Reacción clásica de un Gobierno aturdido es arremeter contra el mensajero. La vicepresidenta sugiere la necesidad de "intervenir" en los medios de comunicación
El presidente Pedro Sánchez en su intervención ante la Asamblea General de Naciones Unidas. (EFE)
En la parte del escritorio que los analistas políticos reservan al seguimiento del Gobierno han saltado los primeros indicadores de la cuenta atrás. Uno, los amagos de adelanto electoral en forma de advertencia. Y otro, la ira contra el mensajero.
Es la resulta de hacer camino al andar con unos aliados (Podemos y nacionalistas) de aversión declarada a la Constitución y al Rey. Además, competidores del PSOE en el mismo caladero de votos por la izquierda. E independentistas que se quieren ir de España o que España se siga yendo de Cataluña.
Primero fue José Luís Ábalos, ministro de Fomento, quien la semana pasada sugería el adelanto de las elecciones si fracasaba la aprobación de los Presupuestos. "La ausencia de cuentas lleva a una situación de ingobernabilidad", dijo. Ahora ha sido el propio Pedro Sánchez desde Nueva York. Mirando hacia sus costaleros, señala el camino de las urnas si estos se empeñan en crear conflictos donde Moncloa propone diálogo.
Otra reacción clásica de un Gobierno aturdido es arremeter contra el mensajero. Creíamos que nunca volveríamos a escuchar a un gobernante sugiriendo la necesidad de "intervenir" en los medios de comunicación con el fin de "regular la libertad de expresión y el derecho a la información".
Esos
entrecomillados pertenecen a un desahogo verbal de la vicepresidenta
del Gobierno, Carmen Calvo, contrariada por el eco mediático de
escándalos sobre compañeros de Gabinete. El presidente no ha ido tan
lejos. Se ha limitado a relacionar el abominable uso de las ‘fake news’ (noticias falsas) con el engorde artificial de su tesis y los culebrones de los ministros Montón, Delgado y Duque.
Lo demás ya lo hacen por la derecha PP y Ciudadanos tratando de acorralar a un Gobierno débil y políticamente descoordinado. La portavoz, Isabel Celaá hablaba ayer de "brutal acoso" de una oposición que insiste en la deuda contraída con quienes apoyaron a Sánchez en su "destructiva" moción de censura. Todos los analistas coinciden en que les unió el rechazo a Rajoy, no la adhesión a Sánchez. Un pecado original cuyos efectos vemos en la falta de una remada conjunta por resolver los verdaderos problemas de la gente, que no son precisamente la tesis del presidente, los huesos de Franco, la sociedad patrimonial de Duque o los tardíos pecados de juventud de unos altos funcionarios en Cartagena de Indias.
El "no me voy a rendir" de una semana antes en la Casa de América (la malograda celebración de los cien primeros días en Moncloa) ha cedido el paso mediático al "iremos a las elecciones si se prioriza el conflicto" de Sánchez en Nueva York.
Cuando
el lunes vuelva al despacho tendrá que enfrentarse al hecho de que sus
ministros están divididos sobre la conveniencia de ir ya a elecciones o
seguir esperando, que se ha quedado sin cuentas públicas propias para
2019, que su socio preferente, Pablo Iglesias, tira de hemeroteca
para ponerle frente a su listón de exigencias éticas mientras le
recuerda que sin Presupuestos no se puede gobernar, que las cintas de
Villarejo pueden haber chafado la candidatura de Baltasar Garzón a la alcaldía
de Madrid, que en el fondo de armario del excomisario queda mucha
basura, que los independentistas catalanes vuelven a incendiar la calle
en el primer aniversario del 1-O de octubre…
Se lo oí decir este día a un exministro de Zapatero: "A partir de ahora, Sánchez tendrá que gobernar en un estado de emergencia permanente".
Lo dicho.
ANTONIO CASADO Vía EL CONFIDENCIAL
Es la resulta de hacer camino al andar con unos aliados (Podemos y nacionalistas) de aversión declarada a la Constitución y al Rey. Además, competidores del PSOE en el mismo caladero de votos por la izquierda. E independentistas que se quieren ir de España o que España se siga yendo de Cataluña.
Sánchez: "Si el independentismo prioriza el conflicto, habrá elecciones"
Primero fue José Luís Ábalos, ministro de Fomento, quien la semana pasada sugería el adelanto de las elecciones si fracasaba la aprobación de los Presupuestos. "La ausencia de cuentas lleva a una situación de ingobernabilidad", dijo. Ahora ha sido el propio Pedro Sánchez desde Nueva York. Mirando hacia sus costaleros, señala el camino de las urnas si estos se empeñan en crear conflictos donde Moncloa propone diálogo.
Otra reacción clásica de un Gobierno aturdido es arremeter contra el mensajero. Creíamos que nunca volveríamos a escuchar a un gobernante sugiriendo la necesidad de "intervenir" en los medios de comunicación con el fin de "regular la libertad de expresión y el derecho a la información".
Del
"no me voy a rendir" de Sánchez, una semana antes en la Casa de
América, al "iremos a las elecciones si se prioriza el conflicto"
Lo demás ya lo hacen por la derecha PP y Ciudadanos tratando de acorralar a un Gobierno débil y políticamente descoordinado. La portavoz, Isabel Celaá hablaba ayer de "brutal acoso" de una oposición que insiste en la deuda contraída con quienes apoyaron a Sánchez en su "destructiva" moción de censura. Todos los analistas coinciden en que les unió el rechazo a Rajoy, no la adhesión a Sánchez. Un pecado original cuyos efectos vemos en la falta de una remada conjunta por resolver los verdaderos problemas de la gente, que no son precisamente la tesis del presidente, los huesos de Franco, la sociedad patrimonial de Duque o los tardíos pecados de juventud de unos altos funcionarios en Cartagena de Indias.
El "no me voy a rendir" de una semana antes en la Casa de América (la malograda celebración de los cien primeros días en Moncloa) ha cedido el paso mediático al "iremos a las elecciones si se prioriza el conflicto" de Sánchez en Nueva York.
Se
lo oí decir este día a un exministro de Zapatero: "A partir de ahora,
Sánchez tendrá que gobernar en un estado de emergencia permanente"
Se lo oí decir este día a un exministro de Zapatero: "A partir de ahora, Sánchez tendrá que gobernar en un estado de emergencia permanente".
Lo dicho.
ANTONIO CASADO Vía EL CONFIDENCIAL
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