Albert Boadella, actor, director, escenógrafo y dramaturgo. ANTONIO HEREDIA
Mordaz, corrosivo, indómito. Y sin resquicio alguno para la
equidistancia. Albert Boadella (Barcelona, 1943) quita hierro a las
coacciones sufridas en su casa de Girona, pero sí recalca la metástasis
del rupturismo en un territorio que él abandonó mucho antes del
procés , cuando el "ejército pujolista" completó sus hostilidades. Publica una nueva edición de
Adiós, Cataluña (Espasa), un agudo y vitriólico retrato del nacionalismo.
P. Señor presidente de Tabarnia, ¿en qué quedó el referéndum unilateral de independencia que anunció para el 12 de octubre?
R. Ah, pues sí se hizo. Tuvimos unos nueve segundos más de independencia que Cataluña.
P. ¿El humor es un antídoto imprescindible para enfrentarse al nacionalismo?
R. El
humor sirve hasta para enfrentarse a la muerte. El espectáculo que dan
los independentistas es tal que es difícil que por sí solo no se pueda
construir una sátira formidable. Lo terrible es que no se dan cuenta. Si
fueran cínicos yo sería más optimista. El problema es que están
enajenados. Esto es muy grave. Tenemos a dos millones y pico de
personas, sobre todo, localizados en la Cataluña agropecuaria, unidas en
el odio a España. No están unidas en la ilusión de una Cataluña utópica
o de un paraíso fiscal, cosa que ya se intentó. Todo eso les importa un
comino. Les da igual si se quedan fuera o no de la UE. Están unidos
para ganar la guerra a esta España maligna e intolerante.
P. Sostiene que Cataluña sigue en un proceso autodestructivo. ¿Cuándo comenzó?
R. Jordi
Pujol tiene claro lo que quiere, cosa que Madrid, por así decirlo, no
detecta. Él quiere llegar donde se ha llegado ahora. Este proceso se
desbarata con Artur Mas, pero antes hay un hecho crucial, que es la
autodestrucción de la oposición, cuando el PSC se pasa al nacionalismo, a
partir de Maragall. Aquí entramos en una situación en la cual no hay
oposición y se consolida una especie de régimen en el que lo importante
no es la política, sino la consecución de una Cataluña independiente.
Mas, que es un mediocre, quiere pasar a la historia como el Moisés de
Cataluña.
P. ¿Por qué habla de la "traición" del PSOE?
R. La
reforma del Estatuto de Zapatero fue un punto de inflexión. Hay que
recordar que si los distintos Gobiernos hubieran mantenido su estructura
legal intocable, no hubiera sucedido nada.
P. Sí porque antes del
'Estatut', en el pacto del Majestic de 1996, Aznar cedió hasta el 30%
del IRPF y el despliegue total de los Mossos.
R. Sin
duda. Y una cosa más grave: la Ley de Política Lingüística, con la que
la Generalitat ha hecho muchos disparates, fue vetada en el Defensor del
Pueblo cuando el Gobierno iba a presentar el recurso de
inconstitucionalidad. Eso lo hace Aznar.
P. En 'Adiós, Cataluña' sostiene que "si se negocia con el enemigo significa que ha vencido"
R. Vamos invertir la reflexión. ¿Qué es lo que no debe
hacer? Pues lo que no puede continuar es una educación que desde
parvulario vaya haciendo nuevos adeptos a la secta. Eso para empezar.
Hay que conseguir que los medios de comunicación públicos no actúen
contra el propio Estado. Existen fórmulas legales para dictaminar que
una autonomía no puede ser algo que actúe contra el Estado. No sé si a
través del 155 o el 250, pero seguro que hay un recurso legal. La
desprogramación de la secta debe hacerse desde un lado activo. Hay que
lograr que, durante uno, dos o tres años, el ciudadano nacionalista vea
que con este Estado intolerante y fascista, o como quieran llamarlo,
continúa su vida natural, sus hijos pueden seguir aprendiendo el catalán
en las escuelas y continúa pudiendo ver TV3, pero con una variante en
sus contenidos. Esto quiere decir intervenir directamente la educación y
los medios. A estas alturas ya no hay fórmulas intermedias. O es esto o
nos comemos la independencia.
P. En las últimas elecciones
catalanas, por primera vez, Ciudadanos se impuso al PSC en L'Hospitalet y
la corona metropolitana de Barcelona. ¿Eso significa que el catalanismo
está definitivamente desintegrado?
R. Hay un hecho trascendental,
que es la manifestación de Sociedad Civil del 8 de octubre. El ciudadano
que creía que estaba solo, de repente sale a la calle y se encuentra
con mucha gente llevando la bandera de España en Barcelona. Eso es un
cambio esencial en Cataluña. Ese ciudadano, que estaba amilanado, se da
cuenta que no está solo y que hay muchos que piensan como él.
