El ejemplo histórico del Día D debe relanzar la alianza de Occidente y
renovar el pacto de paz rubricado sobre las cenizas de 1945
Emmanuel Macron y Donald
Trump, durante la conmemoración del 75 aniversario del Día D en el
cementerio de Normandía en Colleville-Sur-Mer, en Francia.
EFE)
La evocación del
desembarco de Normandía, cuyo 75 aniversario tuvo lugar ayer en un
contexto marcado por las fricciones entre Washington y las potencias
europeas, debería servir para relanzar la alianza de Occidente,
reafirmar el compromiso con los valores humanistas y renovar el pacto de
paz rubricado sobre las cenizas de 1945. Alrededor de 130.000
hombres perdieron la vida en playas como las de Omaha, Juno o Utah para
derrotar a la Alemania nazi. El recuerdo del heroico comportamiento de
quienes contribuyeron decisivamente a liberar el Viejo Continente forma
parte de un imaginario colectivo sin el que sería imposible concebir la
democracia de nuestros días. Sin embargo, el legado de Normandía plantea
la necesidad de fortificar las libertades justo cuando el populismo y
las corrientes eurófobas erosionan las relaciones transatlánticas y
amenazan el proceso de integración comunitaria.
Casi ocho décadas después, Europa añora la América multilateral y comprometida, hecho que Macron verbalizó ante el líder del mundo libre invocando tanto a la UE como a la ONU, instituciones promovidas en gran medida por la Casa Blanca. El aislacionismo de Trump, unido a sus políticas proteccionistas, está tensionando sobremanera las relaciones con sus aliados. Europa, por tanto, debe concentrarse en taponar estas grietas, lo que exige no sólo mantener los lazos a todos los niveles con Washington, sino embridar el riesgo de una deriva antieuropea en el seno de las instituciones comunitarias. En esta coyuntura, el ejemplo de solidaridad de Normandía constituye un dique para frenar a quienes no muestran más aspiración que la de hollar las libertades que ampara Occidente.
EDITORIAL de EL MUNDO
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