La juventud es ya el principal aval de cualquier persona que se proponga al escrutinio público
Detalle de portada de 'Referencial', de Ignacio Ferrando (Tusquets)
En política es donde más claro se ve. Resulta muy divertido, acabadas una elecciones, acceder a la pestaña de transparencia de la web del Congreso de los Diputados o de la Asamblea de Madrid
e ir mirando una por una las fichas de cada ciudadano electo, pinchando
con ilusión donde dice "Declaración de bienes". Ahí te encontrarás con
que un número no pequeño de los diputados de España no ha hecho apenas
nada antes de conseguir ese puesto a la cabeza de nuestra sociedad.
Diría uno que es más fácil, para un joven sin experiencia profesional, acabar de diputado que acabar de camarero, pues en un bar al menos te exigirán saber manejar la cafetera.
Reconozco que sufro el vicio de las declaraciones de bienes. Es de las cosas más divertidas que pueden hacerse los domingos por la tarde. Mirar, sin fallecer de risa, cómo mienten unos, y cómo otros -aún más descarados- dicen la verdad.
Así, jovencitos monos y aseados cumplimentan estas hojas volanderas en diez segundos, pues no tienen nada: ni trabajo previo, ni casa, ni coche; sólo les resta confesar esos 412 euros en su cuenta corriente. Y a legislarnos.
Algunos otros, de entre los más mayores, que concatenan legislaturas
alegremente, declaran cuatro o cinco inmuebles, y coches y créditos,
pero a la hora de decirnos qué dinero tienen en el banco resulta que son
sólo 1400 euros. Da mucha confianza que te gobierne alguien que dispone
de tanto dinero en el banco como el que hubieras tenido tú a los 14
años si tu abuela te hubiera dado de golpe todas las propinas de tu vida.
Es curioso, por tanto, ver el Congreso o la Asamblea como un sitio donde unos van a aprender y otros a repetir, mientras que el que realmente sabe está en su casa. De hecho, debería ser un escándalo que 220 de los 350 diputados del Congreso no repitan este año. Es un dato que habla claramente de que se necesitan en el Congreso de los Diputados del reino de España 220 personas cuya única función es apretar un botón. Valgo yo igual que usted, igual que cualquiera con dedos índices. O sin ellos. 5000 euros al mes.
En literatura el fenómeno del crédito juvenil es igualmente devastador. Se publican muchos más libros malos escritos por jóvenes escritores que libros correctos escritos por autores veteranos. Estos veteranos van siendo apartados de los catálogos, justamente para hacer sitio a las, así llamadas, nuevas voces.
Se trata, en rigor, de nuevas caras. Si usted le da a elegir a un editor entre un escritor o escritora de 23 años que no conoce nadie y un escritor de 55 que no ha conseguido que lo conozca nadie, siempre elegirá al más guapo de los dos, al joven. Con la edad, es bastante más difícil publicar que escribir, por mucho que la experiencia te haga escribir cada vez mejor. Hay cientos de manuscritos impecables circulando por España en busca de editor, y van a acabar todos inéditos. Los firman personas de más de cincuenta años.
De vez en cuando, me sorprendo y alegro (yo también voy teniendo una edad) al ver que un gran sello apuesta de pronto por alguien que parecía condenado, pues, dejados atrás sus primeros libros, y desgastado su nombre y desactivada la sorpresa de su propuesta, penaban por ahí en lo que Trapiello, inmarcesiblemente, llamó “dolorosas imprentas locales”.
Es el caso de Ignacio Ferrando y Tusquets.
No conozco a Ferrando -no conoce uno a nadie, por resumir-, pero es fácil suponer, tras leer su extraordinaria novela 'Referencial', que debía llevar años pensando en la frivolidad del mundillo editorial, pues, sin saber cómo, él no publicaba en un sello conocido y todos los sellos conocidos publicaban todos los años a decenas de niñatos con sus cositas de niñatos. Es un poco como comparar a Borrell con Isa Serra o a Margallo con Casado. ¿Por qué no lidera siempre un partido la gente seria?
La propia novela, protagonizada por pintores y profesores de pintura, y por aspirantes a artista, tiene su momento para hablar de este asunto: “El arte joven suele despertar curiosidad. Sobre todo entre los más jóvenes y entre quienes mercadean con los más jóvenes, que son, según todos los índices y estudios, los consumidores más irreflexivos, los más codiciados, no solo del arte, sino del neoliberalismo económico en general. A cierta edad te cansas de la desmesura y la expectativa que despierta el llamado arte joven. Te das cuenta de que el cien por cien de esas expectativas son infundadas, y debidas, en su mayor parte, a la falta de criterio.”
