Es la pura verdad que el comisario retirado Villarejo tiene un inagotable fondo de armario. Ahí están, debidamente archivados, los deslices biográficos de muchas figuras de la vida nacional
El comisario Villarejo. (EFE)
La ministra de Justicia y los compañeros que todavía la apoyan temen que la aparición de nuevos testimonios vuelva a ponerla en evidencia. Entonces quedarían desbordados la reprobación de ayer tarde en el Senado, la elegancia del ministro Grande-Marlaska (perdona una alusión homófoba sobre su persona) y el arropamiento de quienes la rodean.
En la Cámara Alta se defendió entre gritos de “dimisión, dimisión” provenientes del PP y de Ciudadanos. A esa exigencia también se sumó Pablo M. Iglesias, teórico socio del Gobierno Sánchez. Por el mismo motivo. Como secuela de las mentiras y rectificaciones de Dolores Delgado sobre los audios del almuerzo compartido en 2009 con el exjuez Garzón y el comisario retirado Villarejo, entre otros comensales.
El griterío y el cerco mediático chocan por ahora con la aparente contundencia de la doctrina oficial. Es de atareada elaboración en la carretera de La Coruña (sede del CNI), nos remite al carácter de chantajista
profesional del citado comisario y consiste en clavetear el mensaje ya
utilizado en el caso de las grabaciones de Corinna Larsen cuando era
amiga de don Juan Carlos de Borbón. A saber: “Quiere chantajear al
Estado y no vamos a permitirlo”. Una descarga verbal recurrente en boca
del general Sanz Roldán y de la ministra de Defensa, Margarita Robles.
El comisario es un habitante de las cloacas y la ministra ha mentido a los ciudadanos.
Aquel hace juego sucio y es un presunto delincuente. Por eso está en la
cárcel (caso Tándem). Y esta incumple el deber de ejemplaridad exigible
a un gobernante. Por eso puede ser expulsada de la política, como antes
lo fueron Cristina Cifuentes, Màxim Huerta o Carmen Montón. Por mentir.
Y no por sufrir los efectos retardados de unas expresiones lamentables,
por muy manoseadas que hayan llegado a la opinión pública.
Es la pura verdad que el comisario Villarejo tiene un inagotable fondo de armario. Ahí están, debidamente archivados, los deslices biográficos de muchas figuras de la vida nacional. Con la metódica dedicación de un coleccionista, durante años y años ha venido capturando furtivamente imágenes y sonidos con los pecados inconfesables de nuestros personajes públicos, por si algún día podían ser rentables en el tráfico del fango. Si ayer fue el Rey emérito y hoy es la ministra de Justicia, vaya usted a saber quién puede ser mañana, si Villarejo se empeña en seguir pasando factura por su ingreso en prisión.
Se entiende ahora el malestar de algunos ministros del Gobierno Rajoy, contrariados por las especiales aportaciones del CNI, dependiente entonces de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, que dieron con los huesos de Villarejo en la cárcel en noviembre del año pasado (presuntos delitos de organización criminal, cohecho y blanqueo de capitales).
Conocedor de ese estado de opinión en una parte del Gobierno Rajoy, el director de los servicios secretos, Felix Sanz, llegó a comentar que comprendía el desasosiego porque en el fondo de armario de Villarejo “hay para todos”.
ANTONIO CASADO Vía EL CONFIDENCIAL
Tanto
chantajista como chantajeado tienen algo que hacerse perdonar, algo de
lo que avergonzarse.
De otro modo, no tendría sentido hablar de chantaje. Tienen razón. Y la tiene la ministra Delgado al subrogarse en ese argumentario para echar balones fuera:
“Es un intolerable ataque a las instituciones a través de mí”, dice. Lo
malo es que tanto el chantajista como el chantajeado tienen algo que
hacerse perdonar, algo de lo que avergonzarse. De otro modo, no tendría
sentido hablar de chantaje.
Delgado
incumple el deber de ejemplaridad exigible a un gobernante. Por eso
puede ser expulsada de la política, como antes Cifuentes o Montón. Por
mentir
Es la pura verdad que el comisario Villarejo tiene un inagotable fondo de armario. Ahí están, debidamente archivados, los deslices biográficos de muchas figuras de la vida nacional. Con la metódica dedicación de un coleccionista, durante años y años ha venido capturando furtivamente imágenes y sonidos con los pecados inconfesables de nuestros personajes públicos, por si algún día podían ser rentables en el tráfico del fango. Si ayer fue el Rey emérito y hoy es la ministra de Justicia, vaya usted a saber quién puede ser mañana, si Villarejo se empeña en seguir pasando factura por su ingreso en prisión.
Se entiende ahora el malestar de algunos ministros del Gobierno Rajoy, contrariados por las especiales aportaciones del CNI, dependiente entonces de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, que dieron con los huesos de Villarejo en la cárcel en noviembre del año pasado (presuntos delitos de organización criminal, cohecho y blanqueo de capitales).
Conocedor de ese estado de opinión en una parte del Gobierno Rajoy, el director de los servicios secretos, Felix Sanz, llegó a comentar que comprendía el desasosiego porque en el fondo de armario de Villarejo “hay para todos”.
ANTONIO CASADO Vía EL CONFIDENCIAL
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