El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
EFE/ Emilio Naranjo
Desde lo de Carlos IV y su hijo, Fernando VII, lamiendo
en Bayona las botas de Napoleón a cuatro patas ambos dos, ocho en total,
no se veía cosa igual sobre la piel de toro. Desde entonces no
asistíamos a un acto tan humillante para la nación española como esa “cumbre bilateral entre los Gobiernos de España y Cataluña” ayer protagonizada por el presidente okupa Pedro Sánchez y su sedicente homólogo catalán, porque es así como Quim Torra
y su banda vendieron ayer a los corresponsales extranjeros la farsa
organizada por ambos en el Palacio de Pedralbes. Como era de prever,
como era de temer, Sánchez terminó pasando por el aro de las exigencias
de Torra y aceptando esa parodia de “cumbre entre dos países amigos y
vecinos”, como anoche titulaba un desnortado corresponsal extranjero su
crónica desde Barcelona, una cumbre que, por encima de su manifiesta
inanidad en lo que a efectos prácticos se refiere, supone una ilegalidad
flagrante que no solo vulnera el espíritu de la Constitución, que por
supuesto, sino también su letra. Es la rendición del Gobierno de España ante el separatismo.
Huelga explicar las razones de esa bajada de pantalones. El inquilino de la Moncloa dejaría de serlo minuto y medio después de que el separatismo catalán decidiera retirarle su apoyo en el Congreso
Huelga explicar las razones de esa bajada de pantalones.
El inquilino de la Moncloa dejaría de serlo minuto y medio después de
que el separatismo catalán decidiera retirarle su apoyo en el Congreso,
de modo que este galán todo impostura que dice presidirnos se encuentra atado de pies y manos,
uncido al yugo de los enemigos de la unidad y la libertad de la nación,
y dispuesto a cometer cualquier tipo de fechoría contra España y los
españoles que puedan exigirle quienes le sostienen en el poder. Y los
nacionalistas, tan contentos. La alegría era ayer perceptible en las filas del separatismo. Nunca pensaron que fuera posible obligar a Sánchez a tragar con esa parodia de reunión
entre “dos mandatarios en pie de igualdad”, por muy avisados que estén
de la disposición de Sánchez para vender a sus padres, con sus suegros
incluidos en el lote, con tal de seguir en el poder. Los
independentistas quieren la independencia. Sánchez y señora quieren
pasar dos Navidades en Moncloa. El desequilibrio entre ambas
aspiraciones no puede ser más brutal. Y para seguir en Moncloa –para
lograr el apoyo del separatismo a los PGE de 2019- este fatuo presumido
está dispuesto a colocar al país al borde del abismo.
Y mientras se sienta “de presidente a presidente” con el
representante de un movimiento xenófobo y supremacista que desprecia a
más de la mitad de los catalanes y al resto de los españoles –en
realidad con un mandao del verdadero líder de la revuelta, huido en
Bélgica de la Justicia española-, ese mismo mandao le organiza en la
calle la revuelta de los nuevos Escamots, los camisas pardas del prusés,
que hoy prometen colapsar Barcelona cercenando la libertad de los
ciudadanos para emprender sus normales quehaceres, demostrando una vez
más que Cataluña es un territorio sin ley, una parte de España donde los
Gobierno de España han abdicado de su obligación de imponer el orden y
hacer respetar la Constitución. El Estado no existe en Cataluña, y se
halla en liquidación por derribo, si no directamente liquidado, en el
resto de España. Un Gobierno golpista en Barcelona y un Gobierno pro
golpe en Madrid. Un Gobierno en Moncloa atado de pies y manos a los
intereses de los enemigos de la nación. Lo nunca visto, desde lo de
Bayona y Fontainebleau, en más de 200 años de historia.