El mismo Ferrando es gente seria.
Como escritor, conoce el idioma, trae la palabra precisa del fondo
mismo del diccionario, arma la novela con rigor, incluye referencias
pictóricas y literarias jugosas, se nota página a página que la obra nos
llega esculpida y muy juzgada por su autor y muy decantada y madurada.
Además, al contrario que en libros suyos anteriores, aquí hay un
aliciente mayor: el morbo, la sexualidad, la perversión incluso de su
protagonista. Su arranque, donde se encadenan situaciones artísticas
alrededor del sexo femenino, partiendo de 'El origen del mundo', de
Courbet, es fascinante. Me he leído sus más de 300 páginas con absoluto placer. Con la más noble admiración.
ALBERTO OLMOS Vía EL CONFIDENCIAL
Reconozco que sufro el vicio de las declaraciones de bienes. Es de las cosas más divertidas que pueden hacerse los domingos por la tarde. Mirar, sin fallecer de risa, cómo mienten unos, y cómo otros -aún más descarados- dicen la verdad.
Así, jovencitos monos y aseados cumplimentan estas hojas volanderas en diez segundos, pues no tienen nada: ni trabajo previo, ni casa, ni coche; sólo les resta confesar esos 412 euros en su cuenta corriente. Y a legislarnos.
Es curioso, por tanto, ver el Congreso o la Asamblea como un sitio donde unos van a aprender y otros a repetir, mientras que el que realmente sabe está en su casa. De hecho, debería ser un escándalo que 220 de los 350 diputados del Congreso no repitan este año. Es un dato que habla claramente de que se necesitan en el Congreso de los Diputados del reino de España 220 personas cuya única función es apretar un botón. Valgo yo igual que usted, igual que cualquiera con dedos índices. O sin ellos. 5000 euros al mes.
Novatos y veteranos
En literatura el fenómeno del crédito juvenil es igualmente devastador. Se publican muchos más libros malos escritos por jóvenes escritores que libros correctos escritos por autores veteranos. Estos veteranos van siendo apartados de los catálogos, justamente para hacer sitio a las, así llamadas, nuevas voces.
Se trata, en rigor, de nuevas caras. Si usted le da a elegir a un editor entre un escritor o escritora de 23 años que no conoce nadie y un escritor de 55 que no ha conseguido que lo conozca nadie, siempre elegirá al más guapo de los dos, al joven. Con la edad, es bastante más difícil publicar que escribir, por mucho que la experiencia te haga escribir cada vez mejor. Hay cientos de manuscritos impecables circulando por España en busca de editor, y van a acabar todos inéditos. Los firman personas de más de cincuenta años.
Se publican muchos más libros malos escritos por jóvenes escritores que libros correctos escritos por autores veteranos
De vez en cuando, me sorprendo y alegro (yo también voy teniendo una edad) al ver que un gran sello apuesta de pronto por alguien que parecía condenado, pues, dejados atrás sus primeros libros, y desgastado su nombre y desactivada la sorpresa de su propuesta, penaban por ahí en lo que Trapiello, inmarcesiblemente, llamó “dolorosas imprentas locales”.
Es el caso de Ignacio Ferrando y Tusquets.
Referencial
No conozco a Ferrando -no conoce uno a nadie, por resumir-, pero es fácil suponer, tras leer su extraordinaria novela 'Referencial', que debía llevar años pensando en la frivolidad del mundillo editorial, pues, sin saber cómo, él no publicaba en un sello conocido y todos los sellos conocidos publicaban todos los años a decenas de niñatos con sus cositas de niñatos. Es un poco como comparar a Borrell con Isa Serra o a Margallo con Casado. ¿Por qué no lidera siempre un partido la gente seria?
La propia novela, protagonizada por pintores y profesores de pintura, y por aspirantes a artista, tiene su momento para hablar de este asunto: “El arte joven suele despertar curiosidad. Sobre todo entre los más jóvenes y entre quienes mercadean con los más jóvenes, que son, según todos los índices y estudios, los consumidores más irreflexivos, los más codiciados, no solo del arte, sino del neoliberalismo económico en general. A cierta edad te cansas de la desmesura y la expectativa que despierta el llamado arte joven. Te das cuenta de que el cien por cien de esas expectativas son infundadas, y debidas, en su mayor parte, a la falta de criterio.”
Me he leído las más de 300 páginas de 'Referencial de Ignacio Ferrando con absoluto placer. Con la más noble admiración
ALBERTO OLMOS Vía EL CONFIDENCIAL
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