El resultado del referéndum sobre las reglas de juego de Vistalegre II ha supuesto la mayor reprimenda al proyecto de Pablo Iglesias desde que éste se puso al frente de Podemos en enero de 2014 (fue elegido secretario general en noviembre de aquel año). Nunca antes, en los tres años transcurridos desde entonces, tuvo una contestación interna tan fuerte. Pese a su victoria (40.830 votos, el 41.57% del total), Iglesias ha recibido un importante zarandeo de las bases: el 58,4% de la militancia ha expresado que quiere un partido menos personalista y más descentralizado, es decir, un Podemos más abierto. Además, casi un 40%, que es el apoyo que han registrado los afines a Íñigo Errejón (38.419 sufragios), apuesta por una estrategia política bien distinta a la suya, esto es, que busque una "mayoría popular" y no sólo se mire el ombligo.
Si bien en el Consejo Ciudadano estatal del pasado sábado, Iglesias advirtió de que no consentirá "bloques, ni corrientes, ni partidos dentro del partido" después de la próxima Asamblea (del 10 al 12 de febrero), el gran aviso que recibió este jueves de la militancia le obliga a dar marcha atrás, a retroceder sobre tales intenciones. Sobre todo, porque si no lo hace, conducirá al partido hacia el precipicio de la escisión. El fantasma de la ruptura ha reaparecido en esta campaña previa a la consulta y lo hará en Vistalegre II, sobre todo si Iglesias vuelve a ganar y optar por relegar a Errejón de la figura de número dos del partido, y arrinconando así al sector moderado en la nueva dirección.
En su comparecencia de este jueves, tras conocer el resultado, el secretario general ya infravaloró el amplio respaldo cosechado por los errejonistas: "No creo que una votación sobre cómo tenemos que votar en Vistalegre sea el equivalente a cómo puede valorar la gente las diferentes posiciones estratégicas que se pueden dar en el debate político". Con todo Iglesias dijo que trabajará por la "unidad" porque la militancia de Podemos está "pidiendo a voces" el entendimiento y el acuerdo.
El líder morado viene condicionando su apuesta y su futuro a lo que decidan las bases de Podemos. Sin embargo, Errejón le espetó este jueves que no basta con esto, por mucho que el pronunciamiento de los inscritos sea "totalmente legítimo". Le indicó que como líder del partido también debe escuchar, atender y dar encaje en la hoja de ruta de la formación morada a las distintas sensibilidades que coexisten en ella, a esas que suponen el 58,4% de la militancia.
Iglesias ya no tiene la mayoría absoluta de antaño, aunque tratará de conseguirla por todos los medios ("me voy a dejar la piel", dijo). Los pablistas sólo salvarán las muebles mediante una alianza con los anticapitalistas, como ocurrió el pasado noviembre en las primarias de Podemos en la Comunidad de Madrid. La cuestión está en la forma en que Iglesias administre esa mayoría absoluta en caso de que la consiga en Vistalegre II. Si sigue los pasos de sus compañeros y acomete un purga de errejonistas como la que se está produciendo en la dirección regional -con el senador Ramón Espinar al frente-, terminarán estallando las costuras.
Posición de fuerza
De lo que va del sábado a este viernes, el sector moderado de Errejón ha salido fortalecido. Ahora se entiende que el número dos de Podemos se conformara con el acuerdo de mínimos arañado a Iglesias (censo abierto) a sabiendas de que quedaría en nada si ganaba la propuesta oficialista, como así ha sido. Lo que buscaba con enorme confianza el portavoz parlamentario, y lo ha logrado, era recibir suficiente apoyo de las bases como para situarse en una posición de fuerza desde la que defenderá sus principales exigencias (un Podemos más plural y más transversal). Errejón declaró el martes en el Congreso que asumía el reto "con todas las consecuencias". Salvo sorpresa, su equipo, denominado Recuperar la ilusión,presentará una candidatura alternativa a la de Iglesias tanto en lo referente al modelo organizativo como al ideario (no a la secretaría general, sobre la que no hay discusión).
De este modo, los errejonistas acogieron el "magnífico resultado" con euforia contenida. En rueda de prensa en la sede de Princesa, el secretario Político destacó que del referéndum surge un "mandato claro": los inscritos dicen que Podemos "tiene que madurar como partido". "Hay un clamor por salir de la lógica del plebiscito, del todo o nada, para llegar al entendimiento y reconocer cuál es el peso de cada cual", enfatizó.
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