Antes de que Sánchez quede hipotecado, y cuando se termine de comprobar que el 'no es no' es definitivo, quizás estuviesen indicadas otras elecciones en otoño
Reunión entre Pedro Sánchez y Albert Rivera. (EFE)
Baño de realidad para la izquierda en España. El pasado sábado, tanto el PSOE como Unidas Podemos pudieron medir la mediana cantidad y calidad determinante de su poder municipal. El naufragio electoral de los morados el 26-M, junto con las combinaciones ganadoras de las tres derechas, ha arrojado un resultado agridulce para el socialismo español. No tiene alcaldías en las grandes capitales de España salvo en Sevilla. Se le ha escapado Madrid,
y en Barcelona, la hábil gestión del PSC con la inteligente actitud de
Manuel Valls le ha granjeado una impagable presencia en la capital de
Cataluña, además de hasta 10 municipios en el área metropolitana de la
Ciudad Condal.
En términos de control del poder territorial, además, el PSOE no lo tendrá sobre Madrid, Andalucía, Cataluña, País Vasco
(aunque con una precaria coalición con el PNV), Galicia y,
previsiblemente, tampoco sobre Castilla y León y Murcia. En la Comunidad
Valenciana, los socialistas comparten también el poder. Por lo tanto, y
aunque ganaron las municipales y las autonómicas, UP cayó demasiado y PP, Cs y Vox —sobre todo los populares— optimizaron sus pactos. Si a esta circunstancia se une el hecho de que en las generales la victoria de Sánchez
fue muy amplia respecto al PP (123 escaños frente a 66), lo cierto es
que está lejos de alcanzar la mayoría absoluta incluso con los 42
escaños de Pablo Iglesias (suman 165 diputados).
Iglesias ve "de sentido común" ser ministro en un Gobierno de Pedro Sánchez
Sánchez
dispone de un poder corto según una evaluación sosegada de los
resultados (y de la gestión de los pactos posteriores) de las elecciones
del 28 de abril y del 26 de mayo. Cabría volver a reflexionar sobre si
la fecha de la convocatoria de los comicios generales fue oportuna o se retrasó demasiado. Quizá, tras el verano 'dulce' del pasado año, en la plenitud del 'Gobierno bonito', un octubre electoral en 2018 hubiese rendido mejores frutos a los socialistas.
En este contexto, la lista del PSOE que se ha impuesto con más
contundencia ha sido la europea (20 escaños sobre 54 y superando el 30%
de los votos). En los demás medidores, poderes justitos.
La cortedad del poder de Sánchez conduce a una muy difícil urdimbre de pactos para su investidura. Si, como parece, Rivera
no quiere asemejarse a Valls, el presidente en funciones tendría que
apoyarse en quien no quisiera hacerlo aunque a ello le anime el
presidente de Ciudadanos en un recital de auténtica irresponsabilidad.
Comparar la intervención del ex primer ministro francés el sábado pasado
en el Ayuntamiento de Barcelona con los alegatos del líder de Cs
provoca una sensación de perplejidad. Porque Valls se hace entender en
su decisión, difícil, de apoyar a Colau, y Rivera no logra persuadir de sus supuestas buenas razones para no facilitar la investidura de Sánchez. Quizás ahí radica la razón última que explica la ruptura entre ambos anunciada ayer.
Quizá,
tras el verano 'dulce' del pasado año, en plenitud del 'Gobierno
bonito', un octubre electoral hubiese dado mejores frutos a los
socialistas
Según una encuesta de Metroscopia, la mayoría (por encima del 60%) de los
electores del PP y de Ciudadanos se muestra favorable a que los
dirigentes de ambos partidos faciliten la reelección de Sánchez para que no tenga que depender ni de Unidas Podemos ni, sobre todo, de los independentistas y 'abertzales' radicales.
Si los partidos de la derecha no varían su posición —un tanto cerril—,
la posibilidad de unas segundas elecciones resulta cada día más
verosímil. El secretario general del PSOE ha ofrecido ya alguna señal
para posibilitar el acercamiento con populares y naranjas facilitando la
alcaldía de Pamplona al candidato de Navarra Suma y evitado a Maragall
en la alcaldía de Barcelona.
ERC (y Bildu) no es fiable.
Los republicanos no pierden una oportunidad para confundirse. Se
confundieron con la negativa —probablemente inconstitucional— a hacer
senador autonómico a Miquel Iceta, se confundieron al rechazar la
presidencia de Batet en el Congreso y se han vuelto a confundir al
manejar de forma pésima las negociaciones para lograr la alcaldía de la
capital de Cataluña. Y ¿qué decir del fiasco, tan lógico por otra parte,
de la elección de Oriol Junqueras como eurodiputado, que no podrá serlo, con casi seguridad,
al menos hasta que no se dicte una sentencia por el Supremo que
eventualmente le absuelva de los graves cargos que pesan sobre él?
¿Qué significa un “Gobierno de cooperación” para Pedro Sánchez?
Antes de que Sánchez tenga que quedar hipotecado
por populistas e independentistas (vascos y catalanes), y cuando se
termine de comprobar que el 'no es no' de Rivera y de Casado es
verdaderamente definitivo, quizás estuviesen indicadas otras elecciones
en otoño que podrían reagrupar el voto en los dos grandes partidos y
terminar de acreditar lo que se viene ya percibiendo: que los 'nuevos'
son, en realidad, viejos y están poseídos por las peores mañas
atribuidas a los que se denominan 'dinásticos y bipartidistas'. A ellos
volverá el electorado aún más si los que irrumpieron en 2014 no demuestran sus habilidades innovadoras y regeneradoras.
JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS Vía EL CONFIDENCIAL
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