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martes, 6 de diciembre de 2016

EUROPA ESTÁ MUERTA

En Europa actualmente hemos descubierto que los bárbaros están dentro. Y somos nosotros.
                                                                                      Matteo Renzi


Los norteamericanos han votado a Trump fundamentalmente porque el empresario es alguien que transmite la voluntad de hacer que los Estados Unidos sean un país grande de nuevo (“Make America great again”). Lo que significa que están percibiendo que están perdiendo la carrera de la primacía mundial ante los imperios emergentes, Rusia, China y la India. Sin embargo, Europa, que una vez fue la potencia dominante, dormita el sueño de una ancianidad resignada a su suerte de balneario y parque temático cultural para el imperialismo de nuevo cuño asiático y árabe.
No hay nadie que pueda hacer despertar al dinosaurio de su letargo con una llamada a “Make Europe great again”
No tendría por qué ser así. El destino no está escrito en las estrellas, en la “fenomenología del espíritu” o en el “materialismo histórico” sino en nosotros mismos. Pero no hay nadie que se vislumbre en Europa que pueda hacer despertar al dinosaurio de su letargo con una llamada a “Make Europe great again”. El dinosaurio cuando trate de despertarse se habrá extinguido.
Hace doscientos años, con las revoluciones industriales, políticas, científicas y filosóficas, Europa se puso a la cabeza de un mundo que desde la perspectiva global habían dominado hasta entonces China y la India que producían tres cuartas partes de la producción mundial. La economía de mercado y la democracia representativa, la Ilustración y las innovaciones científico-tecnológicas, se combinaron en una espiral virtuosa que llevaron a Europa a liderar el mundo tanto desde el punto de los derechos humanos como de la prosperidad económica. Aunque la barbarie de los totalitarismos comunistas y fascistas emergió como un cáncer en el cuerpo europeo fue finalmente extirpada.
El mismo éxito que supuso la extensión del modelo europeo de democracia representativa y economía de mercado al resto del mundo está implicado su final como potencia relevante
Sin embargo, el mismo éxito que supuso la extensión del modelo europeo de democracia representativa y economía de mercado al resto del mundo está implicado su final como potencia relevante. La tecnología, que en su momento significó un aumento de la productividad que puso a Europa a la cabeza del planeta, hoy en día la está haciendo subordinada de países mucho más poblados. Si la superpoblación fue en su momento un lastre, hoy resulta ser una ventaja dada que la productividad tiende a la convergencia con la extensión de la tecnología urbi et orbi, por lo que ahora el factor clave es precisamente la economía de escala que supone una población elefantiasica.
Las naciones europeas son pigmeos al lado de las gigantes americanas y rusas, por no hablar de China e India. La unión económica, política y militar de Europa es un imperativo de un cambio de era tecnológico que ha hecho saltar por los aires las fronteras tradicionales, tanto en lo económico como en lo cultural. Pero no sólo no avanzamos en la integración europea sino que incluso Reino Unido se une al club de los que sueñan con seguir pasando desapercibidos y respetados, como Noruega o Suiza, en una situación de imperios en competencia. Además, Italia y España, como Bélgica y la propia Gran Bretaña, están centrifugándose para devenir en “reinos de taifas”.
Pronto los mapamundis pasarán a editarse con el Pacífico en su centro en lugar del Atlántico. Si un día fue el meridiano de Greenwich el eje sobre el que pivotaba el mundo, hoy lo es el estrecho de Malaca, entre Singapur y Malasia. Los medios hablan hasta la extenuación de la muerte de Fidel Castro, un dictador tan fotogénico como irrelevante desde el punto de vista histórico, pero no se dedicó ni un minuto en los telediarios europeos al fallecimiento de Lee Kuan Yew, el dictador “liberal” de Singapur que cogió el país con una situación económica similar a la de Cuba en los años 50 y lo dejó entre los más ricos del planeta (unos 60.000 dólares de renta per cápita frente a los exiguos 5.000 de los cubanos) allá donde Castro sólo logró enriquecerse a sí mismo (según Forbes, unos 900 millones de dólares. Un plutócrata capitalista dirigiendo un infierno socialista)
Nos estamos pudriendo convirtiéndonos en una tierra tan intrascendente como decadente
La última oportunidad para Europa es el TTIP. El tratado de libre comercio entre Europa y Estados Unidos significaría una ganancia de tiempo para multiplicar la riqueza a ambos lados del Atlántico, al tiempo que se reforzarían los valores liberales comunes frente a los otros imperios, ajenos a la pasión por la libertad de parte de los europeos. Sin embargo, Trump -que está arrasando en estos primeros días como presidente electo, demostrando que es el presidente más “out of the box” de la historia, como en la condena de la figura de Castro el día de su muerte o el significativo saludo a la presidenta electa de Taiwan, amenazada por el imperio dictatorial chino- puede comenzar una época de “desglobalización” que arruine el trabajo a favor del libre comercio de los últimas décadas. Está en juego la supervivencia de la creencia de que el comercio es un juego de suma positiva, y que la ayuda al “Tercer Mundo” no debe consistir en traspasar recursos, como sostiene el marco socialdemócrata dominante, de las regiones prósperas a las menos favorecidas sino que debe abrirles a los países africanos los mercados de todo el mundo.
Kavafis nos advirtió sobre el miedo a lo desconocido
¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.
Pero en Europa actualmente hemos descubierto que los bárbaros están dentro. Y somos nosotros. Nos estamos pudriendo convirtiéndonos en una tierra tan intrascendente como decadente. Europa será la UE soberana o se encontrará subordinada a merced de los imperios de EEUU, Rusia, China e India. La UE implica la transmutación de la Europa cultural en una Europa económica, política, militar. Aut Caesar, aut nihil.

                                                                       SANTIAGO NAVAJAS  Vía VOZ PÓPULI

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