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lunes, 24 de septiembre de 2018

LA UNIVERSIDAD MERECE UNA OPORTUNIDAD

Es evidente que en algunas de sus sedes españolas la institución universitaria ha mutado en una red clientelar y corrupta, distanciándose de su misión principal que debe ser la de crear saber y conocimiento

La universidad merece una oportunidad EFE


La Universidad española pasa por sus peores momentos y en muchos sentidos esto es claramente injusto. La aparición de los casos Cifuentes, Montón, Casado y el efervescente de Sánchez han puesto a esta centenaria institución en la picota, recibiendo las críticas y desaires de algunos para denunciar, con razón, sus vicios, y de no pocos que han encontrado la ocasión, a mi entender, para debilitarla.


Explicar por qué no son pocas las tesis mediocres y sencillamente malas que pasan los filtros de calidad no significa justificar la realidad. Lo que contaba en aquel artículo era más bien una denuncia a una costumbre instalada en las entrañas de la Universidad y que, como también argumenté, por suerte, o al menos eso es lo que detecto por mi propia experiencia, estas prácticas están en retroceso.

Debemos aprovechar el debate abierto para exigir la reforma de los procedimientos de obtención de títulos, para que estos sean de verdad excelentes
Está resultando obvio, sin embargo, la existencia de algunos casos de corrupción que se han servido de las infraestructuras de algunas universidades para ofrecer títulos a responsables políticos. Estos casos, en el momento en el que se demuestren, son absolutamente rechazables y denunciables. Sin embargo, sería necesario que quienes gestionan el espacio universitario español, en especial los rectores,  dieran un golpe en la mesa para poner freno a las sospechas que en ningún caso debe contaminar al resto de universidades. Desde la universidad debemos, por un lado, exigir una depuración absoluta de las responsabilidades de los casos conocidos y aquellos por conocer  y por otro lado declarar que estos no representan al buen hacer del conjunto de las universidades españolas. A día de hoy, en mi particular caso, echo en falta esta contundencia en ambos sentidos.

Que así se haga será positivo por varias razones. En primer lugar, por los propios estudiantes y titulados de la URJC, que con esfuerzo y cumpliendo escrupulosamente los requisitos normativos de la su universidad obtuvieron sus títulos, o lo harán en un futuro cercano, en dicha institución. Obviamente también por los profesionales de aquella institución que han sido ajenos a estas prácticas. Es necesario restablecer la confianza en ellos. Para ello es extremadamente obligatoria una auditoría completa de los títulos y de los cursos y másteres desarrollados para su obtención de esta universidad que consiga depurar el grano de la paja. En segundo lugar, para cortar de raíz la posible contaminación de desconfianza al resto de universidades en las cuáles, de momento, no se hayan detectado comportamientos similares.

Este debería ser el inicio. Más allá podría ser útil el inicio de un período de debate que conlleve a la reforma de la institución. Debemos aprovechar este debate para poner sobre la mesa la reforma en los procedimientos de generación de títulos para que estos sean si cabe más excelentes. Tenemos modelos en otros países que no serían difíciles de implementar. Aprovechemos antes de que la lucha política y su corrupción termine manchando de lodo a quienes están limpios.


                                                              MANUEL ALEJANDRO HIDALGO  Vía VOZ PÓPULI

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