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domingo, 4 de diciembre de 2016

POLÍTICA Y FANTASÍA

¿Será que nuestra especie no está todavía completamente programada para el pensamiento racional y sigue necesitando mitos consoladores, brujerías salvadoras y explicaciones oníricas de un universo que la atemoriza y la rebasa?

Se supone que la política es la ciencia o el arte o la técnica de organizar la convivencia humana en sociedades amplias y complejas de tal forma que sus integrantes vivan en paz, armonía, libertad, justicia y prosperidad. Parece también razonable asumir que el ejercicio de legislar y gobernar se ha de apoyar en realidades tangibles y probadas, en hechos evidentes y en análisis objetivos, completos y racionales. ¿Cómo si no conseguir que millones de seres humanos se consideren parte de una sociedad y obedezcan las normas dictadas por sus dirigentes? Para ganar su adhesión y convencerles de que el orden establecido es el correcto y el que mejor sirve al interés general y al de cada uno de ellos en particular, habrá que proporcionarles argumentos sólidos e información veraz y contrastada que justifique las medidas a tomar, los impuestos que pagar, las reglas que seguir e incluso los sacrificios que aceptar. Eso sería lo lógico y lo natural.
El 81% de los estadounidenses creen que existe el cielo y el 76% creen que existen los ángeles
Pues bien, desde esta perspectiva es conveniente saber que el 40% de los norteamericanos jamás elegirían a un candidato ateo, mientras que sólo un 6% rechazarían a un candidato católico, un 7% a uno judío, un 18% a un mormón y un 38% a un musulmán. Ahora bien, un 50% se negarían de plano a otorgar su sufragio a un socialista, lo que resulta sin duda estimulante. Ya puestos a enfrentarnos a los datos sociológicos de la democracia más poderosa del mundo después de la inesperada victoria de Donald Trump, es bueno constatar que el 81% de los estadounidenses creen que existe el cielo y el 76% creen que existen los ángeles. Tampoco sería prudente ignorar que el 42% creen que Dios creó al hombre directamente tal como es en la actualidad y que este acontecimiento extraordinario sucedió en alguna fecha concreta de los últimos diez mil años, mientras que un 31% también son de la opinión de que un Ser Supremo nos fabricó en nuestra forma presente, pero no en un único acto súbito y generoso, sino guiando un largo proceso evolutivo a lo largo del cual su diseño supremamente inteligente orientó la adaptación al medio y las mutaciones genéticas para que el resultado final fuese George Clooney, Kate Upton o, por qué no admitirlo, Charles Manson. Únicamente un 19% se inclinan por la evolución a lo largo de millones de años sin intervención divina como el mecanismo que nos concibió, lo que es un porcentaje apreciable si recordamos que tres cuartas partes de la población ven a los querubines, arcángeles, tronos y dominaciones tan verosímiles como al vecino al que prestan la máquina de segar césped.
Más de dos millones de personas en el Nordeste de la Península Ibérica adoran a una deidad inventada llamada Cataluña
Tales peculiaridades de nuestros amigos y aliados del otro lado del Atlántico podrían llevar a un europeo condescendiente -un parisino típico, sin ir más lejos- a la tentación de la burla ante semejante despliegue de ingenuidad simplista, pero antes de contemplar la paja en ojo ajeno es aconsejable reconocer la viga en el propio. Así, por ejemplo, en nuestro continente, cuna del método científico, de la democracia y de la Ilustración, más de dos millones de personas en el Nordeste de la Península Ibérica adoran a una deidad inventada llamada Cataluña a la que atribuyen poderes mágicos y por la que están dispuestos a arruinarse y a fastidiar a los cuarenta y dos millones de españoles restantes, fenómeno inexplicable a la luz de la razón. Es asimismo llamativo que una mayoría de europeos afirmen sin vacilar que es mejor cargar el esfuerzo fiscal en los tributos directos que en los indirectos, que el establecimiento de un salario mínimo interprofesional ayuda a los más desfavorecidos, que lo público es por definición preferible a lo privado y que el libre comercio global hace más pobres a los pobres y más ricos a los ricos, convicciones todas ellas abundantemente contradichas por la teoría económica y por la experiencia histórica. Si a estas quimeras añadimos la de la construcción de una imagen del Che Guevara como un héroe justiciero digno de figurar en el torso de innumerables camisetas y la de que hay que asegurar determinados derechos materiales con independencia de que su financiación por el Estado sea posible o no, tendremos que reconocer que antes de reírnos de los norteamericanos no estaría de más un examen de conciencia propio.
Si nos vamos a Oriente Medio, nos encontramos con multitudes absolutamente seguras de que Dios aprueba que se lapide a las adúlteras, que se castigue con la muerte a los apóstatas, que se cuelgue a los homosexuales y que se reduzca a las mujeres a un trato vejatorio en el seno de la familia y en el marco legal. A lo que se suma que centenares de miles de creyentes islamistas han interiorizado la escalofriante idea de que hacerse explotar forrado de dinamita en discotecas llenas de gente causando horribles matanzas garantiza una eternidad de dicha en un paraíso lleno de fuentes cristalinas, miel en abundancia, tiernos higos a granel y huríes que no desmerecen a las modelos de Victoria´s Secrets.
A partir de este panorama tan inquietante, se entiende que no pocos políticos lúcidos se refugien en el estudio de las encuestas para a continuación articular sus discursos y sus propuestas
A partir de este panorama tan inquietante como inescapable, se entiende que no pocos políticos lúcidos se refugien en el estudio de las encuestas para a continuación articular sus discursos y sus propuestas de acuerdo con la sabiduría demoscópica, dado que la tarea de combatir tantas fantasías peligrosas les parezca inabordable por difícil y hercúlea. En cuanto a los conductores de pueblos que participan y se aprovechan de este mundo pletórico de pesadillas sangrientas y falsas ideas claras, son particularmente letales porque se entregan con entusiasmo a su propagación. Queda un reducido grupo de elegidos que, inasequibles al desaliento, se esfuerzan por traer la luz a los páramos mentales sombríos en los que tantos Homines Sapiens se mueven ajenos a las lecciones de la Historia y del conocimiento empírico. Su empeño rara vez alcanza el éxito y suelen acabar mal o refugiados en sus torres de marfil. La tecnología es cada día más sofisticada y el futuro cada día más incierto. ¿Será que nuestra especie no está todavía completamente programada para el pensamiento racional y sigue necesitando mitos consoladores, brujerías salvadoras y explicaciones oníricas de un universo que la atemoriza y la rebasa? Que Dios o Darwin nos asistan.

                                                                 ALEJO VIDAL-QUADRAS  Vía VOZ PÓPULI

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