P. En
2006 decidió irse de Cataluña. En el libro dice que el "ejército
pujolista utilizó el mejor armamento a su alcance para neutralizarme o
conseguir, si no la muerte física, por lo menos la muerte civil".
R. El
detonante fue la fundación de Ciudadanos. Como yo era la persona más
conocida del grupo, me convierto en el enemigo a batir. Fue la gota que
colmó el vaso. Me encuentro con un vacío total en el teatro. Entonces
acepté la propuesta que me había hecho dos años antes Esperanza Aguirre
para dirigir los Teatros del Canal.
P. ¿Qué encontró en Madrid?
R. Esa
maravillosa ciudad de los desarraigados, que es una cosa fantástica.
Nadie lucha por su identidad. Uno, como es un desarraigado, a los 15
días ya es de Madrid. En este sentido, es una ciudad formidable.
P. La
izquierda le acusó de ser el "dramaturgo de cámara" de Esperanza
Aguirre. ¿Se arrepiente de haber trabajado para la Administración
pública?
R. No, en absoluto. Hice un trabajo de los mejores de mi
vida, con libertad absoluta. Aguirre jamás me dijo nada. Hice lo que me
pareció. Conseguí unos índices de público espectaculares. Durante ocho
años, los Teatros fueron independientes de la política. Ahora vuelve a
estar dirigido por la Consejería de Cultura.
P. ¿Mantiene vínculos con Aguirre?
R. Sí,
hablo con ella y nos telefoneamos. Es una mujer muy singular. Tiene una
gran calidez personal y tengo por ella una gran simpatía. Puedo aceptar
que haya cometido los errores políticos que podamos imaginarnos.
Seguramente, es excesivamente confiada. Tuve la impresión de que si
hubiera querido estafarla lo hubiera hecho con facilidad. Ponía una
confianza ilimitada en sus colaboradores. Esto lo ha pagado caro.
P. Con
motivo de la representación de 'La Torna' (1977) sufrió un proceso
militar y fue encarcelado. En su libro reduce el mérito de la oposición
antifranquista en la caída del régimen.
R. Los de mi generación
éramos demasiado felices. Para acabar con aquel régimen tendríamos que
haber tenido unas condiciones más opresivas. Y es verdad que las
teníamos en algunos niveles, pero la vida de los últimos 10 años del
franquismo era formidable: estabas contra el dictador desde las siete de
la tarde a las tres de la madrugada, en que caías medio trompa, corrías
delante de unos policías con problemas de obesidad... Decir que mi
generación no hizo nada no sería justo, pero no hicimos nada profundo,
salvo algunas excepciones que sí se la jugaron.
P. ¿Por qué rechazó en su momento dirigir el circuito catalán de TVE, tal como le ofreció Pilar Miró?
R. Seguramente
porque entonces estaba muy centrado en Els Joglars y rechazaba muchas
cosas, por ejemplo, películas. De ahí el éxito humano de la compañía: mi
dedicación a Els Joglars era íntegra. Ahora, hubiera sido fantástico
conducir TVE en Cataluña... [ríe]. Sobre todo, para dirigir los
telediarios.
P. ¿Cómo recuerda a Josep Pla?
R. El Pla que yo conocí era muy mayor, que comía poco y se tomaba muchos whiskies .
Decía cosas realmente provocadoras. Pla era un hombre muy tocado por la
Guerra Civil. Se fue a Burgos porque los de Esquerra fueron a buscarle a
su casa para fusilarle, pero todo lo que sucedió en el otro lado
tampoco le gustó. El caso de Pla es el de Cambó, que es un personaje
interesantísimo. Cambó representa el fracaso del catalanismo. Él fue
quien hizo el catalanismo defendiendo una convivencia fraternal con el
conjunto de los españoles, pero acaba pagando a Franco. Esto quiere
decir que, en lo que se refiere a los rasgos diferenciales de un
territorio, cuando vas más allá del folklore y empieza la administración
política, incluso de este folklore, ya arranca un proceso cuyo elemento
esencial es la diferencia. El catalanismo nace con la idea de que
España es más cutre, pobre e intolerante, y que si Cataluña no es más es
porque España no le deja.
P. ¿Está diciendo que el catalanismo es la raíz de la xenofobia del independentismo?
R. Exactamente.
Contener una idea intermedia de respeto a los supuestos valores
diferenciadores y, al mismo, mantener un diálogo con el resto del
Estado, resulta imposible. Esto siempre acaba mal.
P. Usted clavó el retrato de Pujol en 'Ubú president' mucho antes de la confesión fiscal. ¿Cómo intuyó el fondo del personaje?
R. En 1981, seis meses después de convertirse en presidente de la Generalitat, hice Operación Ubú ,
que fue una coproducción entre Els Joglars y el Teatre Lliure. Causó
consternación porque Els Joglars estaba destinada a ser la compañía
nacional de Cataluña. Aquello fue el inicio de las hostilidades. Recibí
muchos ataques del ejército pujolista.
