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viernes, 5 de agosto de 2016

RAJOY, ENTRE LA REALIDAD Y EL DESEO

Aunque no conste que Rajoy invierta su precioso tiempo leyendo a Cernuda, el título del poeta describe bastante bien el camino rajoyano hacia el paraíso perdido de la presidencia. Huye de la realidad, que si siempre es mostrenca, en su caso puede resultar tan desagradable como el espejo de Blancanieves, y se entrega a su querencia sin reparar en el qué dirán, que para eso tiene bien domesticada a la grey en torno, a unos personajes que interpretan como extraordinario gesto de grandeza el más leve e insignificante mohín del líder, de forma que Rajoy empieza a acostumbrarse a despacharnos con truismos a la espera de que sus benevolentes comentaristas le saquen la punta a sus hallazgos, cada vez más espiritados. No podemos perder de vista que cuando afirma que “la más larga caminata comienza siempre con un primer paso” estamos asistiendo a una metamorfosis, a la transformación de un frío tecnócrata en un rapsoda arrebatado.
Saber que ha abierto una “vía de comunicación permanente con Ciudadanos” es emocionante, pero sigue sin bastar
Es difícil pasar de Rajoy a Omar Jayam, pero está en ello
De la misma manera que una golondrina no hace verano, ni siquiera en Japón puede hacerse nadie famoso con un único haiku, de manera que Rajoy tiene trabajo por delante para completar su poemario político. Saber que ha abierto una “vía de comunicación permanente con Ciudadanos” es emocionante, pero sigue sin bastar, y Rajoy tiene una peligrosa tendencia a mezclar el tono poético con el lenguaje jurídico, lo que amenaza convertir su obra en un texto excesivamente espeso, aunque con el indudable acierto de crear un nuevo género, la lírica jurídico-política, lo que no es poco. De cualquier manera, su hallazgo al adivinar queexpondrá no significa lo que parece, puede dar lugar a numerosas tesis doctorales, en semántica, en teoría política, en gramática parda, y ha dejado convertido en un vulgar trilero al Zapatero que veía en la nación un concepto discutido y discutible. Don Felipe VI, que puede haber tenido el privilegio de asistir en directo al portento, va a tener que poner mucha atención en las próximas reuniones con Rajoy, si es que tiene interés en enterarse de lo que le diga el presidente en funciones.
El prosaísmo político
Frente a esta transformación rajoyana, el resto de personajes del reparto político puede experimentar una evidente jibarización de su figura. Si persisten en el muy gastado género del realismo, lo mismo si es sucio que mágico, pueden verse superados por la dialéctica que es capaz de desencadenar la apuesta rajoyana por los aforismos y el verso libre. Imaginemos que tras la siguiente reunión con Rivera, allá por la segunda quincena, que las agendas están muy prietas, Rajoy anuncia que el “canal de comunicación ha empezado a funcionar con fluidez”, o, en un tono más intimista, que “dos corazones que se escuchan siempre tienen algo que compartir”, entonces puede ser el acabose, y Marhuenda podría empezar a proponer al antiguamente escurridizo Ribera como premio Nobel de la Paz. El prosaísmo de Ribera y Sánchez podría verse convertido en un franco ataque a las más nobles esperanzas de los españoles, podrían mutar en enemigos del pueblo, además de en unos ordinarios.
Como en El juego de los abalorios, la novela de Hesse, una enorme cohorte de escribas se empeña sin descanso en un objetivo quimérico, en mostrar que en Rajoy descansa cualquier solución, y, en su celo infinito, han llegado a sugerir que don Mariano podría haber acariciado la idea de desistir si la acogida de Ribera no hubiese sido tan meliflua, tal es el talante desprendido y generoso del líder que trasciende el inagotable trabajo de los minuciosos exégetas del marianismo, expertísimos e inagotables libadores del delicioso manjar de los elogios deglutiendo la áspera realidad de las carencias. Si no es mérito de Rajoy haber conseguido ese ejército de halagadores, que venga Dios y lo vea.
Para ocultar que don Mariano ni puede ni podrá alcanzar la mayoría, leen el artículo 99. 2. en un sentido que ni el más desmelenado de los interpretes se habría atrevido a sugerir jamás
De la crisis del sistema a su desustanciación
