rajoy. Así fue. El 26-M,
el PP salvó el cuello y Casado, entonces, envió de nuevo a Teo a salvar
los muebles. Había que mantener y recuperar los dos gobiernos de Madrid y
lo que viniera dado por añadidura. Como CyL, Murcia, Zaragoza, quizás
Aragón, quién sabe si Canarias.
Casado ha quedado consagrado como líder del centroderecha y aspirante primigenio al sillón de la Moncloa, al menos durante los próximos cuatro años
Teo, al frente de un eficaz equipo en Génova, redondeó el
milagro. Convirtió el tembloroso resultado de las urnas en un éxito
rotundo en los pactos. Ciudadanos se conformó con una magra cosecha. Las
alcaldías de Granada, Palencia y Melilla.
Casado se consagró como líder del PP, del centroderecha y aspirante
primigenio al sillón de la Moncloa. Al menos, durante los próximos
cuatro años.
Dicen en Génova que Ciudadanos
despreció la capacidad de Egea, como hicieron en su día algunos barones
del PP. Se burlaban del campeonato de los huesos de aceituna, de su
árido verbo, su caminar provinciano, su escasa experiencia política y
hasta su discutible indumentaria. Nada comentaban, sin embargo, sobre su
doctorado en Ingeniería Industrial y de Telecomunicaciones o su soltura
ante el piano, otra de sus aficiones.
Ahora, tras el trasiego de los pactos, Egea ha ejercido de Lancelot du Lac
de Casado, ha salvado de la quema a su rey Arturo y ha orientado su
brújula hacia algunos caballeros que, sin duda, serán expulsados muy
pronto de la mesa redonda.
JOSÉ ALEJANDRO VARA Vía VOZ PÓPULI
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