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domingo, 14 de agosto de 2016

EL ABUSO ADMINISTRATIVO

Una parte sustancial de la crisis está en la inflación de la política, en la hiperregulación, en ese abuso administrativo que invariablemente degenera en clientelismo, corrupción y tráfico de intereses.

                                                        - Imagen Ritchie Valens

“Una tierra seca, estéril y pobre: el 10 por ciento de su suelo no es más que un páramo rocoso; un 35 por ciento, pobre e improductivo; un 5 por ciento, medianamente fértil; sólo el 10 por ciento francamente rico. Una península separada del continente europeo por la barrera montañosa de los Pirineos, aislada y remota. Un país dividido en su interior mismo, partido por una elevada meseta central que se extiende desde los Pirineos hasta la costa meridional. Ningún centro natural, ninguna ruta fácil. Dividida, diversa, un complejo de razas, lenguas y civilizaciones distintas: eso era, y es, España”.

Incapaces de crecer de verdad

La cita es de John H. Elliott. Y con ella se preguntaba cómo aquella España, que hasta el siglo XV no era más que una mera denominación geográfica, se convirtió súbitamente en realidad histórica. Siempre me ha gustado esta cita y la he usado en distintas ocasiones. No por la unidad de destino, sino porque, en lo sustancial, a pesar de las nuevas tecnologías en comunicaciones y los avances en infraestructuras, España sigue siendo eso: una tierra difícil e intrínsecamente pobre. Una realidad que solemos olvidar porque lo que acapara los titulares de los diarios, los telediarios, las redes sociales, es básicamente la trifulca de la política ordinaria, con sus facciones en litigio, sus intereses grupales y sus promesas de que, a pesar de todo, ataremos los perros con longanizas.
Tenemos muchísimas pequeñas empresas, pero, en comparación, el número de medianas empresas es inusualmente ridículo
Pero la realidad es tozuda. Nuestro país es, en esencia, pobre. Al contrario que otros, no contamos con recursos naturales especialmente valiosos. No tenemos petróleo ni gas; tampoco, en la actualidad, yacimientos de materiales preciosos o materias primas cuya extracción resulte especialmente rentable. Mantenemos, eso sí, una minería residual a golpe de subvención que tarde o temprano desaparecerá. Si acaso, podríamos decir que el turismo es nuestra mina de oro, nuestro petróleo. Y la verdad es que lo explotamos bastante bien. Pero, más allá de eso, la riqueza que generamos depende de nuestra iniciativa; es decir, de lo que sea capaz de hacer cada persona. Resulta, sin embargo, que aunque en la base de la pirámide abunden los emprendedores, en España es especialmente complicado que un proyecto crezca. Tenemos muchísimas pequeñas empresas, pero, en comparación, el número de medianas empresas es inusualmente ridículo.  
Deberíamos atender menos a las recetas de esos vendedores de crecepelo que son nuestros políticos y recordar que somos un país intrínsecamente pobre, donde a pesar de que ganas no faltan, las ideas no terminan de cuajar. Desgraciadamente, lo que mandan son los grupos de interés y los restos de códigos ideológicos o, en su defecto, los modelos de laboratorio, donde los datos son una religión. Los dos primeros forman parte en realidad de una misma impostura; y los segundos generan falsas esperanzas, porque los modelos de laboratorio, además de resultar difícilmente explicables al ciudadano raso, no funcionan a pie de calle: la realidad es un universo infinito de incógnitas, cuyas interacciones y contingencias son imprevisibles.