El desagradable hecho de que el PP haya perdido millones de votos, y que el PSOE no los haya ganado, la crisis de la lógica del bipartidismo, ha llevado a muchos a dar por hecha la crisis del sistema, incluso olvidando otros detalles nada menores que abonan el diagnóstico. Pero lo que nadie había podido prever, es que el partido que más ha dicho defender la Constitución, el PP de Rajoy, se pudiera acabar dedicando a vaciarla por la vía de la conveniencia. Para poder decir que hanganado, y por dos veces, las elecciones, han ocultado sistemáticamente que no estamos en un sistema presidencialista, y que es el Congreso de los Diputados quien otorga el mandato a quien sea capaz de obtener la mayoría en su seno. Ahora, para poder ocultar que don Mariano ni puede ni podrá alcanzar esa mayoría, leen el artículo 99. 2. de la Constitución en un sentido que ni el más desmelenado de los interpretes de ese texto se habría atrevido a sugerir jamás, pero don Mariano tiene buenos asesores que conocen a Lewis Carroll y no creen que sea una ironía aquello de que lo importante no es lo que signifiquen las palabras, sino saber quién manda.
La política del escamoteo sistemático
La astucia, que es la audacia de los cobardes, ha permitido que la realidad se escamotee detrás de unas docenas de palabras insinceras e insidiosas. Se presenta como exigencia europea lo que es mera consecuencia de un mal gobierno durante cuatro años a lomos de una mayoría absoluta desperdiciada para los intereses nacionales, de la misma manera que se dijo que no se haría un referéndum en Cataluña, que se ha hecho chapuceramente, pero se ha hecho, para el desprestigio de todos, mientras Rajoy miraba para otra parte. Y ahora hasta el señor Ribera contribuye al escamoteo general al declarar que si el PSOE no se abstiene nos enfrentaremos a una crisis institucional sin precedentes. Pero, vamos a ver, ¿cuál es la razón de que absolutamente todo, desde el difícil papel del Rey, hasta los más altos intereses nacionales, se haya de subordinar al deseo personal de un líder derrotado, desprestigiado, cuya ética política ha quedado obscenamente expuesta ante el universo mundo, y cuyo único destino razonable es el que es, tal como él lo diría?
Rajoy pretende ahora que su mano derecha, casualmente colocada al frente del Parlamento en una afrenta adicional a la mínima separación de poderes, toree al Congreso y a todos los españoles
Rajoy como problema
En “To be or not to be”, Lubitsch le hace decir al coronel Erhardt que los espías que él cree comediantes están haciendo con Shakespeare lo mismo que los nazis han hecho con Polonia, una frase que serviría para describir la obra de Rajoy con el PP, un partido convertido en mero rehén de una persona, y de ahí el problema. ¿Cabe dudar de que pueda haber algo mejor para nuestro futuro común que el que haya de abandonar la vida política alguien que ha dado muestras tan evidentes de carecer de cualquier tipo de principios, un personaje capaz de forzar a 50 de sus diputados a exigir la urgente convocatoria de la sesión de investidura de Pedro Sánchez, y que pretende ahora que su mano derecha, casualmente colocada al frente del Parlamento en una afrenta adicional a la mínima separación de poderes, toree al Congreso y a todos los españoles, demorando indefinidamente el momento en que haya de exponer su programa de gobierno, que será el que en ese momento se le ocurra, tal como establece el artículo de la Constitución que ahora pretende releer de manera tan surrealista?
Hay que entender que existe una contradicción insalvable entre el deseo rajoyano de presidirnos y la necesidad común de formar un Gobierno. En cualquier otro lugar del mundo civilizado se habría empezado a explorar con lógica las alternativas para sortear una dificultad de apariencia tan insalvable, pero aquí hay quienes porfían en que el habilidoso Houdini que todavía vive en la Moncloa pueda acabar haciendo el milagro de la multiplicación de los escaños, mareando la perdiz sin plazo alguno. Al acostumbrarnos a las declaraciones vacías y a desustanciar los textos constitucionales, Rajoy está dotando a la política de un halo de irrealidad, perohasta los más místicos poetas acaban sucumbiendo a las miserables limitaciones de la aritmética ordinaria, esa que no permite llenar con acertijos ni vaciedades la diferencia entre 132 y 175. Por decirlo a la manera marianil, las cosas son como son, y unas cuantas personas, no muchas, porque estamos en un sistema representativo, tendrán que decidir más pronto que tarde, si quieren ser comparsas de un fraude político de consecuencias imprevisibles, y pasar a la historia de un momento especialmente triste y dramático como meros castrati, u optan por atreverse a construir una solución verdadera, de ellos depende.


                                                         J. L. GONZÁLEZ QUIRÓS  Vía VOZ PÓPULI

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