Muy castigado en los últimos meses por las divisiones internas, el separatismo recibió ayer una recarga de oxígeno que tratará de exprimir al máximo en semanas y meses venideros
Muy castigado en los últimos meses por las divisiones internas, el separatismo recibió ayer una recarga de oxígeno
que tratará de exprimir al máximo en semanas y meses venideros. Señal
de ese supuesto “clima de diálogo” que el presidente y su patética
vicepresidenta pretenden vender a los españoles, los líderes
separatistas en prisión habían decidido suspender la dizque huelga de hambre que venían realizando en la cárcel, mientras en Madrid sus representantes le aprobaban a Sánchez el techo de gasto
para los PGE del 19. Do ut des. Toma y dame. This for that. Ese
independentismo de cuello blanco, ese independentismo burgués de los
negocios y los profesionales liberales, ese sorprendente independentismo
de gente viajada que se ha dejado seducir por un Movimiento de
inequívoco signo totalitario como tantos alemanes se dejaron seducir por
el nazismo en los años treinta del siglo pasado (ver la “Historia de un
alemán”, de Sebastian Haffner), sigue viviendo en el mejor de los
mundos sin nadie que le moleste, sin Estado que le llame al orden. Ellos
siguen cortando el pastel. Ellos se reparten la Fira, la Cámara de
Comercio y hasta Foment del Treball (Nacional) sin nadie que les haga
sombra. La vida sigue igual de bien para los ricos que alientan esta
aventura enloquecida, porque, en la España sin pulso de hoy, esa
aventura sigue sin tener un coste siquiera mínimo para ellos.
Ruptura de la convivencia en la calle
Es la gran paradoja de la actual situación. La sedicente sintonía de “dos Gobiernos abiertos al dialogo”, y la ruptura de la convivencia
que a nivel de calle, a nivel de familias, incluso de centros de
trabajo, sufren en Cataluña quienes no comulgan con los postulados del
Movimiento Nacional separatista. De la ruptura se ha pasado a la
confrontación, en espera de la chispa que provoque el incendio
definitivo, en búsqueda de ese muerto que Torra desea ardientemente en
la esperanza de que la sangre provoque esa intervención internacional
que obligue a nuestro blandengue apuesto Godoy -aquel que en el reinado
del mismo Carlos IV le daba ajipedobes (“sebo de pija” leído al revés,
que los españoles nunca hemos sido muy sutiles para las cosas del sexo) a
la reina María Luisa de Parma-, a plegarse a los deseos de los enemigos
de la libertad de los españoles. Lo ocurrido estos últimos días en Sociedad Civil Catalana
(SCC) no es ajeno a la rendición del Gobierno de España ante el
separatismo. El golpe de mano ocurrido en SCC hay que interpretarlo como
otra ficha que se desmonta para ser presentada como uno más de los
regalos que ayer Sánchez ofreció en bandeja al nazi Torra en Pedralbes. SCC ha sido tomada por el PSC. Sic transic.
Sabemos que estamos ante un sicópata del poder, un sicópata vanidoso y mentiroso a partes iguales, un tipo sin el menor escrúpulo
Sabemos que estamos ante un sicópata del poder,
un sicópata vanidoso y mentiroso a partes iguales, un tipo sin el menor
escrúpulo, él y Begoña, Begoña y él, tanto monta, a quienes la derecha
constitucionalista, junto a los cientos de miles, quizá millones, de socialistas constitucionalistas,
está obligada a desalojar del poder cuanto antes, o antes de que sea
demasiado tarde. Nada se podrá enderezar mientras este lamebotas del
separatismo (calificativo que Emilio La Parra, “Diarios de viaje de
Fernando VII”, adjudica a aquel rey felón que fue capaz de escribir a
Napoleón diciéndole que “Mi mayor deseo es ser hijo adoptivo de S. M. el
Emperador nuestro Soberano”) no sea expulsado de La Moncloa.
España está sin Gobierno digno de tal nombre, rodando imparable por la
cuesta abajo de la división y la anarquía. No es probable que mañana
ocurran disturbios de mayor cuantía en Barcelona, básicamente porque es
viernes y víspera de la Navidad, y los niños bien de los CDR
tenemos que salir pitando hacia la masía del Empordà para pasar las
fiestas antes de que el tráfico nos lo impida. Lo grave ocurrió ayer con
esa rendición del Gobierno de España ante el gobierno golpista de la
Generalidad. Pocas veces tuvieron los españoles de bien tantos motivos
para sentirse tan avergonzados con su condición de tales.
JESÚS CACHO Vía VOZ PÓPULI
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