El voto independentista volverá al cauce catalanista proclamando no solo que el catalanismo está bien vivo, sino que como votante nunca debió abandonar el 'mainstream' del catalanismo moderado
Vista de la manifestación de la izquierda independentista con motivo de la Diada del 11 de septiembre. (EFE)
La reciente celebración de la Diada no ha supuesto avance cualitativo alguno para la estrategia del independentismo catalán.
Se han vuelto a repetir todas las clásicas constantes que acompañan
este tipo de evento en los últimos años. Se ha confirmado, no obstante,
cuán resiliente es la ciudadanía soberanista en Cataluña,
y que los políticos presos pasarán a ocupar el escenario principal los
próximos meses. He repetido en múltiples ocasiones que es un error grave
considerar que el 'procés' está acabado o en su estertor final, y el día 11 tuvimos una clara muestra.
¿Progresa? No. ¿Retrocede? Tampoco. Si el relato no varía
sustancialmente, cientos de miles de catalanes seguirán abrazando la causa de la separación de España,
y ha quedado meridianamente claro que los políticos presos serán el
argumento y el pretexto centrales de la movilización soberanista.
Esto
es así porque hay una conciencia generalizada de que será muy difícil
variar favorablemente la presente correlación de fuerzas con el
planteamiento seguido hasta la fecha. Se trata por tanto de golpear la conciencia
de un importante sector de catalanes que vive en un tenso estado
emocional, y que sigue albergando la esperanza de una resolución del
contencioso político favorable a sus intereses. Los presos no juzgados
son el martillo de esa conciencia. Puigdemont y Torra saben que el juicio a celebrar, en otoño o en invierno, de Junqueras y sus colegas conllevará un clima extraordinariamente enrarecido y altamente emocional.
La sentencia será su corolario final. Los más radicalizados de los
dirigentes republicanos saben que ese es el momento clave y habrá que
aprovecharlo. Esperan que al amparo de una amplia movilización ciudadana
liderada por la ANC, la CUP y los CDR el asalto pueda
volver a intentarse y acaso esta vez, el desenlace les sea favorable. Si
en lo más íntimo pensaran que eso no es exactamente así, actuarían de
la misma manera. No se trata solo de las expectativas políticas
más o menos racionales, se trata de dar una respuesta a las bases
independentistas, que comprendiendo mejor o peor la situación, no
piensan aceptar ningún tipo de rendición o renuncia.
Puigdemont
tiene la experiencia suficiente para saber que las bases movilizadas
son más fuertes que las direcciones políticas y los aparatos de los
partidos. Por eso él ha decidido, astutamente, situarse por encima de
estos mismos partidos independentistas. El apoyo del que disfruta el
expresidente de la Generalitat de Cataluña entre la militancia de base
del independentismo es producto de esta estrategia personal. Él está
presente en los afanes del día a día. Hemos tenido una prueba
irrefutable hace un par de días con la retirada de la moción presentada
por el PDeCAT en el Congreso de los Diputados junto al
PSOE. Se trataba de una modesta propuesta de hipotético diálogo en el
marco de la Ley. Tan poca cosa, que ni los pragmáticos de ERC
se atrevieron a secundarla por ínfima. Puigdemont actuó con celeridad,
debía ser retirada inmediatamente y así se hizo. Sin embargo, sus
seguidores no advierten esa presencia intensa de Puigdemont en el diario
quehacer de la política catalana y eso le libera de la servidumbre de lo cotidiano.
Es
clave para los intereses de los catalanes no independentistas o
contrarios a la independencia, no cometer nuevos errores que agraven la
situación
Los dirigentes independentistas preparan una movilización extraordinaria para rememorar el 1 de octubre.
Intentarán que, a pesar de las proclamaciones habituales de pacifismo,
se parezca al máximo a un ensayo de revuelta. Y van a intentar que el
gobierno español cometa de nuevo el mismo error que cometió el
expresidente Rajoy. Es importantísimo para los intereses de los
catalanes no independentistas o contrarios a la independencia, no cometer nuevos errores que agraven la pésima situación.
Si
el independentismo no avanza en las próximas semanas, intentará forzar
el calendario electoral para asentar su hegemonía. La tentación será
mayúscula y no se debería facilitar al soberanismo que transite, sin
obstáculos, hacia esa solución. Los republicanos de ERC merecen un comentario específico. Junqueras
quiere asegurar el camino hacia la independencia de manera gradual,
pacífica y con un amplio apoyo de los actuales independentistas y de los
que, a su juicio, han de sumarse en un futuro no muy lejano. La
autoridad moral de Junqueras entre los suyos hace que sus compañeros de
dirección asuman sus tesis y esto crea un conflicto creciente con el
PDeCAT, con la CUP y con las entidades soberanistas. Sostengo, sin
embargo, que si esas diferencias se acentúan y se desata la crisis, las bases de ERC
se alinearán sin dudarlo, antes con la ciudadanía radicalizada que con
su propia dirección, y esta es una coyuntura que debe ser seguida con
extraordinaria atención y gestionada con suma cautela.
Se
me pregunta a menudo que es lo que hay que hacer para resolver la
presente situación que se vive en Cataluña. Respondo que muchas cosas
deben ser hechas, pero todas deben apuntar en la misma dirección. Más
pronto que tarde las elecciones serán convocadas en Cataluña y el reto
más formidable de todos los catalanistas no independentistas es agrupar
sus fuerzas para vencer al independentismo en la contienda electoral. El PP y Cs en Cataluña podrán obtener mejores o peores resultados electorales, pero ni juntos ni separados gozarán
nunca de una mayoría absoluta en el Parlamento catalán. El grueso de
esta tarea para conseguir doblegar limpiamente al independentismo en
unas elecciones corresponde fundamentalmente al catalanismo político
refundado. Ningún voto independentista transitará hacia Cs de la noche a
la mañana. La política de bloques garantiza el mantenimiento del actual
'statu quo'; solo si el catalanismo, que ha hecho balance del 'procés'
y se enfrenta sin complejo alguno a los procesistas de todo tipo y
condición, tiene la posibilidad de revertir la situación. Mantengo que
aquel voto independentista hoy más crítico, más decepcionado, más
fatigado, necesitará volver al cauce catalanista. Lo hará, proclamando
no solo que el catalanismo está bien vivo, sino que como votante nunca
hubiera debido abandonar el 'mainstream' del catalanismo moderado, de
centro derecha o de centro izquierda. En efecto, vencer electoralmente
al independentismo es la tarea más urgente. De hecho, no se engañen, es
la única tarea. El resto de cuestiones, importantes, sin duda, no
deberían distraernos.
ANTONI FERNÀNDEZ TEIXIDÓ Vía EL CONFIDENCIAL
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