Es evidente que en algunas de sus sedes españolas la institución
universitaria ha mutado en una red clientelar y corrupta, distanciándose
de su misión principal que debe ser la de crear saber y conocimiento
La universidad merece una oportunidad
EFE
La Universidad española pasa por sus peores momentos y en muchos sentidos esto es claramente injusto. La aparición de los casos Cifuentes, Montón, Casado y el efervescente de Sánchez
han puesto a esta centenaria institución en la picota, recibiendo las
críticas y desaires de algunos para denunciar, con razón, sus vicios, y
de no pocos que han encontrado la ocasión, a mi entender, para
debilitarla.
No hace muchos días publicaba un artículo en este mismo
medio donde trataba de poner en perspectiva la discusión sobre qué es
una tesis y cómo encajar esta cuestión con lo que sucede sobre aquella
que hiciera el actual inquilino de la Moncloa. Sigo pensando lo mismo
que escribí no hace más de una semana. Y sigo tratando de enviar el
mismo mensaje. Por lo que sabemos hasta ahora, con pruebas sobre la
mesa, estamos ante un caso evidente de mala praxis universitaria,
donde los principales responsables del caso, hasta ahora, son aquellos
que deberían haber paralizado esta tesis, a todas luces deficiente.
Tanto su director como el tribunal y la propia universidad deberían
haber paralizado la defensa de un trabajo que no reunía ninguna
característica que incitara a considerarla como realmente una tesis. No
lo hicieron. ¿Fue por trato de favor? Es posible. Yo mismo tengo mis
sospechas y es bastante razonable considerar tal posibilidad. Pero hasta
el momento solo sabemos con certeza, y aunque resulte obvio que esto no
se mide con un indicador, que la tesis era mala. Como muchas otras.
Explicar
por qué no son pocas las tesis mediocres y sencillamente malas que
pasan los filtros de calidad no significa justificar la realidad. Lo que
contaba en aquel artículo era más bien una denuncia a una costumbre
instalada en las entrañas de la Universidad y que, como también
argumenté, por suerte, o al menos eso es lo que detecto por mi propia
experiencia, estas prácticas están en retroceso.
Debemos aprovechar el debate abierto para exigir la reforma de los procedimientos de obtención de títulos, para que estos sean de verdad excelentes
Está resultando obvio, sin embargo, la existencia de
algunos casos de corrupción que se han servido de las infraestructuras
de algunas universidades para ofrecer títulos a responsables políticos.
Estos casos, en el momento en el que se demuestren, son absolutamente
rechazables y denunciables. Sin embargo, sería necesario que quienes
gestionan el espacio universitario español, en especial los rectores,
dieran un golpe en la mesa para poner freno a las sospechas que en
ningún caso debe contaminar al resto de universidades. Desde la
universidad debemos, por un lado, exigir una depuración absoluta de las
responsabilidades de los casos conocidos y aquellos por conocer y por
otro lado declarar que estos no representan al buen hacer del conjunto
de las universidades españolas. A día de hoy, en mi particular caso,
echo en falta esta contundencia en ambos sentidos.
Que
así se haga será positivo por varias razones. En primer lugar, por los
propios estudiantes y titulados de la URJC, que con esfuerzo y
cumpliendo escrupulosamente los requisitos normativos de la su
universidad obtuvieron sus títulos, o lo harán en un futuro cercano, en
dicha institución. Obviamente también por los profesionales de aquella
institución que han sido ajenos a estas prácticas. Es necesario
restablecer la confianza en ellos. Para ello es extremadamente
obligatoria una auditoría completa de los títulos y de los cursos y
másteres desarrollados para su obtención de esta universidad que consiga
depurar el grano de la paja. En segundo lugar, para cortar de raíz la
posible contaminación de desconfianza al resto de universidades en las
cuáles, de momento, no se hayan detectado comportamientos similares.
Este
debería ser el inicio. Más allá podría ser útil el inicio de un período
de debate que conlleve a la reforma de la institución. Debemos
aprovechar este debate para poner sobre la mesa la reforma en los
procedimientos de generación de títulos para que estos sean si cabe más
excelentes. Tenemos modelos en otros países que no serían difíciles de
implementar. Aprovechemos antes de que la lucha política y su corrupción
termine manchando de lodo a quienes están limpios.
MANUEL ALEJANDRO HIDALGO Vía VOZ PÓPULI
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