P. Cuando presidía Banca Catalana, Pujol le negó un crédito a Els Joglars.
R. Sí.
Había una letra pendiente hasta que un día los empleados me
recomendaron ir a ver al jefe. Llegué allí y Pujol me dijo: "ah sí, ya
te conozco. Hacéis las cosas muy bien, pero claro, lo que hacéis
vosotros no es cultura catalana...". Entonces pidió a su secretaria el
dossier de Els Joglars. Claro, me quedé patitieso. ¿A qué tenía Pujol un
dossier nuestro si éramos media docena de titiriteros sin más capital
que las mayas negras? Se puso a revisar lo que contenía hasta que, en un
descuido, cuando ya nos despedíamos, se le cae la carpeta al suelo. ¡Y
resulta que dentro solo había un recorte del periódico Tele/eXprés ! Me di cuenta que era un impostor peligrosísimo.
P. ¿Debió evitar el Gobierno el referéndum ilegal del 1-O aplicando con anterioridad el artículo 155?
R. Sí.
Rajoy, al que puedo aceptar determinados méritos en política económica,
es un fracaso absoluto en la cuestión catalana. Se equivoca totalmente
porque es un hombre cobarde. Tiene una parte de responsabilidad clara en
la deriva catalana porque todavía estaba a tiempo de frenarla. Un 155
bien aplicado hubiera dado buenos resultados.
P. ¿Se reconoce ahora en Ciudadanos, partido del que es cofundador?
R. No
me reconozco al 100%, pero sí es el partido del que estoy más cerca.
Este [Albert] Rivera actual es un hombre maduro que ha aprendido la
política. Es el que muestra más confianza para luchar contra el problema
más grave que tenemos en España.
P. ¿Qué fue lo más difícil en su puesta en marcha?
R. Bueno,
fue una cosa divertidísima. El núcleo esencial en la fundación de
Ciudadanos es Arcadi Espada. Dijimos que había que hacer algo contra el
PSC porque Cataluña se había quedado sin oposición. Inicialmente, solo
cuatro personas estábamos a favor de fundar un partido: [Xavier]
Pericay, Teresa Giménez Barbat, Arcadi Espada y yo. El resto quería
hacer un manifiesto, pero no un partido. Y ninguno queríamos ir en las
listas. El primer congreso fue un caos. Apenas 10 minutos antes de
acabarse, el fracaso era absoluto y no había secretario general. En un
estado de desesperación, el presidente de la Mesa propuso elegirlo por
orden alfabético. Y el primero de la lista era Albert Rivera. ¡Así
salió! Después se colocó en la tribuna y pronunció un discurso
formidable y emocionante.
P. ¿Qué ocurriría si los toros, siguiendo el ejemplo de Cataluña, se prohibiesen en el resto de España?
R. Lo
primero, un desastre ecológico. Cuando veo a ecologistas en contra de
los toros pienso en lo burros que son. En segundo lugar, desaparecería
un arte de la antigüedad sobrevenido hasta nuestros días. El torero es
una herencia de los héroes de la antigüedad. Así como se conservan las
catedrales y el Museo del Prado, tenemos que conservar los toros.
P. ¿Un humorista que se suena los mocos con la bandera de España merece un reproche penal?
R. La
base de nuestro oficio es que con el máximo ingenio, gracia y malicia,
ponemos en tela de juicio los tabúes de la sociedad. En este caso, Dani
Mateo trabaja para una audiencia que sabe que le jaleará. Es decir, de
este asunto me cabrea que el señor Torra, cada cinco minutos, debe pasar
este vídeo y se debe morir de risa. Dicho esto, la libertad de
expresión no está para defender lo que nos gusta, sino lo que no nos
gusta
P. La realidad es que, desde las elecciones
de 2012 y al margen de la correlación de fuerzas en este bloque, el
secesionismo aglutina el 47% de los votos en Cataluña. Y Torra fue
elegido 'president' porque, tras concurrir a unas elecciones convocadas
al amparo del 155, sumó mayoría parlamentaria para formar Govern. Si no
se negocia nada y si no hay diálogo posible, ¿entonces qué debe hacer el
Estado?
R. Cataluña
presenta todos los ingredientes de una secta. Y una secta sólo permite
la desprogramación, pero no hay diálogo posible. Están en otro mundo. En
el caso de Sánchez es una simple excusa para permanecer en el poder.
Sánchez tiene todas las características de la psicopatía: no distingue
entre el bien y el mal, y puede decir hoy una cosa y mañana la
contraria. Por tanto, a él no le parece indigno ni inmoral el que esté
dando fuerza, ánimo y sangre a una gente que quiere destruir la
estructura del Estado.
RAÚL CONDE Vía EL MUNDO
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