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domingo, 23 de septiembre de 2018
VALLS LE MARCA UN GOL POR LA ESCUADRA A RIVERA
El líder de Cs creyó que podría
capitalizar la marca del ex primer ministro francés y se ha encontrado
con que ha sido Valls el que se ha encargado de confeccionar las listas,
el equipo y la estrategia
Manuel Valls y Albert Rivera en un acto de la plataforma España Ciudadana, el pasado mes de julio. (EFE)
Manuel Valls le ha hecho un 'Carmena' a Albert Rivera.
Le ha marcado un gol por la escuadra con la misma técnica que la
alcaldesa se lo metió a Iglesias. Uno en Barcelona, la otra en Madrid, han tomado el control de sus respectivas candidaturas al margen de siglas y
colores. Rivera creyó que podría capitalizar la marca del ex primer
ministro francés y abducirlo en beneficio del partido, y se ha
encontrado con que ha sido el propio Valls, un 'animal politique', el
que se ha encargado de confeccionar las listas, el equipo electoral y la
estrategia. Como Juan Palomo, yo me lo guiso...
Más que un producto 'marca Ciudadanos', la plataforma que anunciará el próximo martes
para presentarse a las elecciones del 26 mayo, en la que pretende aunar
todo tipo de sensibilidades y candidatos tanto independientes como
procedentes de otros partidos, guarda pocos parecidos con la formación
naranja y sí bastantes más con el PSC. Con esta obsesión que de repente
ha entrado a los políticos de la Ciudad Condal por competir por el espíritu de Pasqual Maragall, el proyecto de Valls se ha ido progresivamente 'psoeizando'. De Cs, 'rien de rien'.
La
prueba del nueve de esta transmutación ideológica se percibe claramente
en el equipo electoral que el francés está configurando. Como estratega
ha colocado a Xavier Roig, quien fuera jefe de gabinete del citado
Maragall, y como director de campaña a Guillermo Basso,
procedente de la consultora de Roig y también con ascendente PSC, que
será quien batallará en el día a día. Ora en su faceta de lobista, ora
en la de cazatalentos, en la selección del equipo ha participado de
forma activa Luis Conde, convirtiéndose en sombra de Valls en la capital catalana.
El francés ha llegado a la conclusión de que su plataforma no debe ser una operación de Ciudadanos, sino una operación de Estado,
donde todas las fuerzas constitucionalistas que se presenten a la
alcaldía de Barcelona sumen cincuenta más uno. Actualmente, alcanzar ese
porcentaje resulta una quimera a tenor de la polarización que se
respira en las calles, de tal forma que no queda más remedio que ampliar
el campo de juego y no solo encarar portería desde las bandas sino
también por el centro. Las elecciones siempre se ganan desde el centro.
Después
de un verano recorriéndose todo el país, con paradas en Santander,
Marbella, Palma y Menorca, en busca de ideas (y financiación), su
estrategia ha virado ciento ochenta grados. Quiere sacudirse esa imagen
envarada que a veces desprende y orillar a ciertos entornos
empresariales —que ayudan con el presupuesto pero no con los votos— para
empezar a acercarse al PSC y a los barrios obreros. Menos espetos con
los vips marbellíes y más pan 'tumaca' en las fiestas populares de Sants
y Gràcia, donde hay quien ha destacado su ausencia.
Valls durante el acto de la plataforma España Ciudadana en Palma de Mallorca. (EFE)
Aunque Sociedad Civil Catalana (SCC)
ha querido dejar claro que se encuentra al margen de la plataforma de
Valls, pues su misión no es política ni trabajan para ninguna formación,
ya que lo que pretenden es "promover, difundir y fomentar la cohesión y
la convivencia entre los ciudadanos en Cataluña y de estos con el resto
de los españoles", algunas de las personas más representativas de esta
organización sí están vinculadas al proyecto. Se trata del historiador y
ensayista Joaquim Coll y del empresario y presidente de la Fundación Joan Boscà, José Ramón Bosch.
En
su afán por ampliar la base de electores, Valls está reclutando para su
equipo a personalidades de los más diversos ámbitos. Es el caso de
Chantal Moll, profesora de Derecho Civil en la Universidad de Barcelona,
o Fernando Carrera, profesor del ISDE y tertuliano de radio y
televisión.
La lista de Valls a las municipales será de lo más ecléctica. Habrá independientes, figuras próximas a Cs, PSC y PP, así como representantes de ese catalanismo moderado otrora monopolizado por CiU,
algo que sería a todas luces imposible en una candidatura impulsada por
Albert Rivera (a pesar de que Arrimadas llegó a coquetear con la idea).
A ningún politólogo se le escapa que estos guiños al nacionalismo
buscan romper las burbujas en las que está dividida la sociedad catalana
y poder pescar votos no tanto en el caladero del secesionismo como en
el de ese 'seny' hoy huérfano de padre y madre.
Valls
quiere sacudirse esa imagen envarada y orillar a ciertos entornos
empresariales para empezar a acercarse al PSC y a los barrios obreros
A
Albert Rivera, encargado de lanzar a Valls y pasearle por los
principales salones del país, no le gusta el cambio de guion puesto
sobre la mesa. Ciudadanos, que es la única formación que se va a
subsumir en la plataforma (PSC y PP acudirán a los comicios con sus
propias siglas), reconoce que le está costando incardinarse en esta
organización con esta nueva filosofía.
Teme que Valls juegue demasiado a la equidistancia, que se convierta en un nuevo PSC
y compre algunos de los postulados independentistas en aras de la
'desinflamación', tal y como en ocasiones parece hacer Iceta,
olvidándose por completo de Ciudadanos, de que esta formación fue la que
más diputados obtuvo en las últimas elecciones catalanas y de que los
socialistas, en cambio, han ido menguando comicios tras comicios.
Demasiados
actores, demasiados protagonistas, demasiados socialistas en la batalla
de todas las batallas: la de Barcelona. Es mucho lo que se juega en
este envite. Como recordábamos en un post anterior, los independentistas
son conscientes de que arrebatar la vara de mando a Colau y hacerse con
el poder a ambos lados de la plaza Sant Jaume, en la Generalitat y en
el consistorio, apuntalaría su hoja de ruta y los proyectaría
internacionalmente. En el otro lado, los constitucionalistas saben que, a
estas alturas, no hay más carta que la de Valls. De eso es consciente
hasta el propio Rivera.
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