La falsa complicación

Douglas North, que realizó análisis cuantitativos colosales, concluyó al final que, si acaso, estos habían servido para plantear muchas más preguntas que respuestas. Otros, sin embargo, consideran que sus propias investigaciones son la verdad revelada. Así que proponen políticas cada vez más complejas, de tal suerte que, cuando no obran los beneficios esperados, que suele ser casi siempre, el manual de reparaciones no hay quien lo entienda. Lo peor, con todo, es que cada vez resulta más difícil oponerse a esta tendencia porque hace tiempo que se ha convertido en un fin en sí misma, como si el objetivo fuera construir un mundo cada vez más complejo donde las personas no puedan juzgar la política. Por eso, si a alguien se le ocurre advertir a los especialistas que, desmontado y vuelto a montar su artilugio, les han sobrado un puñado de piezas, le responderán “¿Acaso sabe usted lo que es un condensador de fluzlo?”.
El ciudadano es un sujeto pasivo, un espectador ignorante, alguien que, en la práctica, carece de derechos
En este espacio hemos intentado mantenernos al margen de esa tendencia que parece flotar sobre la realidad. Nada de lo escrito aquí está dirigido a las élites intelectuales sino a la gente corriente, a la que los ingenieros sociales no están facilitando la vida sino empujando a nuevos conflictos. Por eso, hemos escrito piezas que hablan de bodegas en mitad del campo que han de cumplir el “reglamento para la protección de la calidad del cielo nocturno”, de permisos que se han de solicitar en ventanillas que ni siquiera existen, de obras de insonorización por importe de decenas de miles de euros para diminutas escuelas de yoga, de instrucciones para declarar impuestos que parecen jeroglíficos, de inescrutables normativas que hay que cumplir para realizar cualquier actividad lucrativa en la propia vivienda, de ayuntamientos que despluman a sus ciudadanos, de pensiones futuras que no alcanzarán para hacer dos comidas diarias
En definitiva, hemos puesto el foco sobre el desmadre administrativo donde el ciudadano es un sujeto pasivo, un espectador ignorante, alguien que, en la práctica, carece de derechos. Un paria al que, en una nueva vuelta de tuerca, un dron fotografía desde el cielo por si aparece en su jardín una piscina que antes no había y obtener así una recaudación extra. Y aunque la piscina sea desmontable y los burócratas hayan metido la pata hasta el corvejón, tendrá que gastar su tiempo en recurrir la pifia para evitar la sanción:
– Mire, ese recuadrito azul sobre un fondo más o menos verde, no es una piscina olímpica, es una hinchable que compré para los críos. Y ese puntito amarillo es un patito de goma.
– Lo comprendo, pero tendrá que demostrarlo.
Una parte sustancial de la crisis está en la inflación de la política, en la hiperregulación, en el abuso administrativo
No se lo tome a guasa, se han dado casos, y no pocos precisamente, en los que se han incluido piscinas hinchables como elemento que aumenta el valor catastral de un inmueble. Lo mismo ha ocurrido con barbacoas o pérgolas móviles, esos artilugios que se compran en un centro comercial por un puñado de euros para sacarle un poco más de partido al verano. Y es que hacer vida al aire libre en el jardín de casa también se ha convertido en una actividad peligrosa… para el bolsillo. De seguir así, nos harán pagar una licencia de obra para montar una estantería de Ikea.

El coste real del desmadre

Una parte sustancial de la crisis, sospechamos, está en la inflación de la política, en la hiperregulación (que se ceba sobre todo en la economía productiva y en la gente sin contactos), en ese abuso administrativo que invariablemente degenera en clientelismo, corrupción y tráfico de intereses. De hecho, se nos ocurre que si a algo deberían dedicarse los expertos en datos, en beneficio de todos, es a calcular los costes de transacción que supone este desmadre. Una tarea titánica, cierto. Pero a lo mejor hay recompensa. Y resulta que la baja productividad se debe más a estos cepos que a razones muy complejas. Se confirme o no esta sospecha, mejor será empezar por cambiar lo que evidentemente no funciona, lo obvio, que seguir avanzando por los inescrutables caminos de la iglesia de la cienciología política. ¿Si no funcionamos cómo vamos a redistribuir? No es sentido común, es aritmética.   
También, por supuesto, hemos escrito sobre el mal de fondo que es, a nuestro entender, el actual modelo político, al que hemos llegado a calificar como el régimen más estúpido de la historia de España, sobre los burócratas y la banalización del mal, la bomba a punto de estallar que es la corrección política, la estafa ideológica del nuevo activismo, la moderna caza de brujas en que ha degenerado la “violencia de género”, la operación Ciudadanos, la intrahistoria de la regeneración y otros asuntos delirantes que está prohibido criticar. Siempre desde la libertad que nos proporciona este medio y con la aspiración de conectar con el público, no para asegurar una buena audiencia, que va de suyo, sino para demostrar que la política española se ha convertido en un grave problema. Y las personas están tomando conciencia de ello. De ahí la desafección, de ahí el populismo. Pero, también, una conciencia social más ponderada a la que apelamos.
España necesita mucha iniciativa. Sin eso no hay nada, ni unidad territorial, ni Estado de bienestar, ni transferencia de rentas, ni clase media
Como es lógico, no hemos hecho demasiados amigos en determinados ambientes. Pero no estamos aquí para hacer amigos sino para romper tabúes, meter el dedo en el ojo y, sobre todo, ensanchar el terreno de juego. A la vuelta de unos días, seguiremos intentándolo. Tenemos ya en la recamara varias ideas que, esperamos, le resulten interesantes a usted, querido lector, que es a quien nos debemos. Mientras tanto, no olvide que España sigue siendo lo que ha sido casi siempre, una tierra difícil e intrínsecamente pobre. Un país que, para prosperar, necesita mucha iniciativa. Sin eso no hay nada, ni unidad territorial, ni Estado de bienestar, ni transferencia de rentas, ni clase media. Y mucho menos, democracia. Aunque le digan que la riqueza crece en los árboles o que el dinero se puede imprimir en el sótano de un ministerio, es rigurosamente falso. No es lo mismo empleo que trabajo. No es lo mismo dinero que riqueza. Lo que no seamos capaces de hacer por nuestra propia iniciativa no lo va a hacer nadie por nosotros. Así que será mejor que lo intentemos y… nos dejen intentarlo. No hay nada imposible.
Tengan todos ustedes un buen verano.

                                                            JAVIER BENEGAS  Vía VOZ PÓPULI

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